Introducción
Llevo unos días enganchado al Crysis 2, un FPS al que le tenía ganas desde hacía bastante tiempo. Le tenía ganas, muchas, muchas, muuuuchas ganas. Y me venía preguntando, también desde hace tiempo, si llegado el momento merecería un artículo en el blog. Supongo que porque siempre me he intentado mantener aquí alejado de temas que impliquen demasiados tecnicismos o que se salgan un poco por la tangente, explicando algo que me interesa a mi casi en exclusiva. Pero por suerte, en este juego no solo he encontrado diversión y tiros, sino algo más, un algo que juntado con otra idea que tenía guardada de hace tiempo (hablar sobre efectos digitales) me hace creer que puedo fabricar un artículo medianamente comestible. Haré lo que pueda con los tecnicismos, y si no, os los saltáis que tampoco pasa nada. Vamos a ello.
Que me flipan los efectos especiales, ya lo sabeis: no es ninguna novedad. Cuando hablo de esto con un cinefilo, casi me tengo que poner a la defensiva, y tampoco entiendo por qué tengo que explicarme. Me gustan los FX en si mismos, y tal vez en otro universo me dedicaría a ello, si no fuera -eterno- proyecto de diseñador industrial (y no cierro la opción). Supongo que tengo que insistir: me gusta mucho el cine, adoro un buen guión y unas buenas interpretaciones (y sé distinguirlos), tanto como el que más.
E independientemente de ello, me gustan los efectos especiales tal cual. La técnica que se encierra tras ellos, la de los artilugios y quebraderos de cabeza necesarios para construir la idea que tienes exactamente en la cabeza. Y que cabría largamente discutir el encanto que hayan podido perder con el devenir de los efectos digitales, la libertad que ofrecen es irresistible.
(…)
Hablando de efectos digitales: ¡¡Terminator 2 tiene ya 20 años!! En un recopilatorio de películas que pienso publicar más pronto que tarde cito a Terminator 2 como un momento relevante en mi vida, igual que, por razones similares, luego lo es Parque Jurásico, y que luego, aunque en menor medida, lo son otras como La Amenaza Fantasma o Avatar. Todas tienen en común haber “roto el suelo” en el mundo de los FX, todas ellas, la de abrir nuevas puertas de par en par a opciones que antes, a la hora de idear cosas para guión, mejor te acostabas un rato. Todavía pasarán muchos años hasta que se universalicen y se usen para cosas relativamente triviales como envejecer o rejuvenecer a un actor o duplicar a otro – aunque obviamente para la gran mayoría de historias nunca harán falta grandes efectos especiales, más allá de las ventajas de poder reemplazar un cielo nublado o borrar unos tendidos eléctricos molestos.
*Impresionantes, si, pero anecdóticos es como prefiero considerar otros efectos digitales ochenteros como la lengua de agua de Abyss (1989), el caballero de la vidriera de El Secreto de la Pirámide (1986) o la gloriosa secuencia del Genesis en Star Trek II: La Ira de Khan (1982)
(…) Sigue leyendo