Rufo Kimble

No me preguntéis por qué, estoy buscado por la justicia, soy un fugitivo. No me preguntéis por qué, no soy culpable, y ni siquiera sé de que me acusan. No me preguntéis por qué, he de demostrar mi inocencia a toda costa y el tiempo corre en mi contra. Pero sobre todo, no me preguntéis por qué, en vez de tener el físico de Harrison Ford, tengo el físico y la cara del malo, Carlos Cano, digo, Andreas Katsulas.

Y ahí estoy, atrapado en un atasco, en medio de la autopista, y un agente me ha visto y ha dado el aviso por radio. Solo me queda salir corriendo, ir hacia un hospital donde tal vez tenga mas oportunidades de despistar a la policía. Dejo atrás mi coche mientras veo como me van rodeando, agentes federales, guardias nacionales, policía local, de trafico, SWAT, los esquivo a todos como un experto jugador de rugby, parece que estoy untado en aceite porque no me coge ni uno: o soy terriblemente rápido o ellos patéticamente lentos. Tan rápido soy, que ni la cámara que está grabándolo todo puede seguirme mientras subo cuesta arriba huyendo de ellos (Es curioso, pero el realizador conecta directamente con la cámara del hospital para seguir mi pericia: el sabe donde voy pero las fuerzas del orden no). Y allí me planto, en verdad vuelve a haber seguratas en la entrada y me tengo que escaquear de ellos: sé que dentro me será más facil esconderme con tanta gente, tanto caos, tantas habitaciones. En una de ellas veo a un profesor mio de la universidad vomitando litros de pasta de dientes verde-colgate sobre su cepillo, para reciclarla. En algún otro momento, otro profesor pone crucigramas, que en vez de ser rellenados con palabras, han de ser rellenados con formulas. Mientras, sé que por fuera acordonarán el hospital, pero volveré a desaparecer sin dejar rastro ni sospecha.

Es un hospital lúgubre, decrepito aunque lleno de gente, sin ventanas, de azulejos verde oscuro y corroídos por la humedad y el deplorable mantenimiento. Y allí solo hay un policía, pero es El Policía, solo me tengo que ocultar de él, pero me ve, él lo ve todo. Solo me queda correr de nuevo, como un condenado, pero él si es rápido, y subo y bajo escaleras, escaleras de estación de metro, escaleras estrechas, escaleras anchas llenas de gente, de madera, de mármol escurridizo, oscuras, angustiosas, escaleras externas de incendios, de suelo metálico de rejilla, escaleras, escaleras, escaleras. Al final le he despistado, estoy tan alto en el hospital que ya no es un hospital, es un edificio feo en el que solo hay pobreza, yonkis y prostitutas, con telarañas, heces de rata, jeringuillas en el suelo, tres dedos de roña, empapelados roídos y tejados feos. Sigo subiendo y aunque está algo mas limpio, ya no hay nadie, estoy solo en el edificio, tan solo y tan en silencio que asusta. Empiezo a abrir puertas para ver donde me puedo esconder y solo encuentro pisos inhabitables, por todos ellos parece haber pasado un huracán, con muebles tirados por el suelo y colchones roídos, parece zona de guerra, balazos en las paredes, me da cosa estar allí, pero no me queda otra. Sigue leyendo

Fotos en sueños

Me pasa algunas veces cuando estoy soñando y me pasan cosas curiosas: desde tan espectaculares ver una montaña flotante que se sostiene por la presión del chorro de agua de una pequeña fuente que hay en su base, hasta tan aparentemente aburridas como comer espaguetis en mi cuarto, junto a John Locke y Hurley de Perdidos, viendo con ellos su propia serie, en mi ordenador… y me pasa que a menudo pienso, dentro del sueño, ‘voy a echarle una foto a esto’.
Pero pienso echar la foto, no solo porque lo que quiera que sea eso, sea impresionante y un momento digno de recordar -que también-, sino porque en una voltereta extraña a medio camino entre el sueño lucido y la estupidez absoluta, pienso ‘Echo las fotos con la cámara digital y luego, cuando me despierte, las vuelco al ordenador’.

