El valle inexplicable inquietante (‘uncanny valley’, en inglés) es el nombre de un curioso fenómeno, mencionado ya en 1970 por el ingeniero japones Masahiro Mori, el cual describe la forma de la que desarrollamos, como humanos, una respuesta emocional hacia una creación artificial de aspecto humanoide un robot, en función de que este se parezca más o menos a un humano.
Sería de esperar que mientras mientras mas real parezca, más simpático debe caer, asi, al llegar al realismo absoluto e indistinguible de la realidad, la confianza acaba (teóricamente) siendo plena. Este incremento debería ser proporcional y lineal. Pero poco antes de llegar a este estado de realismo absoluto, esa capacidad de crear empatía no solo se anula sino que se vuelve fuertemente repulsiva, es decir, ciertos artilugios o representaciones no solo no caen bien sino que provocan un fuerte rechazo.
En un punto concreto, se ve raro, asusta, da grima. Con lo que mejor lo entenderéis -y a lo que principalmente se refiere- es si os recuerdo esos robots japoneses con piel de goma que de vez en cuando ponen en las noticias, o esos muñecos del cine de los 80 (La Diana de V tragandose la rata, La Cosa de John Carpenter, el Terminator con la piel caida…)
Otro ejemplo es el de ciertas películas de animación por ordenador: Final Fantasy fue un monumental fracaso de taquilla, dicen, por lo pretencioso de su aspecto visual (sin lugar a dudas espectacular, pero no lo suficientemente realista para saltar completamente el valle), mientras que en otro punto se coloca a el Gollum de la trilogía de los Anillos, como uno de los mas impresionantes hitos de la animación, y que curiosamente (a pesar de lo repulsivo del personaje) cae en general bien a todo el mundo. Otro ejemplo podría ser el hecho de que robots como R2D2 y C3PO caigan bien, o la conflictiva convivencia de los humanos con los Replicantes en Blade Runner.
En nuestro cerebro se cruzan los cables: lo que en principio se podría considerar real revela otras señales más sutiles nos avisan de algo sospechoso, enfermo tal vez, desconocido, raro y de lo que a resumidas cuentas, hay que desconfiar.
Algo que me parece un dato bastante revelador acerca de la naturaleza humana.
Hoooombre, es que en la parte más baja del «valle inexplicable» está el muerto viviente… Y los zombis dan bastante mal rollo… sobre todo si intentan comerse tu cerebro.
Pues sí que es curioso. Me llama muchísimo la atención que precisamente la línea de «humanoides en movimiento» sea la que más oscila en todo el gradiente. Del amor al odio hay sólo un paso…