Máster de Astronomía y Astrofísica (y otras cosas de la vida)

Hola que tal, otro añito nos volvemos a ver por aquí…

Se da la circunstancia de que he escrito cosas que me apetece compartir aquí, pero necesitan un contexto previo; y ya de paso, aprovecho para hacer un post genérico de ponernos al día (y también probar a refrescar un poco el aspecto del blog).

Los últimos post que escribí iban sobre lo que significa ser profesor (algo que tiene pinta de durar mucho tiempo). Este indirectamente, también está relacionado con eso. Como podréis imaginar, el año pasado -que pasé en Almuñecar, estupendo lugar- me sometí de nuevo a todo el farragoso proceso de pasar unas oposiciones; lo que probablemente no sabéis, es que no las superé.

No es solo que no conseguí plaza (era una convocatoria difícil y hasta cierto podía esperarlo), es que de hecho suspendí la última fase (tal vez la más importante, en la que hay que defender una unidad didáctica), con lo que me eliminaron del proceso. Tal vez me confié (conseguí una nota engañosamente alta en 2018), tal vez bajé los brazos una vez superada la primera fase, tal vez sencillamente mi sistema de estudio no es el adecuado. El caso, es que aunque la consecuencia suspender no es distinta a sencillamente aprobar sin plaza (sigo ejerciendo, por supuesto como interino, este año en Estepona), suspender fue un golpe demoledor.

Golpe de que te pitan los oídos durante meses. Lo digo en serio, algo que te ‘coloca en tu sitio’, te obliga a replantearte todo lo que estás haciendo, ‘cómo te lo tienes montado’ (en el fondo sé que había, y hay, cosas que tengo que cambiar), entender también tus limitaciones y capacidades (había cosas que sé que podría mejorar, pero otras que honestamente sigo sin saber cómo hacerlo)… resumiendo, ha sido un golpe de realidad, que unido a los años que voy cumpliendo (38 ya, gracias!), me ha sumergido en una crisis -transformadora y todo lo que querais- que me ha tenido catatónico, si es que no abiertamente en pre-depresión, durante unos meses.

Pero tranquilos, que estoy mejor. Saliendo del covid mientras escribo esto (¡no kidding! ¡en parte el estar de baja por el covid es lo que me hace lanzarme a escribir esto!), pero estoy bien.

Y estoy bien, entre otras cosas, porque después del golpe (mediados de julio de 2021) supe enseguida que lo más importante para quitarme las telarañas de encima, era ponerme en marcha enseguida. Uno de los consejos que me dieron es que de puntos iba un poquito escaso (3 años de experiencia, dos certificados de idiomas*, los cursillos del chichinabo que todo cristo tiene, y un título de Ingeniero Técnico de un plan pre-Bolonia que me habilita para ejercer, pero no me da puntos), así que ¿Por qué no hacer un Máster?

*Los que conocéis las oposiciones por dentro ya sabéis lo retorcido y ridículo que puede llegar a ser el sistema de puntuación: dos puntos por tres cursos online que se hace cada uno en un fin de semana, 0,5 por cada título de idiomas (¡aunque sea del mismo idioma! ¡yo tengo 1 punto por que tengo el B2 y el C1 de inglés!) ¡pero apenas 0,7 por cada año de experiencia!

Bien, venga, vamos con el máster a muerte, a ver ¿qué hay por ahí? Tiene que ser online, claro, y tiene que ser oficial para que se me reconozca UN punto, para ser más competitivo, para cargarme a hostias a cualquier oponente opositor que me quiera plantar cara ¡¡¡¡si solo necesito una plaza!!!!

La oferta, bueno… hay de todo. Vi uno en el que daban cosas en 3d (3ds Max, Unreal y V-Ray) que se me hacía la boca agua… pero no era oficial. Hay un huevo de máster relacionados con la educación (Máster en Tecnología Educativa y Competencias Digitales, en Psicopedagogía, en Prevención y Mediación de Conflictos en Entornos Educativos, en Educación Especial, en Innovación Educativa… puedo seguir, la lista puede ser larga de verdad) pero, lo digo aquí que no nos lee nadie, me saturan un poco… hablando en serio, me considero ingeniero/técnico antes que educador, y busco algo que me motive más alejado de la educación en si misma. Y honestamente, busco mi mísero punto, no tengo mayores ambiciones. Me hablan también de uno sobre Prevención de Riesgos Laborales ‘que está tirao’ y es solo de ‘hacer test y entregar trabajitos’ que se puede sacar fácil y como un trámite… pero aún así sé que por mucho que me lo vendan como algo fácil en algún momento me va a tener ‘empantanao’, y sigo queriendo algo que me motive.