Es decir, una parte de mi llega a darse cuenta que estoy en un sueño, y de que lo que hay enfrente mia es como mínimo digno de ser recordado, pero al mismo tiempo, ni llego a caer en la lucidez de ser plenamente consciente de estar en un sueño (y poder controlarlo, que solo lo he podido hacer un par de veces), ni en la logica obviedad de que cualquier foto que eche en el sueño va a ser en vano: que yo sepa no tengo ningun puerto USB saliendo de mi cerebro…

Y todo esto, es todavía solo hablando de las veces que consigo echar las fotos dentro del sueño. En esas ocasiones, al despertarme, me jode darme cuenta de que esas fotos no sirven para nada.

Pero la mayoría de las veces ni siquiera las echo, solo lo pienso. ‘Debería echar la foto, debería echar la foto’, me repito dentro del sueño, y por unas cosas y por otras, por despistado, procrastinador, perro, dejado, vago y remolón, al final el sueño se acaba, me despierto y al final no he echado la puta foto. Lo peor, es que estando ya despierto, consciente, con los ojos abiertos, sabiendo que estoy en mi cama, en mi cuarto, aún sigo pensando: «Joder, que tonto no haber echado fotos, ya no las puedo pasar al ordenador»…

Sueño con rabia

Nota: para cualquiera que llegue aquí por azar y no me conozca, deseo que no me malinterprete en este sueño. Soy una persona absolutamente normal, y aunque mentiría si dijese que jamas en mi vida he tenido ganas de romper algo por un cabreo, soy una persona tranquila y pacífica. Esto es solo un sueño y de hecho la experiencia que viví en ese sueño fue nueva en ese momento para mi. Y de esa novedad es de lo que me apetece especialmente hablar. Por otra parte, habla de una situación aunque absurda, incómoda, y que a mi mismo me pone un poco el cuerpo malo cada vez que releo esto. Avisados estais por tanto.

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Hace unas cuantas semanas tuve un sueño muy particular. El sueño era en algo como un bar de camping/balneario al aire libre, no tenía mucho de sueño ni de surrealista. El caso es que estoy sentado en una mesa, con mi madre, con un amigo de mi pueblo al que no veo hace años, una tita mía, y una cuarta persona borrosa e indeterminada (tal vez el marido de mi tía, tal vez mi propia hermana, tal vez los dos), igual que eran ellos podrían haber sido otros, no me parece relevante para el sueño.

El caso es que mi madre pide una lata de Aquarius, se lo traen, y mágicamente, cosa de los sueños, en la mesa ya hay un vaso lleno cuando se lo traen, de un refresco similar pero que no es cosa de mezclar. No sabemos de quien era ni que hace allí el vaso pero no me importa (no nos importa) bebérnoslo. El caso es que le digo a mi madre que no lo vaya a mezclar, que me eche a mi la lata, que me la eche a mi, que me la eche a mi, que me la eche a mi…

Tapas en buena compañíaY vaya que si me la echa, me la echa encima de la comida, el caso es que lo empapa todo y lo deja incomible, y a mi con cara de gilipollas. Ni tan siquiera me salpica a mi, no estoy molesto por eso, pero no entiendo el gesto ni como ha podido entenderlo así. Y tan tranquila, y yo pregunto ¿¿que haces??, a lo que ella responde ‘ay hijo, yo que sé, me has dicho que te lo eche, no te pongas asi’, y yo ‘pero vamos a ver, que lo eches al vaso, no que me lo eches a mi, a quien se le ocurre!’

Entonces empieza la paranoia. Porque salta mi amigo y le da la razón a mi madre, dice –bueno tío, le has dicho que te lo eche, no sé por qué te pones así‘, y mi tita lo mismo, y la cuarta persona o quien fuera, se ponen todos contra mi, pues según todos ‘¿Quién iba a saber nada, sobre si quería yo echar el líquido en el vaso o encima mía?’

Ahí me empiezo a echar las manos a la cabeza, estoy flipando, ¿A quien cojones se le ocurre? ¿Quién puede pensar así? ¿No es OBVIO que quería beberme la lata, no ducharme con ella? Nadie reconoce que posiblemente estaban en un error: es más, ni siquiera nadie hace un atisbo de disculparse. Se les había ido a todos la olla, la cosa va hacia más, ya no me importaba tener todo mojado, sencillamente no entendía porque se había llegado a esta situación en la que todos se habían alineado instantáneamente en contra mía, sin razón ni provocación previa, y eran incapaces de ver algo que creo que es obvio. ¿Las reglas, el mundo ha cambiado delante mía y no me he dado cuenta? Es cuando me empezó a embargar una sensación de frustración, impotencia, y sobre todo, sobre todo, rabia, RABIA, de saber que yo llevo la razón y todos se ponían en contra mía, ser el único que sostiene mi postura y nadie intenta entenderme, mientras que yo soy incapaz de entenderlos a ellos. A todos se les ha ido la perola: el loco no soy yo: mi maldición es que en verdad soy el único que queda cuerdo.

