Ser Profesor (3)

(Viene de aquí: “Las semanas siguientes”)

Oh, ¡Verano! ¡Prodigioso verano, que ya se acaba! Verano de funcionario, ¡¡de docente!! Y es que así es, señoras y señores, dos mesezacos de vida de gorrino pachón, de hacer dos viajes gordacos (a Irlanda, 10 días, y a Galicia, otros 10 días), además de varios viajes a Granada a estar con amigos y queridos, y alguna aventurilla más. Y mucho estar en casa. Y piscina. Y chapucillas. Y cosas creativas. Y hasta estudiar un poco. Y no hacer nada (que también)

Skellig Michael o Gran Skellig, islote en el extremo sudoccidental de Irlanda, y uno de los puntos extremos de Europa. La circunnavegamos el 20 de Julio, el 50 aniversario de la llegada a la Luna. Ah, y cierta conocida película se rodó allí

Tanto no hacer nada, que ni he escrito, ni publicado posts que tenía pendientes. No obstante, ya que ya sé donde me envían para este curso que entra (a Pozoblanco, en el mal llamado “Valle” de los Pedroches… y si, donde murió Paquirri), es hora de saldar esa deuda.

Y es que quiero seguir hablando de como ha sido la experiencia de primer año como profesor, (os recuerdo, un año en Luque, también en Córdoba); hablar de alguna cosa por la que ya me habéis preguntado (sobre qué supone ser tutor de un grupo y con ello, un poco un ‘padre’, pero lo quiero dejar para la última entrada). Pero la tutoría trae aparejadas algunas cosas ‘laterales’ que si no se saben gestionar, pueden resultar un poco incomodas, y en el peor de los casos, y aunque no ha sido el caso, hasta peligrosas.

Última vista de Santiago de Compostela (incluyendo las torres de la catedral) antes de seguir caminando hasta el otro Fin de la Tierra que he visitado este verano 😁

¿Vivir en el pueblo, o irse a la ‘ciudad’?

Una de las primeras cosas que tuve que decidir, al saber que me concedían vacante para todo el año, era decidir si me quedaba a vivir en el mismo Luque, de 3000 habitantes, o irme a otra localidad cercana más grande (Baena en este caso, que conforme escribía el primer borrador de esta entrada estaba con su ‘tamborada’ a full throttle), con más habitantes, más servicios, más vida… y más anonimato.

Insisto, Luque puede ser y es un pueblo precioso. Con lo bueno y lo malo que es un pueblo. Provengo de uno aún más pequeño, así que creedme, sé de lo que hablo. Puede ser hogareño, entrañable, que la gente te salude, te pare, te hable por la calle. Un lugar donde a la figura del docente todavía se la tiene en buena estima, con cierta aura de respetabilidad. También de tutorías gratis cada vez que compres el pan, y de no poderse tomar una cerveza tranquilo. Y también, lo sé por casos de conocidos míos, un lugar donde por ejemplo, tus alumnos les puede dar por rallarte el coche o se pueden presentar debajo de tu balcón a las 3 de la mañana de un fin de semana solo por hacer la puta broma, porque saben dónde vives.

Con todo, aunque yo sabía lo que quería, lo consulté con varias personas cercanas a mi sobre esta decisión; unas pensaban vehementemente que la opción correcta era el pueblo (“no necesitarás coche, logísticamente es lo mejor, la tranquilidad que tendrás allí es impagable”), y otros razonaban como yo: lo mejor es separar, incluso físicamente, la vida laboral de la personal. Y Baena fue mi elección, a 10 km, yendo y viniendo todos los días (en mi coche, de lo que hablo luego), en un pisillo pequeño que me alquilé, con linea de fibra de 500 MB simétricos (ojo, ¡eso no lo hubiera tenido en el pueblo!), y con una cosa que valoro mucho: el anonimato

La ‘filtración’

Pues bien, tanto como dice el menda que valora su anonimato, atended a la ocurrencia graciosa que tuvo: la susodicha ‘filtración’ fue ni más ni menos que de mi teléfono móvil particular. Los padres y los alumnos se hicieron con mi número de teléfono privado, lo que no es otra cosa que una imprudencia e incluso un peligro, y pasó por no otra que por mi propia culpa.