Y entonces ahí lo veo, «Máster en Astronomía y Astrofísica». Como podeis imaginar los ojos se me hicieron pesicola. No es barato, y el proceso de admisión (un poquito teatral a mi entender, aprovecho para decirlo) sigue pasando por enviar una carta de motivación y cumplir ciertos requisitos.

Me lo miré bien, lo sopesé con calma, no fue una decisión para nada precipitada, pero para que os hagáis una idea de las ironías al tiempo que determinación que la que me quería matricular del máster, el destino quiso que el día que me confirman la admisión y con un plazo breve para ejecutar el primer pago, me pillara en uno de los sitios con menos señal posible de la serranía Norte de Jaén. Me teníais que ver, literalmente, aguantando el teléfono móvil y el portátil en mitad del monte, para pillar algo de señal con la que enviar los datos y ejecutar el pago (que no voy ni a decir la cantidad)

Todo salió bien y aquí estoy: me está encantando el máster, estoy aprendiendo sobre todo cómo se hace la ciencia (para mi fortuna, y no voy a ser falsamente humilde, cuento con una buena base teórica y unos buenos fundamentos, y de momento nada de lo que hemos impartido me ha sonado a chino), pero lo que si puedo decir es que me he tirado por primera vez en mi vida unas navidades de empollar y redactar que no lo había visto en la vida. No había trampa, como profe sabía que contaba con ese tiempo y lo empleé bien (de hecho, me sobraron unos días al final), pero, os que erais igual de malos estudiantes que yo en la universidad (dificil) ¿os acordais cuando decíamos, cada navidad, ‘voy a estudiar’, y los apuntes se tiraban 15 días calentando banquillo? Pues esta vez, no. Esta vez he estado empantanado, pero bien.

La mayoría han sido entregas, si no aburridas (me ha molado hacerlas) tampoco es pertinente ahondar en ellas: análisis espectral de asteroides, cálculo de las características de un exoplaneta por el método de la profundidad de tránsito y la velocidad radial, transformación de sistemas de coordenadas esféricas, cálculo de características orbitales, arqueología digital en bases de datos para búsqueda de enanas rojas y astrofotografía galáctica…

Pero ha habido una, en la que sencillamente teníamos vía libre. Ni siquiera una actividad obligatoria, sino de esas para ‘subir puntos’. En la asignatura de «Exoplanetas y Astrobiología», una disertación (tema abierto), sobre la asignatura.

Lo titulé «¿Seremos nosotros los extraterrestres?»

Quince páginas escritas en una noche, y me quedé tan ancho.

No digo más, os lo comparto (en cómodos episodios).

«¿Seremos nosotros los extraterrestres?«

PD.: Aunque no me veais mucho en este blog, no significa que no esté activo en redes (aunque reconozco que menos que antaño). Efectivamente el hecho de ser profesor más que ocuparme, ‘drena’ mis ganas de escribir como ya expliqué en esta entrada, pero por instagram (personal y docente) me podeis seguir con bastante facilidad (suelo contar muchas tonterías en las stories). Espero que esteis todos bien. ¡Un saludo!

)

Pequeño Update de Vida (O cómo hacerse Youtuber en tiempos de pandemia, y que te paguen de verdad por ello)

Nota: Antes de empezar a hablar y decir bocanadas, espero y deseo que estáis todos bien, y que el confinamiento y el puñetero virus no os haya perjudicado mucho. Todos mis mejores deseos con vosotros. Y ahora, a lo que vamos.

¡Hooola! Que taaal… 😬🙄 …

Esto…. vamos hacer como si no llevase casi un año y como si no pasara nada, ¿verdad? Incluso con el tiempaco libre que (pensareis) he debido de tener con la pandemia (que es verdad, y al mismo tiempo, no), no he tenido ni la poca vergüenza de dejarme caer…
Pues de eso vengo a hablar. Y de más cosas, pero sobre todo de eso.

Porque en verdad, no he dejado de bloguear en estos meses

En realidad, me he vuelto bloguero* a tiempo completo, y me pagan por ello.