Y mientras monto un espectáculo a voces empiezan a decirme Muy bien, Rufo, muy bien, sigue así, tú sigue con esa mala ostia que ya veras donde vas a llegar en la vida’, que a mi ya me entraban ganas de darle una patada a la mesa y mandarlos todos a tomar por culo, me parecía increíble como todos se habían puesto en contra mía, y sobre todo, saber que estaban equivocados, saber que yo era quien tenía la razón y no poder hacer nada por cambiarlo.

En fin, el caso es que cuando me desperté me dije, ‘Bennnndito sea, ‘ndito sea: gracias que solo era un sueño’. Es curioso ese alivio, con mayusculas que tiene uno después de ciertos sueños en los que uno puede hacer cosas comprometidas, al comprobar que nada es real, que no hay consecuencias.

No le busquéis ningún significado sobre si tengo alguna frustración o algún otro trasfondo en plan psicoanalítico, aparte de que no creo en esas cosas, me sorprendió verme en esa situación y tener esa reacción; al tiempo que me resultaba absolutamente creíble, convincente y creo que le podría pasar a cualquier persona.

Técnicamente se puede argumentar que en el sueño, ambas partes teníamos razón, y ambas partes teníamos nula intención de entender al otro, lo que nos separaba, polarizaba, radicalizaba y finalmente enfurecía, con el agravamiento de que una parte se veía acorralada, en este caso la mía. Me parece un ejemplo muy ilustrativo de como funcionan ciertas cosas en la sociedad, y por supuesto me hizo pensar. Una vez más, refuerza la teoría que alguna vez he comentado aquí, que los sueños son un campo de entrenamiento para enfrentarnos a emociones desconocidas: yo nunca había experimentado una rabia similar, nunca me había sentido acorralado de ese modo, solo, y en una postura aparentemente radical, aparentemente irreconciliable. Ahora conozco la sensación, y sé que es real, y no me cogerá por sorpresa la próxima vez que me enfrente a ella en el mundo real.

Como punto curioso, cómico y distendido -quiero intentar compensaros después de la ración de bilis-, antes, en el sueño, Pierce Brosnan (¿¿??) había venido a coquetear con Muriel con la ceja levantada y el rollo ese jamesbondiano que se trae siempre. El caso, es que con el cabreo, todos los de la mesa me dicen ‘pues con tu mala ostia te vas a dormir esta noche a otro sitio’, y yo pensando, ‘claro, y encima dejar vía libre al Brosnan y no poder estar vigilante’… Y no es que desconfíe de Muriel, pero el Brosnan es el Brosnan. Luego le conté el sueño a Muriel y me dijo ‘Bah, el Brosnan no es mi tipo… ‘, pero solo para añadir segundos más tarde ‘…aunque ahora que lo dices…’

xD

Menos tonterias y mira el eclipse, que la Luna está preciosa.

(nota: obviamente este post tendría que haberlo puesto antes del eclipse, no ahora. Lo siento, ni siquera yo me acordaba y si no me avisan no lo veo ni siquiera… )

¿Dedicasteis un mísero minuto a salir a la calle, o asomaros a la ventana a mirarla? ¿os acordasteis? ¿teniais alguien cerca para recordaroslo? Tranquilos, un eclipse de luna, por fortuna, no es tan raro como uno de Sol. No pasa cada mil años como seguro que ha dicho algun periodista patán, de hecho es normal que haya dos eclipses lunares al año (y puede haber más), y normalmente van asociados en el mismo ciclo a algun tipo de eclipse solar (Es más común un eclipse lunar por la sencilla razón de que la Tierra es mas grande que la Luna, y es más facil que la segunda caiga sobre la sombra de la primera y no al reves).
Pero ahí lo tuvimos, lo compartimos, lo apreciamos y nos sirve. A unos, para reflexionar lo pequeños que somos en el universo. A otros, para apreciar y disfrutar sencillamente de algo bello y que no se observa tan a menudo. O para llamar a alguien que está lejos y compartirlo mientras sabeis que los dos mirais al mismo sitio. O para despejar un poco la mente y tomar el aire fresco. O cualquier otra cosa. O todas ellas.

