No una, ni dos. Puedo decir que he visto Blade Runner tres veces en el cine. Película atemporal donde las haya, de una ambientación y pureza técnica exquisitas.
Voy a empezar como otros posts de películas que me gustan mucho mucho mucho. Empezaré hablando de cómo te empieza a gustar.
Supongo que me fijaría en Blade Runner mirando en artículos de revistas, en libros sobre cine, en reportajes, reseñas, compendios, en una época anterior a Internet, donde encontraba místicas referencias (y reverencias) a esa película protagonizado por un joven Harrison Ford. Lo mismo hablamos de mediados de los 90, cuando la película empezaba a remontar vuelo en la estima de los aficionados mientras yo no era más que un niño.
Tiempo así pasó, hasta que la echasen en la tele (por supuesto en La 2, a las tantas de la madrugada) para poder grabarla en vídeo. Ni siquiera la vi inmediatamente, antes se la presté a un amigo que como yo, pensaría que era sencillamente ‘lenta’. De eso tal vez hace diez años. Igual que lo cuento, la vi una tarde aburrida, y como me avisaron, encontré una película lenta. Impecable en cuanto a efectos especiales, pero por lo demás tengo que decir que no me gustó. Tenía un regusto extraño al fondo.
Como el vino. No te gusta la primera vez que lo pruebas. Y sin embargo, un día vuelves a hacerlo.
No eres capaz de explicar que es lo que te hace volver a ver la película, a pesar de que no te gustó aquella primera vez. Extrañamente, te gusta más la segunda vez. Lo que inevitablemente te trae una tercera. Una cuarta, una quinta. Que cada vez te gusta más: es de las que siempre sacas algo nuevo. Compartes opiniones, y te das cuenta que es una puta y auténtica obra maestra. Finalmente la mitificas, pero es algo que la película consigue por méritos propios: cada visionado produce en ti sensaciones nuevas que se acumulan y reviven en cada nueva visita.
La pude ver por primera vez en el cine hace tres años: en la semana de cine fantástico de Málaga se hicieron un par de pases, e incluso Rutger Hauer se dio un garbeo por allí. Menudos cuatro amigos nos juntamos: Iñaki, Jaime, Ruben y yo, en la misma categoría de frikismo por el cine. Una bonita experiencia: ver una película mítica en una ocasión única en el cine. Por desgracia la ocasión se vio manchada por una bobina con más de veinte años, y todas las letras hay que usarlas, llena de mierda: colores corridos, rayas, manchas, pelos y un sonido horrible que hizo reventar un par de altavoces. Con todo, un deliciosa ocasión, para una vez más, encontrar detalles imposibles de encontrar en la copia vcd que todos teníamos. Experiencia digna de recordar.
Nos encontramos posiblemente con la película de ciencia-ficción más “letrada” que existe: sus continuas referencias y alegorías la convierten en un manjar exquisito y en un clásico tan imprescindible como indiscutible: el dilema del hombre convertido en Dios y nuestra responsabilidad como creadores, la etérea linea que define a humanos como ‘especiales’ y ‘diferentes’, la persecución de la inmortalidad, la redención del ‘hijo pródigo’ o ‘ángel caído’, lo relativo de la percepción humana, la visión sobre sociedad futura condicionada por la tecnología, la expansión de la raza humana y el agotamiento de la Tierra como hábitat, el control y tiranía de las mega-corporaciones y el estado casi policial, la mezcla total de culturas, la paradoja de cazador cazado, el estereotipo de ‘mujer fatal’; el contraste entre ‘replicantes’ con pasiones humanas, y personas ‘reales’ desprovistas de toda rasgo de emoción… Entre todas, elijo subrayar el trabajo de diseño de producción: la brutal ambientación, esa oscura, sucia y cargante atmósfera, esas calles y edificios siempre con cuatro dedos de roña, ese tremendo y virtualmente infinito universo solo sugerido que te atrapa y consigue hacer que te sumerjas hasta profundidades que pocas obras consiguen; película que empujó los limites y no fue apenas igualada hasta décadas más tarde. Con un estilo (incluyendo la música de Vangelis) que ha sobrevivido como ninguna otra el paso del tiempo: su 2019, clarividente con treinta y ocho años de antelación aún sigue siendo totalmente creíble y aplicable, a pesar de que ya solo nos encontramos a apenas doce años de esa fecha.