Entre otras cosas, yendo con ese sueldecillo a Berlín (pocos días antes del decreto de Estado de Alarma)

Como ya vine contandoos en las [una] [dos] y [tres] entradas anteriores, lo de ser profesor (interino) de Tecnología en los institutos de Educación Secundaria de Andalucía… lo estoy gozando de lo lindo. El año pasado en Luque, un pequeño pueblo de la Subbética cordobesa, y este en Pozoblanco, capital de facto del Valle de los Pedroches, famoso pueblo cordobés conocido por la leche COVAP, porque «la Manada» hizo otra de sus jugadas, y porque aquí murió Paquirri. Ah, y porque la Maranga a veces se aparece en sus carreteras…

Ahora en serio, lo he estado pasando estupendamente en Pozoblanco. Amigos y compañeros estupendos, en el durante me he metido dos viajes del ala (uno a Copenhague y otro a Berlín), y lo más bonito, unos alumnos que son un primor, nobles como ellos solos, y que hasta me trataban de ‘don’ (las entrañables cosas de los pueblos). ¡Y todo eso solo en cuatro meses!

Talleres de Tecnología en las jornadas de «puertas abiertas» para los alumnos de nuevo ingreso.

Claro, hasta que se apareció el tiranovirus

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Ser Profesor (4)

Nota: quedaba pendiente esta entrada, que querré referir en el futuro, y no encontré en su tiempo el momento de publicarla, por inacabada. Justo lo empecé a escribir hace un año, justo lo publico ahora. Covid aparte, sigue todo igual de vigente que entonces ;)

Hoy, 1 de Septiembre de 2019 (ya sabemos que Septiembre es el Lunes del año), me ha entrado definitivamente la bajona, mañana voy a Pozoblanco a presentarme y finiquitar temas de la búsqueda de piso, pasado he de volver a Luque a evaluar a unos cuantos alumnos*, y quien sabe cuantos días más tendré que ir a Pozoblanco (como es normal, estaré oficialmente incorporado) hasta que las clases empiecen oficialmente el lunes 16.

*Unos cuantos que no hubo forma de aprobar en junio, ni para atrás, ni por mucho que nos tapáramos la nariz

Pues hablando de bajona, hablaré tal vez de la cosa más fea que nos pasó el año pasado: entraron a robar.

El robo

Un fin de semana de finales de octubre (al parecer coincidía con una feria local), unos desconocidos entraron por una ventana de mi aula de Tecnología, y se llevaron numeroso material. Desde herramientas usadas y de escaso valor (martillos, alicates, sierras…) hasta material algo más caro como una soldadora, diverso material de medida, kits de pruebas, y un par de torres de ordenador. Otras cosas de valor, las dejaron intactas. Nunca llegaron a otras aulas. Un poco random todo. El conserje me esperaba el lunes cuando entraba a primera hora, y no pudimos dar clase, pues estaba todo aún desordenado y destrozado.

Lo más triste, era el escaso valor de reventa que podían tener esos objetos, gastados, usados, obsoletos. Chatarra. Sin embargo para el instituto si supone un buen golpe tener que adquirir todo es material nuevo otra vez. Se lo dejé muy claro a todos mis alumnos cuando les informé de este incidente; les dije «no me han robado a mi, no le han robado al instituto, no le han robado a la diputación ni a la junta ni al gobierno… Os han robado a vosotros». Me pregunto si el mensaje calaría. Sigue leyendo

Ser Profesor (3)

(Viene de aquí: «Las semanas siguientes»)

Oh, ¡Verano! ¡Prodigioso verano, que ya se acaba! Verano de funcionario, ¡¡de docente!! Y es que así es, señoras y señores, dos mesezacos de vida de gorrino pachón, de hacer dos viajes gordacos (a Irlanda, 10 días, y a Galicia, otros 10 días), además de varios viajes a Granada a estar con amigos y queridos, y alguna aventurilla más. Y mucho estar en casa. Y piscina. Y chapucillas. Y cosas creativas. Y hasta estudiar un poco. Y no hacer nada (que también)

Skellig Michael o Gran Skellig, islote en el extremo sudoccidental de Irlanda, y uno de los puntos extremos de Europa. La circunnavegamos el 20 de Julio, el 50 aniversario de la llegada a la Luna. Ah, y cierta conocida película se rodó allí

Tanto no hacer nada, que ni he escrito, ni publicado posts que tenía pendientes. No obstante, ya que ya sé donde me envían para este curso que entra (a Pozoblanco, en el mal llamado «Valle» de los Pedroches… y si, donde murió Paquirri), es hora de saldar esa deuda.