(O ninguna, porque eres de esos que miran dos segundos cuando te lo comentan y dices uysiquebonito para hacer el paripé, pero en fin, tú te lo pierdes)

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Os habreis dado cuenta (los que habeis mirado) que la Luna se veia roja, tirando a rojiza…. ¿Por qué?

Desde la Luna, la Tierra tapa por completo al Sol. Al contrario que en los eclipses solares, donde la Luna se interpone entre la Tierra y el Sol, por una magnífica y afortunadísima casualidad cosmica para nosotros, ambos cuerpos tienen el mismo tamaño aparente (pues la Luna es obviamente mucho más pequeña que el Sol, aunque también está mucho más cerca de nosotros que este… ¿de veras hace falta explicar estas cosas?)
La Tierra es unas cuatro veces mas grande que la Luna (en diámetro) y como consecuencia, desde la Luna, la Tierra se ve cuatro veces más grande que el Sol, haciendo obviamente que este quede completamente cubierto y de sobra.
¿Como es entonces, que si la Luna entra de lleno en la sombra… esta sigue iluminada?

Desde aqui, en la Tierra, los eclipses son absolutamente espectaculares (aun no he visto ninguno y es sin duda una de esas cosas que TENGO que hacer), pero no podeis ni imaginar lo que debe de ser ver un eclipse de sol…. desde la Luna. Justo lo que allí sucedió anoche.
La atmosfera de la Tierra, ese elemento mágico del que dispone nuestro planeta (y no la Luna), dispersa la luz del Sol. Del mismo modo que aun tras haberse puesto el Sol (o antes de salir este), vemos el resplandor durante un buen rato -lo que conocemos por atardecer o amanecer-, esa misma luz que es dispersada por la atmosfera llega hasta la Luna, desde donde se ven, al mismo tiempo, todos los amaneceres y atardeceres de la Tierra, lo que debe de ser un bellísimo anillo de fuego que baña a la Luna de este color. Tal y como la vemos.

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Pues eso. Menos tonterias y mirad arriba. Aunque sea de vez en cuando.

Miedos viscerales

raven.jpg¿Miedo a la oscuridad? ¿Por qué miedo a la oscuridad? No es tanto miedo a la oscuridad en si misma; es miedo a todo lo que ello supone, a todo lo que puede esconder: la oscuridad, en si misma, no es nada: pero puede serlo todo. Puede ser lo que te imagines. Puede ser precisamente eso a lo que más miedo tienes en el mundo. Aunque ni siquiera sepas qué es eso, aunque sea el miedo en si mismo.

Otra cosa que pasa, los miedos al fin y al cabo desaparecen por si solos, desaparecen viviendo, experimentando, viendo que en realidad no hay peligro alguno. Todos los niños creen en monstruos debajo de la cama (igual que creen/les hacemos creer en reyes magos, papas noeles y ratoncitos mágicos, supongo que una cosa está relacionada con la otra)… y poco a poco vamos aprendiendo la cantidad de gilipolleces que nos cuentan y dábamos por verdaderas.
Pero por ejemplo, hay cosas que están tan arraigadas, en las que la própia lógica tiene tan poco que hacer… ¿hay remedio para eso? Si uno tiene miedo a montar en avión, con lo mismo razonado antes, ese miedo se le acabará quitando viajando mucho y comprobando en persona que no pasa absolutamente nada. De hecho, seguramente sea el único método, por muchas estadísticas que se muestren (lo típico: en coche hay -muchos- más accidentes), por muchas explicaciones que se den acerca de ello, la mejor forma es vivirlo en tus propias carnes, como suele pasar siempre (pues no solemos aprender de experiencia ajena).

¿Pero y si el miedo ya es en si mismo el miedo al miedo? No miedo al avión, sino miedo al miedo que vas a sentir cuando estés montado.
Y que al fin y al cabo, ¿que hacer? Uno no tiene porqué montarse todos los dias en avión, pero ¿y si le tienes miedo a algo más común? Arañas, serpientes, ratas, insectos en general… el trato con ellos lo mismo te lo quita… ¿funcionaría meterte en una bañera llena de ellos? ¿se te quitaría la tontería y el pavo? ¿o te crearía un auténtico trauma?
Y claro, no habla uno del miedo a que te pique o te muerda o te coma, no hablo del miedo a que el avión se estrelle: hablamos del miedo al propio bicho, de miedo al miedo…