Sencillamente, inocente de mi, en mi primer encuentro al tercer día con unos padres por la calle, se lo di. No solo mi correo asignado como funcionario, no solo el teléfono del instituto, sino mi número de teléfono personal. En el pasado lo he dado, a mis alumnos particulares, a los de la escuela privada, y en ese momento me pareció una buena idea.

¡Pero que no acaba ahí la cosa!: no contento con ello (de los padres todavía cabe esperar cierta discreción), y cuando empezaba a oler mi error, a los pocos días tuve la feliz idea de poner en el proyector mi propio Curriculum, para enseñarles un ejemplo (dentro de la asignatura de ‘Iniciación a la Actividad Empresarial y Emprendedora’…). Un curriculum que no había editado (busqué el que tengo en LinkedIn) y que, si, contiene mi número de teléfono. Y ese si lo vieron los alumnos. Los de 4º, además, algunos de los cuales andan*, irredentos, buceando en las profundidades de la adolescencia más insolente xD.

*(andaban, entre que escribí esto y lo publico ahora, han pasado meses y he notado cómo han cambiado 👌)

En los siguientes días recibí varias llamadas desde números anónimos, intentando trollearme, algo que supe cortar de raíz; y alguno me ha rondado el instagram, cosa que he solucionado bloqueando gente (aunque he de decir, con los meses he relajado y se ha relajado la cosa). El “daño” quedó contenido, pero lo peor no fueron los alumnos (diré que en general son buenos, muy inocentes y carentes de maldad); lo más incómodo, pueden ser ciertos padres. Pero hablaré más tarde de eso.

El coche

Otra de las cosas que quiero mencionar (aunque con brevedad), pues ciertamente me hace ilusión: todo esto de ser funcionario, tener un sueldo, y tener unas necesidades de transporte, pasan por adquirir el que sería, y es, mi primer coche.

Un señor Volkswagen Golf VI, 1.6 TDI de 105 caballos, y que en los 15.000 km que le llevo hechos (lo adquirí con 87.000), se ha portado de putísima madre – incluyendo por ejemplo, ir a Galicia y volver a través de Portugal este mismo mes.

Y esto que empecé pensando ‘me pillo algo tiraete, por 2000 o 3000€, un Megane* o un Focus como el de mi padre, pa salir del paso’, pero fui subiendo, me fueron liando (me fuí liando), y cuando el Golf apareció en escena y mi padre sencillamente dijo que me lo financiaba, la decisión se volvió inequívoca.

*Las lineas externas del Renault Megane de 2002 son un diseño que siempre me ha puto tenido enamorado, y durante años pensé que ese sería mi primer coche. No obstante, no pudo ser.

Hace ilusión tener un cochecillo, es “mi primer coche”, y he de decirlo, un Golf no es ‘un cochecillo’, sino un cacharro que si lo cuido bien me dura fácil 10 o 15 años. Me resistía un poco a tener el Volkswagen frente a otros (un Golf tiene algo de icono, como la “manzanita” de Apple, y me negaba a pagar más por lucir esa chapa), pero por cuestiones de seguridad, construcción, posibilidades de reventa y otras más que me pusieron encima de la mesa, me acabaron convenciendo.

Como curiosidad, el primer mes estuve alquilando y desplazandome como una furgoneta de reparto. Me vino de perlas, eso si, para la mudanza… (En esta foto, en la preciosísima carretera que sube al mirador de la Cueva de los Murciélagos desde Zuheros)

Y hasta aquí por hoy. Aunque para la quinta y última entrada la guardaré para hablar de todo lo que ha supuesto ser tutor y la experiencia humana con esos encantadores y queribles demonios que son tus alumnos 😂… en la siguiente entrada, hablaré de viajes, asignaturas que no son mías, y ¡ojo cuidao!, robos… 😱

Ser Profesor (2)

(Viene de Los frenéticos primeros días)

Las siguientes semanas

Hablemos un poco del instituto (IES Albenzaide) y del pueblo.

