Volver

Supongo que algunos os acordáis de lo que escribí el año pasado cuando ganamos el Mundial de fúrgol. Bueno, pues había una ‘escena eliminada’ que creo que ahora viene a cuento sacar a la luz.

Hablaba de Andres Iniesta, Iniesta De Mi Vida. Pero no como futbolista. Sino como ese chaval, que tiene la misma edad que yo, que viene de un pueblo de La Mancha muy parecido al mío, que tiene allí la casa donde creció, su familia, sus colegas de la infancia. Hablaba de que, con aquel equipo que ganó, me siento precisamente más cercano a ellos porque tienen, de media, aproximadamente mi edad.

Y hablaba de cómo para Iniesta habría sido la vuelta al pueblo. Que posiblemente es mucho imaginar (al fin y al cabo me voy a tomar una licencia literaria), pero me lo imaginaba después de todos los revuelos, después de las fiestacas que se pegaría con sus colegas de la selección, dando vueltas por España, cómo sería cuando volviese por primera vez a su pueblo, a su casa. Y donde digo Iniesta (que a todo esto, hasta tiene un niño), puedo decir cualquier otro de los que andaban teniendo 21, 22 años. Pero Iniesta es el que es de pueblo. Y después de ver su padre y que le diera el abrazaco de la vida y que su madre se lo comiera a besos después de preguntarle si había pasado frio y había comido bien en Sudáfrica, y ver a sus colegas del pueblo y echarse unas cervezas con ellos… y todo eso antes de la ceremonia y celebración que le prepararía el ayuntamiento…

Me lo imaginaba dejando los bártulos en su cuarto, en su dormitorio de su casa donde creció, con el calor exagerado de La Mancha en julio (y más con el contraste del invierno sudafricano). Y me lo imaginaba cenando con su familia, echando una ligailla con queso, salchichón, una ensalada con tomate, vino… y llegando la noche, echa el colchón al suelo, abre el balcón un poco para que corra el poco fresco que pueda hacer, y entonces diría: ‘Otra vez aquí’

Me lo imaginaba como ese chaval entrañable, que lejos del mito y la heroicidad, aunque sea por unos días, vuelve por fin a casa después de una aventura increíble.

(…)

Claro, esta es la licencia artística. El tiaco tendrá un caserón en Barcelona, su cochazo, y cuando vuelva al pueblo tal vez se hospede en un hotel si es que no les ha construido a sus padres una casa nueva, (a ser posible con aire acondicionado en todas las habitaciones!). Como decía, tiene novia y hasta un niño. Todo paralelismo conmigo está cogidísmo por los pelos: esta acaba en que los dos somos de un pueblo pequeño relativamente cercanos, tenemos la misma edad, y una hermana dos años más pequeña que nosotros. Punto.

Pero bueno, fue una idea que me rondó la cabeza cuando escribí aquel artículo, poniendo énfasis en la sencillez y la cercanía de aquellos jugadores que nos habían hecho volar tan alto, una idea que probablemente hizo bien quedándose en el tintero.

(…)

El caso es que ahora, verano de 2011, no es Iniesta. Soy yo.

Soy yo el que vuelve a mi casa. Soy yo el que llevaba desde navidad sin verla. Soy yo el que abraza a mi familia, yo el que cena yo con ellos, yo el que chapotea en la piscina, yo el que echa el colchón al suelo, yo el que se caga en todo dando vueltas en la cama por el puto calor, yo el que probablemente en unos días vuelva a echar de menos todo aquel jaleo de aquel país nórdico…

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Soy yo el que dice ‘Otra vez aquí’

Que ganas tenía de volver, coño.

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