Y es que quiero seguir hablando de como ha sido la experiencia de primer año como profesor, (os recuerdo, un año en Luque, también en Córdoba); hablar de alguna cosa por la que ya me habéis preguntado (sobre qué supone ser tutor de un grupo y con ello, un poco un ‘padre’, pero lo quiero dejar para la última entrada). Pero la tutoría trae aparejadas algunas cosas ‘laterales’ que si no se saben gestionar, pueden resultar un poco incomodas, y en el peor de los casos, y aunque no ha sido el caso, hasta peligrosas.

Última vista de Santiago de Compostela (incluyendo las torres de la catedral) antes de seguir caminando hasta el otro Fin de la Tierra que he visitado este verano 😁

¿Vivir en el pueblo, o irse a la ‘ciudad’?

Una de las primeras cosas que tuve que decidir, al saber que me concedían vacante para todo el año, era decidir si me quedaba a vivir en el mismo Luque, de 3000 habitantes, o irme a otra localidad cercana más grande (Baena en este caso, que conforme escribía el primer borrador de esta entrada estaba con su ‘tamborada’ a full throttle), con más habitantes, más servicios, más vida… y más anonimato.

Insisto, Luque puede ser y es un pueblo precioso. Con lo bueno y lo malo que es un pueblo. Provengo de uno aún más pequeño, así que creedme, sé de lo que hablo. Puede ser hogareño, entrañable, que la gente te salude, te pare, te hable por la calle. Un lugar donde a la figura del docente todavía se la tiene en buena estima, con cierta aura de respetabilidad. También de tutorías gratis cada vez que compres el pan, y de no poderse tomar una cerveza tranquilo. Y también, lo sé por casos de conocidos míos, un lugar donde por ejemplo, tus alumnos les puede dar por rallarte el coche o se pueden presentar debajo de tu balcón a las 3 de la mañana de un fin de semana solo por hacer la puta broma, porque saben dónde vives.

Con todo, aunque yo sabía lo que quería, lo consulté con varias personas cercanas a mi sobre esta decisión; unas pensaban vehementemente que la opción correcta era el pueblo («no necesitarás coche, logísticamente es lo mejor, la tranquilidad que tendrás allí es impagable»), y otros razonaban como yo: lo mejor es separar, incluso físicamente, la vida laboral de la personal. Y Baena fue mi elección, a 10 km, yendo y viniendo todos los días (en mi coche, de lo que hablo luego), en un pisillo pequeño que me alquilé, con linea de fibra de 500 MB simétricos (ojo, ¡eso no lo hubiera tenido en el pueblo!), y con una cosa que valoro mucho: el anonimato

La ‘filtración’

Pues bien, tanto como dice el menda que valora su anonimato, atended a la ocurrencia graciosa que tuvo: la susodicha ‘filtración’ fue ni más ni menos que de mi teléfono móvil particular. Los padres y los alumnos se hicieron con mi número de teléfono privado, lo que no es otra cosa que una imprudencia e incluso un peligro, y pasó por no otra que por mi propia culpa.

Sencillamente, inocente de mi, en mi primer encuentro al tercer día con unos padres por la calle, se lo di. No solo mi correo asignado como funcionario, no solo el teléfono del instituto, sino mi número de teléfono personal. En el pasado lo he dado, a mis alumnos particulares, a los de la escuela privada, y en ese momento me pareció una buena idea.

¡Pero que no acaba ahí la cosa!: no contento con ello (de los padres todavía cabe esperar cierta discreción), y cuando empezaba a oler mi error, a los pocos días tuve la feliz idea de poner en el proyector mi propio Curriculum, para enseñarles un ejemplo (dentro de la asignatura de ‘Iniciación a la Actividad Empresarial y Emprendedora’…). Un curriculum que no había editado (busqué el que tengo en LinkedIn) y que, si, contiene mi número de teléfono. Y ese si lo vieron los alumnos. Los de 4º, además, algunos de los cuales andan*, irredentos, buceando en las profundidades de la adolescencia más insolente xD.

*(andaban, entre que escribí esto y lo publico ahora, han pasado meses y he notado cómo han cambiado 👌)

En los siguientes días recibí varias llamadas desde números anónimos, intentando trollearme, algo que supe cortar de raíz; y alguno me ha rondado el instagram, cosa que he solucionado bloqueando gente (aunque he de decir, con los meses he relajado y se ha relajado la cosa). El «daño» quedó contenido, pero lo peor no fueron los alumnos (diré que en general son buenos, muy inocentes y carentes de maldad); lo más incómodo, pueden ser ciertos padres. Pero hablaré más tarde de eso.