Panorama de Luque, desde el castillo de Venceaire

Luque, de apenas 3000 habitantes (poco más grande que mi pueblo), se encuadra en la comarca sur (“La Subbética”, por el nombre de la sierra) de la provincia de Córdoba. Pueblo muy olivarero (también como el mío), justo a las faldas de la susodicha sierra, en el centro geográfico de Andalucía. Aunque tal y como he contado en la primera parte parece todo me resultaba sobrecogedor esas primeras semanas, he de decir que una vez superado el impacto inicial, Luque, y su instituto, resultan ser tanto objetiva como subjetivamente lugares encantadores. Una fortuna haber recalado en este lugar, para ser mi primer destino.

Respecto al IES Albenzaide, tenemos tan solo 126 alumnos y 17 profesores en el claustro. Típico tamaño para un instituto de secundaria de pueblo. Los niveles que tenemos van de 1º a 4º de ESO, con edades de alumnado que van de 11 a 16+ años (no hay Bachillerato, para eso van a Baena). Alumnos entrañables y compañeros encantadores; un lugar recogido, tranquilo, controlado, sin grandes incidentes ni conflictos.

No escribo esto para hacer la pelota ni porque lo vaya a leer nadie: lo pienso de verdad. Tal vez si esto fuese un instituto en una ciudad grande, o en la costa (donde los niños suelen ser más ‘resabiados’), o si tal vez hubiese 500 o 1000 alumnos, otro gallo cantaría. En este lugar, varios profesores confiesan que aspiran a jubilarse. El único pero es que la población va cuesta abajo, como en tantas zonas rurales, y en pocos años probablemente no habrá alumnos para hacer suficientes grupos (ahora solo hay dos lineas en 2º y 4º de ESO, en 1º y 3º solo tenemos un grupo por curso). Todos mis temores que confesaba en la primera entrada eran sencillamente los propios de llegar a un lugar, en el espacio y en el tiempo, donde todo era nuevo. La normativa, el papeleo, las responsabilidades…

rufo_83 ¡Espectacular amanecer el de esta mañana! Los mismos alumnos se quedaron sorprendidos, de paso me sirvió para explicar por qué esto pasa debido a la curvatura de la Tierra ;) #candilazo #amanecer #arrebol #luque #iesalbenzaide #cordoba #sunrise #redsky #cloudporn
15 DE ENERO

Pero ojo, no les quito hierro: no es baladí entender que eres responsable de 20, 30 alumnos, y de todo lo que pase mientras están contigo. Además en un aula especialmente ‘peligrosa’ como es la de Tecnología, en la que hay herramientas, elementos cortantes, aparatos eléctricos… y sobre todo, que por la dinámica de las clases, se presta más a que los alumnos se levanten, se muevan, y a poco que no pueda mantener mi atención sobre todos, quieran jugar, como es natural en niños de su edad.

Respecto a la burocracia, ahí esta: es un poco un coñazo, pero se hace, y punto, como en cualquier otro trabajo. Por ser jefe de departamento (soy el único profesor de Tecnología, ¡claro que soy el jefe de departamento!) y tutor (de un 2º), hay aún más responsabilidades añadidas (también algunas otras compensaciones); y lo que me superó un poco más, todo el tema de adaptaciones curriculares, cursos, coordinaciones, que no es muy relevante ahora explicar ni demasiado interesante para quien esto lea.

Y respecto a dar clase en si… me extenderé más, pero me gustaría ahora subrayar aquí lo que supone estar “ahí”, on stage.

Dando lo mejor, siendo el líder, el responsable, la voz cantante. Te puede gustar la docencia, te puede gustar explicar, enseñar, transmitir pasión por el conocimiento… pero ser un profesor no es solo eso; además de evaluar y estar permanentemente atento y alerta, es lidiar con muchas personas, es inspirar, es resolver problemas, gestionar, y la parte más difícil, comprender que la mayoría de las veces, NO te quieren escuchar, ni hacerte caso, ni siquiera obedecerte. Sabéis lo insolentes que son los niños cuando entran en la adolescencia y pasan de reírse de tus pequeños chistes (que haces para reclamar su atención), a querer reírse directamente de ti. Es algo que puede impactar y con lo que por fortuna no me ha costado trabajo lidiar (aún tengo una edad en la que puedo usar la carta de ser el profe joven-enrollado-guay, aunque a menudo deba ponerme firme), pero insisto: no es fácil.