Lo de este fin de semana ha sido distinto. Como en la ocasión antes contada, ha sido sin prepararlo demasiado: tenía previsto ir este finde a Granada, y ante la nueva noticia de que Blade Runner se estaba echando en el cine, decidí adelantarlo un dia, puesto que era el último que se pasaba. Solo se exhibe en Granada, Madrid, Sevilla, Valencia y Barcelona, en principio durante una semana. Una maniobra que le ha salido redonda a la distribuidora: todo empezó con un par de pases selectos en Estados Unidos, que fueron hinchando la burbuja, que llegó a España también con un par de pases selectos y que hoy por hoy nos encontramos con que se está prorrogando la muestra de la película en todos los cines donde se exhibe.
Muriel había intentado ver la película: por unas cosas y por otras no la había podido acabar, asi que al menos todavía reservaba el final para la pantalla grande. Y allí nos presentamos: resulta que esta solo en versión original subtitulada (perfecto), y gran sorpresa, solo se exhibe en Digital. Gran gran sorpresa.
ACOJONANTE. Después de aquella vez en Málaga, después de tantos años de divx mierdoso, verla en digital es sencillamente lo más espectacular ante lo que te puedes encontrar. Me gustaría no tener que insistir pero la experiencia me obliga: a cada ocasión que tengáis, id a ver una película en proyección digital. Que se imponga este formato ya. Es la PERFECCIÓN ABSOLUTA de la imagen. Y lo peor es que no te das cuenta hasta que lo ves; sueles creer que el celuloide da una calidad cojonuda. Fuera roña, traqueteos, pelos, rayas. Fuera ruido. Fuera toda la mierda. Claridad cristalina. Te entran ganas de decir que se ve mejor que el propio mundo real, y aunque no sea cierto, te hace apreciarlo más. Y lo peor es cuando vuelves al celuloide: es como cuando vuelves a tu piso de estudiante después de estar en tu casa. (Si, sabes que no limpias, sabes que tu madre lo hace, pero no lo notas hasta que vuelves y las chanclas se te pegan al suelo o algo cruje a tu paso…)
Pero volvamos al tema.
Los pelos de punta durante media película. Nudo en la garganta en un par de ocasiones; una de ellas, por supuesto, el momentazo lagrimas en la lluvia. Cantidad ingente de detalles nuevos descubiertos. Muriel diciéndome que le ha encantado, y conversando sobre la película durante el resto de la noche. Otra hora hurgando Wikipedia revisando datos. Bajando más compilaciones de la BSO de Vangelis. Pensando ya en como pillar el estuche. Y ante la perspectiva de ir de nuevo al cine ante la llegada de mi hermana, prevalece ante Beowulf (también en digital) y otras tantas alternativas, la perspectiva de volver a ver Blade Runner.
Y que así sea, y que se me pasen de nuevo dos horas volando, ya sin leer los subtítulos, solo fijándome en detalles, revisitando y saboreando tranquilamente la película, memorizando, aprendiendo, y sobre todo disfrutando. Y mi hermana y Muriel diciéndome (otra vez) que les ha encantado y prolongando de nuevo la conversación el resto de la tarde :)
Misteriosamente, esta película ha escalado muchos puestos (y no estaba precisamente al fondo de la lista) en mi ranking de peliculas favoritas. Que todo son rachas, pero hoy por hoy digo que me gusta más que Matrix. Y cuidado con lo que digo.
A los que lean esto a tiempo: todavía está en el cine, pero espabilad. A los nuevos, dejo la mítica pregunta en el aire: ¿es Deckard un replicante? Y a cualquier biólogo que se pase por aquí, pregunto directamente: ¿la conversación que mantienen Tyrell y Batty acerca de proteínas represoras y recombinación del código genético tiene algún sentido o es pura ‘retórica’, valga la redundancia?
Esta película de esas que crecen contigo. Porque conforme creces, aprendes, vives mundo, la recuperas y vuelves a saborear matices nuevos que antes eras incapaz de apreciar por tu inmadurez. Hablamos de una obra inagotable y eterna. Y tener la ocasión de verla en el cine, en Digital, en THX 5.1, dos veces, y con una excelente compañía, no tiene precio :)