El coche

Otra de las cosas que quiero mencionar (aunque con brevedad), pues ciertamente me hace ilusión: todo esto de ser funcionario, tener un sueldo, y tener unas necesidades de transporte, pasan por adquirir el que sería, y es, mi primer coche.

Un señor Volkswagen Golf VI, 1.6 TDI de 105 caballos, y que en los 15.000 km que le llevo hechos (lo adquirí con 87.000), se ha portado de putísima madre – incluyendo por ejemplo, ir a Galicia y volver a través de Portugal este mismo mes.

Y esto que empecé pensando ‘me pillo algo tiraete, por 2000 o 3000€, un Megane* o un Focus como el de mi padre, pa salir del paso’, pero fui subiendo, me fueron liando (me fuí liando), y cuando el Golf apareció en escena y mi padre sencillamente dijo que me lo financiaba, la decisión se volvió inequívoca.

*Las lineas externas del Renault Megane de 2002 son un diseño que siempre me ha puto tenido enamorado, y durante años pensé que ese sería mi primer coche. No obstante, no pudo ser.

Hace ilusión tener un cochecillo, es «mi primer coche», y he de decirlo, un Golf no es ‘un cochecillo’, sino un cacharro que si lo cuido bien me dura fácil 10 o 15 años. Me resistía un poco a tener el Volkswagen frente a otros (un Golf tiene algo de icono, como la «manzanita» de Apple, y me negaba a pagar más por lucir esa chapa), pero por cuestiones de seguridad, construcción, posibilidades de reventa y otras más que me pusieron encima de la mesa, me acabaron convenciendo.

Como curiosidad, el primer mes estuve alquilando y desplazandome como una furgoneta de reparto. Me vino de perlas, eso si, para la mudanza… (En esta foto, en la preciosísima carretera que sube al mirador de la Cueva de los Murciélagos desde Zuheros)

Y hasta aquí por hoy. Aunque para la quinta y última entrada la guardaré para hablar de todo lo que ha supuesto ser tutor y la experiencia humana con esos encantadores y queribles demonios que son tus alumnos 😂… en la siguiente entrada, hablaré de viajes, asignaturas que no son mías, y ¡ojo cuidao!, robos… 😱

Ser Profesor (2)

(Viene de Los frenéticos primeros días)

Las siguientes semanas

Hablemos un poco del instituto (IES Albenzaide) y del pueblo.

Panorama de Luque, desde el castillo de Venceaire

Luque, de apenas 3000 habitantes (poco más grande que mi pueblo), se encuadra en la comarca sur («La Subbética», por el nombre de la sierra) de la provincia de Córdoba. Pueblo muy olivarero (también como el mío), justo a las faldas de la susodicha sierra, en el centro geográfico de Andalucía. Aunque tal y como he contado en la primera parte parece todo me resultaba sobrecogedor esas primeras semanas, he de decir que una vez superado el impacto inicial, Luque, y su instituto, resultan ser tanto objetiva como subjetivamente lugares encantadores. Una fortuna haber recalado en este lugar, para ser mi primer destino.

Respecto al IES Albenzaide, tenemos tan solo 126 alumnos y 17 profesores en el claustro. Típico tamaño para un instituto de secundaria de pueblo. Los niveles que tenemos van de 1º a 4º de ESO, con edades de alumnado que van de 11 a 16+ años (no hay Bachillerato, para eso van a Baena). Alumnos entrañables y compañeros encantadores; un lugar recogido, tranquilo, controlado, sin grandes incidentes ni conflictos.

No escribo esto para hacer la pelota ni porque lo vaya a leer nadie: lo pienso de verdad. Tal vez si esto fuese un instituto en una ciudad grande, o en la costa (donde los niños suelen ser más ‘resabiados’), o si tal vez hubiese 500 o 1000 alumnos, otro gallo cantaría. En este lugar, varios profesores confiesan que aspiran a jubilarse. El único pero es que la población va cuesta abajo, como en tantas zonas rurales, y en pocos años probablemente no habrá alumnos para hacer suficientes grupos (ahora solo hay dos lineas en 2º y 4º de ESO, en 1º y 3º solo tenemos un grupo por curso). Todos mis temores que confesaba en la primera entrada eran sencillamente los propios de llegar a un lugar, en el espacio y en el tiempo, donde todo era nuevo. La normativa, el papeleo, las responsabilidades…

rufo_83 ¡Espectacular amanecer el de esta mañana! Los mismos alumnos se quedaron sorprendidos, de paso me sirvió para explicar por qué esto pasa debido a la curvatura de la Tierra ;) #candilazo #amanecer #arrebol #luque #iesalbenzaide #cordoba #sunrise #redsky #cloudporn
15 DE ENERO