rufo_83 Aunque ahora la asignatura que imparto es Tecnología, la Geografía siempre me gustó mucho… (Hoy, dibujado de memoria durante una hora de guardia con estudiantes de 3°, pronto hablaré más sobre esta extraordinaria experiencia que esta siendo dedicarse a la docencia :))) ) #secundaria #profesor #tecnologia #geografia #ies #albenzaide #luque #cordoba #mapamundi #pizarra #sintrucos #worldmap #classroom #teacher #highschool #technology #geography #nocheats
12 DE OCTUBRE DE 2018

En ESADA, donde estaba el año pasado, era más que fácil dar clases: aquellos alumnos, además de mayores de edad, habían elegido eso; compartíamos todos una pasión (la del diseño), y la relación muy a menudo era de amistad, casi de iguales. Pero no puedo tomar eso como un ejemplo de docencia. Aquello fue algo que disfruté y con lo que aprendí mucho, y francamente echo de menos, pero que económicamente era insostenible. Aquí y ahora, si bien lo que hago está ciertamente mejor remunerado, la educación secundaria es la realidad, el frente de batalla, la primera linea. Con alumnos de todos los orígenes, condiciones, estratos sociales e inquitudes intelectuales (incluyendo aparentemente ninguna, aparte de sofá y móvil). Con más o menos capacidades, y sobre todo, con más o menos interés en todo esto de estudiar, aplicarse, aprender…

Y uno sale ahí: al tablado, a actuar. Ya estemos resfriados, o tengamos la cabeza como un bombo y hartos de pedir silencio y orden, ya traigamos problemas personales de nuestra vida privada; ya llueva, truene o se desaten los infiernos: hay que seguir dando clase, y hay que hacerlo dando la mejor versión de nosotros mismos. Por que ser docente es también ser actor, ser vendedor, ser líder, ser ejemplar, en resumen: ser profesional.

Siguiente entrada: de mudanzas, coches nuevos, filtraciones…(por publicar)

Ser Profesor (1)

Como llevo tres cinco meses sin escribir en el blog, muchos ni lo sabréis: pocos días más tarde de mi penúltima entrada (exactamente el trece de septiembre), me llamaban desde la Delegación de Educación de Córdoba ofreciéndome un puesto como profesor interino de Tecnología en la enseñanza pública, y a elegir entre tres localidades de la provincia, todas con vacante para el año completo: yo resultaba ser el primero de la lista en dicha provincia. También me daban 48 horas hábiles para incorporarme (en la práctica, cuatro días, pues me llamaron un jueves, para incorporarme ya el lunes, primer día lectivo).

Así pues, lo que melodramáticamente creía que iba a ser una larga espera concatenando irregularmente destinos fugaces (“la penitencia del interino”, lo llamé), se resolvía frenéticamente en segundos; los que tuve, con Google Maps delante, para elegir entre los tres destinos, y echándolo casi a suertes, para quedarme con un destino en el corazón geográfico de Andalucía a las faldas de la Sierra Subbética: Luque. A una hora y media en coche tanto de mi pueblo, Canena (en Jaén); como de Granada capital, así como Málaga; y teniendo la propia Córdoba a menos de 50 minutos, (las otras opciones eran Villaviciosa y Fuente Palmera, la cual por cierto conozco bien aunque por razones que no vienen al caso), quedarme en Luque era una mera cuestión logística.

Y aquí llevo cinco meses, hemos superado ya la primera evaluación así como lo más duro de la ‘cuesta’ de enero (y febrero), que por su puesto, han sido frenéticos. Ahora que me veo un poco más tranquilo, dejadme que os lo cuente un poco.

*(por cierto, con este, inauguro el tag/categoría “Docencia” en este blog, pues este es un camino que empecé al menos en 2014)

Antenas de telefonía y televisión en la peña de Luque #atardecer #antenna #luque #cordoba #fisheye #sunset #sunsetporn #cloudporn #dusk #anochecer #vientoyfrio #stormy
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Los frenéticos primeros días

Como os podéis imaginar, esas semanas de septiembre fueron la leche. En primer lugar, esperar durante largos días que la Junta de Andalucía publicara con soporífero retraso la puñetera bolsa (incumpliendo plazos que ellos mismos habían publicado y con los sistemas informáticos fallando…), y que esperábamos muchos interinos, hirviendo en los grupos de Whatsapp. Finalmente, la publican esa mañana del día 13, y descubro que dentro de la bolsa bilingüe (tengo el C1 de inglés) estoy en el tercer, cuarto y quinto puestos en mis provincias cercanas (Jaén, Granada, Málaga), y lo más llamativo, el primero de la bolsa en Córdoba, Sevilla, Cadiz, y Huelva. Vamos, que la llamada era inminente. La lista se publica a las 1 de la tarde y recibo en torno a las 5pm esa llamada por parte de la Delegación de Educación que comentaba antes, y sin mucha ceremonia, en pocos minutos todo queda zanjado. El lunes debía estar en Luque listo ya para dar clase. Decido presentarme con mi padre la misma mañana del viernes en el pueblo a conocer la zona, el instituto, aunque fuera a saludar, aunque nada me obligaba a hacerlo (he de decir que fue muy buena idea); el fin de semana fue de organizar cosas (tampoco se podía avanzar mucho, todo sea dicho), y el lunes un breve claustro informativo, y directamente, me lanzan con mis alumnos. Atravieso el rubicón cumpliendo la ceremonia de escribir mi nombre en la pizarra (Ohmygod!) en una hora de pura presentación con ellos, y luego supuestamente ya, a dar clase.

Además de dar las clases en bilingüe, descubro que soy también tutor de un 2º de ESO (nacidos en 2005, echad cuentas), también me han asignado una asignatura llamada “Iniciación a la Actividad Empresarial y Emprendedora” en 4º de ESO sobre la que, imaginareis bien, no soy tal vez el más adecuado para impartirla… y además, soy también jefe del departamento de Tecnología.

Eso, el lunes, pues el martes tenía directamente las seis horas completas, de 8 a 14.30. Esos primeros días estuve en un hostal mientras buscaba piso, y esa noche del lunes al martes fue especialmente difícil. Un lugar nuevo, la inquietud propia de la situación, el calor aún común de esos días de septiembre, y el particular hecho de que el balcón de mi habitación daba directamente a una carretera nacional (la N-432) en la que en ningún momento dejaron de pasar coches. No sabéis cuanto ruido hace la rodada de un camión, aunque pase solo a 50. Dado que además tenía (como ha seguido siendo todos los martes) guardia de recreo, por falta de previsión no tuve en toda la mañana ni un solo momento para parar, ni para un café, ni un tentenpie, ni literalmente siquiera para mear. Cuatro grupos distintos, todo nuevo, e infinito papeleo por delante. Seguiré hablando de cuanto puede cansar, pero, tras años viviendo la docencia en mi casa (en mi familia hay laaarga tradición docente), y persiguiéndola como algo a lo que aspirar, podéis imaginar que al acabar ese primer día completo, bautizo de fuego, me plantease profundas preguntas de carácter existencial: ¿Va a ser así siempre? ¿Quiero 30 años más de esto?

¿Cómo acabó aquella semana? Aportaré el siguiente dato: ese sábado tenía por la mañana una muy esperada boda en Granada de un muy querido amigo. Digamos que el despertador fue no derrotado; sino aplastado, aniquilado, por mi agotamiento.

Para bochorno universal y muy sentidas disculpas (y mucho “perdón por el retraso además de por llegar tarde”, jaja), llegué tres horas tarde a dicha boda.


Zuheros desde el Mirador de la Atalaya #fotografia_nocturna #zuheros #cordoba #fall #landscape #panorama #fisheye #eos77d #long_exposure #night #nightphotography #beautifuldestinations #lookslike #fire
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Siguiente entrada: las posteriores semanas, que por fortuna, fueron, y siguen yendo, bastante mejor.

Cosas que piensa uno a los 35

Cuando cumplí 25 hice unas cuentas, algunas de las cuales, evidentemente, no han cambiado. Este noviembre Rick Deckard perseguirá, quien lo duda, replicantes en Los Angeles; Skynet lleva años controlándolo todo sin que nos hayamos dado aún cuenta; y el 31 de diciembre de 2033, si sigo aquí, cumpliré inexorablemente 50 tacos.