Pero ojo, no les quito hierro: no es baladí entender que eres responsable de 20, 30 alumnos, y de todo lo que pase mientras están contigo. Además en un aula especialmente ‘peligrosa’ como es la de Tecnología, en la que hay herramientas, elementos cortantes, aparatos eléctricos… y sobre todo, que por la dinámica de las clases, se presta más a que los alumnos se levanten, se muevan, y a poco que no pueda mantener mi atención sobre todos, quieran jugar, como es natural en niños de su edad.

Respecto a la burocracia, ahí esta: es un poco un coñazo, pero se hace, y punto, como en cualquier otro trabajo. Por ser jefe de departamento (soy el único profesor de Tecnología, ¡claro que soy el jefe de departamento!) y tutor (de un 2º), hay aún más responsabilidades añadidas (también algunas otras compensaciones); y lo que me superó un poco más, todo el tema de adaptaciones curriculares, cursos, coordinaciones, que no es muy relevante ahora explicar ni demasiado interesante para quien esto lea.

Y respecto a dar clase en si… me extenderé más, pero me gustaría ahora subrayar aquí lo que supone estar «ahí», on stage.

Dando lo mejor, siendo el líder, el responsable, la voz cantante. Te puede gustar la docencia, te puede gustar explicar, enseñar, transmitir pasión por el conocimiento… pero ser un profesor no es solo eso; además de evaluar y estar permanentemente atento y alerta, es lidiar con muchas personas, es inspirar, es resolver problemas, gestionar, y la parte más difícil, comprender que la mayoría de las veces, NO te quieren escuchar, ni hacerte caso, ni siquiera obedecerte. Sabéis lo insolentes que son los niños cuando entran en la adolescencia y pasan de reírse de tus pequeños chistes (que haces para reclamar su atención), a querer reírse directamente de ti. Es algo que puede impactar y con lo que por fortuna no me ha costado trabajo lidiar (aún tengo una edad en la que puedo usar la carta de ser el profe joven-enrollado-guay, aunque a menudo deba ponerme firme), pero insisto: no es fácil.

rufo_83 Aunque ahora la asignatura que imparto es Tecnología, la Geografía siempre me gustó mucho… (Hoy, dibujado de memoria durante una hora de guardia con estudiantes de 3°, pronto hablaré más sobre esta extraordinaria experiencia que esta siendo dedicarse a la docencia :))) ) #secundaria #profesor #tecnologia #geografia #ies #albenzaide #luque #cordoba #mapamundi #pizarra #sintrucos #worldmap #classroom #teacher #highschool #technology #geography #nocheats
12 DE OCTUBRE DE 2018

En ESADA, donde estaba el año pasado, era más que fácil dar clases: aquellos alumnos, además de mayores de edad, habían elegido eso; compartíamos todos una pasión (la del diseño), y la relación muy a menudo era de amistad, casi de iguales. Pero no puedo tomar eso como un ejemplo de docencia. Aquello fue algo que disfruté y con lo que aprendí mucho, y francamente echo de menos, pero que económicamente era insostenible. Aquí y ahora, si bien lo que hago está ciertamente mejor remunerado, la educación secundaria es la realidad, el frente de batalla, la primera linea. Con alumnos de todos los orígenes, condiciones, estratos sociales e inquitudes intelectuales (incluyendo aparentemente ninguna, aparte de sofá y móvil). Con más o menos capacidades, y sobre todo, con más o menos interés en todo esto de estudiar, aplicarse, aprender…

Y uno sale ahí: al tablado, a actuar. Ya estemos resfriados, o tengamos la cabeza como un bombo y hartos de pedir silencio y orden, ya traigamos problemas personales de nuestra vida privada; ya llueva, truene o se desaten los infiernos: hay que seguir dando clase, y hay que hacerlo dando la mejor versión de nosotros mismos. Por que ser docente es también ser actor, ser vendedor, ser líder, ser ejemplar, en resumen: ser profesional.

Siguiente entrada: de mudanzas, coches nuevos, filtraciones…(por publicar)