Pero, también hablaba de la agobiante sensación por el aplastante, implacable, inexorable paso del tiempo, y contaba que me sentía estafado, expresandolo de una forma que ahora, como es natural, encuentro un tanto naif, y bueno, propia de ser diez años más joven. La pregunta es ¿me sigo sintiendo estafado? Pues lo respondo claro y directo: no. Y la respuesta que voy a dar, entiendo que os resulte un tanto estrafalaria, pero es la que encuentro que mejor lo resume: porque no me he aburrido ni he parado quieto. He vivido bastantes experiencias, me han pasado bastantes cosas (buenas y malas), y también he buscado activamente que me pasen otras, la mayoría muy buenas. No me arrepiento de nada, estoy contento de estar donde estoy, y de a dónde (parece) dirigirse mi vida. He aprovechado estos años. Entonces, hace 10, es sencillo entender lo que me pasaba: perdía escandalosa y desastrosamente el tiempo. Conseguí acabar la carrera (hace solo 7 años, eh), he viajado, he estudiado y vivido en el extranjero, he conocido muchas personas maravillosas, me he emancipado, me he enamorado, he vivido… incluso, parece, he madurado… Vamos, que no ha estado mal.

En el Caminito del Rey (Málaga), hace apenas una semana.

Y sigo repasando cuestiones, un tanto más triviales: la incipiente calva que me inquietaba, ahí sigue, avanzando aunque sin consumarse, y lo más importante, sin que me importe demasiado. Tengo al fin una barba plenamente desarollada, como la que siempre admiré en mi padre, que me gusta y cuido mucho. Hago ejercicio (incluso he hecho *mucho* ejercicio, con gimnasio y bicicleta todos los días, aunque no puedo mantener ahora ese ritmo), mi dieta es mucho más variada y equilibrada; y mi estado físico, aunque sin alardes, es en general es bastante mejor que el de hace diez años. He aprendido (y sigo aprendiendo) a organizarme, a trabajar, a ser eficiente. Me conozco mejor, sé lo que me gusta, sé relacionarme mejor conmigo mismo y con los demás. Lejos de entenderlo ‘bien’, si al menos entiendo mejor como funciona todo: yo, las personas, el mundo. A resumidas cuentas, me siento bien.

A la pregunta de ‘qué responder cuando no has acabado la carrera con 28 años y te preguntan en tu primera entrevista de trabajo por tu experiencia laboral’, tengo La Puta Respuesta, que da para otro post ;)

¿Y lo demás? ¿Las chicas? ¿Vivir en pareja? ¿Tener un proyecto de vida? ¿Los niños? Todo en proceso, aunque me queda la última pendiente definitivamente pendiente. Pero por razones por las que muy tonta e infantilonamente me voy a hacer el misterioso (uuuUUUuuuu!!) y guardaré para el demorado aunque intentaré que inmediato, próximo post; diré que ahora mismo tengo niños a raudales* 😁

*Si me seguís en Instagram sabéis a que me refiero.

Aquella vez no me gustó cumplir 25, pero por razones un tanto obvias: entonces no me acababa de gustar mi vida. Era una especie de toque de aviso, de meta volante, de examen parcial, y el resultado de aquella prueba dejaba que desear. Hoy por hoy no es que esté ‘enamorado’ en si de tener 35 (por pedir, pediría tener el potencial y la plasticidad -y especialmente las rodillas- de un chavea de 23 o 24 años), pero el hecho en si de cumplir años, de comprender la unicidad y la fugacidad de la vida de uno, es lo que hacer querer bebérsela a cántaros, a la vez que saborearla dulcemente.

Y, ay, sobre la muerteya me extendí en su día. De la forma más sana y constructiva posible, dejó de obsesionarme. Precisamente asimilando que llegará, y que mientras tanto, nos debemos a nosotros mismo el exprimir la vida al máximo posible. Cómo debe de ser.

Espero llegar a los 100, y llegar bien, y contento al echar la vista atrás. Un saludo ;)