Hace unas pocas semanas el mundo del cine perdió a uno de sus compositores más queridos y conocidos: James Horner. No quiero dejar pasar la ocasión para rendir unos mínimos honores a este gran músico que tan felices nos ha hecho a muchos.
Igual que no se suele dudar quién ha sido el científico más importante de todos los tiempos, personalmente tampoco tengo problemas al proclamar quien es, como el de muchos mi compositor favorito. Al igual que en el primer caso, el problema viene al buscar el segundo. Ahí están Goldsmith, Zimmer, Morricone, Vangelis… pero, con la machacona excepción de Zimmer, ninguno ha sido tan prolífico en el mainstream como Horner. Hablaría de su tendencia a repetirse, de su apego a ciertos efectos de sonido (‘martilleador de yunques’ lo han llegado a apodar), de su mítico ‘parabará’, e incluso de sus polémicos ‘préstamos’. Horner ha sido amado, y también odiado. Es más, existen muchos que aman odiarle, y a quienes os interese ahondar, aquí van un puñado de enlaces sobre esas polémicas, en las que no me quiero entretener más: (1), (2), (3), (4), (5), (6).
Por que la mejor forma que se me ocurre de hablar de él es hacer un repaso por las que creo que son sus más brillantes piezas y bandas sonoras, que eclipsan totalmente cualquier pecadillo en el que haya caído este genial maestro.
Ahí va mi top ten, espero que lo disfruteis.
10) La Tormenta Perfecta (Wolfgan Petersen, 2000)
Recuerdo que cuando vi esta película en el cine, y empezaba a conocer ‘el sonido Horner’ (ya tenía entonces bastante relamida la BSO de Titanic), la reconocí enseguida como ‘otra más’. Horner acababa de hacer un muy poco tiempo ‘El Hombre Bicentenario’, ‘Deep Impact’ y ‘La Máscara del Zorro’, entre otras tantas, e incluso para alguien entonces totalmente lego como yo, se me hacía evidente la repetición de su sonido. Si bien las otras que he citado no son nada destacables, la de ‘La Tormenta Perfecta’ es una banda sonora a la que le he acabado cogiendo mucho gusto.
Es potente, tiene su propia personalidad (molan los toques de guitarra, tanto acústica como eléctrica) está bien cuidada, y sobre todo, recoge a cojonudamente temas como la inconmensurabilidad, implacabilidad y profundo respeto que requiere el mar; es sobrecogedora y fría por momentos al representar la tormenta, y cálida y humana al representar a los protagonistas, recogiendo también la nobleza, entrega y sentido de la aventura del oficio de nuestros trágicos heroes.
Es ciertamente un ejemplo paradigmático del ‘estilo Horner’, pero eso si, del mejor Horner. Una buena iniciación a su sonido.
9) Titanic (James Cameron, 1997)
Despues del ‘mal rato’ que James Cameron hizo pasar a Horner diez años antes durante el rodaje de Aliens (luego hablamos de eso), tardaron once años en volver a reunirse. A Cameron le había encantado su trabajo en Braveheart, y a Horner le atraía mucho la idea de crear música para una historia como la del Titanic. Acordaron trabajar juntos, Cameron le dio carta blanca, y el resultado a la vista está: un Oscar, la BSO más vendida de todos los tiempos, y si, también Celine Dion.
Obviando esto último, Horner creó una BSO poderosa, llena de coros, acertados toques célticos, romanticismo, y también, potente en su maquinaria, rugiente como las calderas del Titanic. No puedo hablar mucho más, hace tiempo que no la escucho, y, seré honesto, me cuesta trabajo volver a ella. Me pasa igual que con las películas que realmente me gustan: a menudo me dejo un tiempo sin visitarlas (hace años, por ejemplo, que no veo las de El Señor de los Anillos), para recuperar algo del impacto cuando eventualmente vuelva a ellas. He de reconocerlo: la BSO de Titanic realmente me conmueve, y además fue una de las primeras que poseí en CD, junto con las de Star Wars, con lo que con ella me introduje en el mundo de las bandas sonoras.
Si le he de buscar un defecto que siempre me ha chirriado, es el inexplicable uso de sintetizadores como sustituto a instrumentos (y coros) reales, error que queda solventado en la edición extendida. Me pregunto si eso era decisión de Horner o fue una injerencia ajena, ya que no dudo que hubiera dinero y tiempo para la creación de esta. Conmovedora y sobresaliente, sin duda alguna.
8) Avatar (James Cameron, 2009)
Tercera colaboración entre Horner y Cameron. De nuevo Horner gozó de plenitud de tiempo (no hizo otra cosa durante tres años) para experimentar y hallar sonidos y texturas únicas y originales: tenemos una BSO etnica, compleja, rica en matices. Si no fuera por sus reconocibles parabará, es una de las BSO más alejadas del ‘estilo Horner’ al tiempo que una de sus más curradas. Realmente original y jugosa, considero que está bastante infravalorada. Ni que decir tiene que la película me encanta.
7) Braveheart (Mel Gibson, 1995)
Tal vez la BSO más aplaudida y laureada de Horner. Para muchos es la definición de ‘épica’, pero más que por la música de sus batallas (que es con la que normalmente me quedaría, y ni duda os quepa de que es totalmente sobresaliente), me quedo, contrariamente a mis tendencias naturales, con los temas de amor. «For The Love of a Princess» es un pasón, aunque aquí prefiero dejaros con el tema final.
https://www.youtube.com/watch?v=rxZcHUhQNXo
Merece aquí mencionar que también esta BSO contiene uno de los casos más obvios de ‘autoplagio’ de Horner, que no dudaría unos años más tarde en repetir un tramo entero de esta obra en ‘El Hombre Bicentenario’, quien sabe si por razones de tiempo o por orden de Christopher Columbus (se conoce que muchos de los casos señalados de Horner como autoplagios, han venido del expreso deseo del director de ‘repetir tal parte’ de tal otra película suya).
3) Willow (Ron Howard, 1988)
Muy conocida por haber sido utilizada a menudo en televisión y cine para diversos anuncios, trailers y montajes, es una de las más recordadas de Horner sin saber que es suya. Se trataba de la próxima gran producción de George Lucas, pero Willow fue un poco una decepción en taquilla en su momento, algo que contrasta con la notoriedad y categoría de ‘película de culto’ que ha ganado con los años. Además de ser un evidentísimo ‘rip-off’ de ‘El Hobbit’ por parte de Lucas, es una de las pocas películas de aventuras y fantasía que se hicieron en los 80 que realmente goza hoy de renombre, y sin duda en buena parte se le debe a la BSO de Horner, en una de sus numerosas colaboraciones con Ron Howard. Muy entrañable.
5) En Busca del Valle Encantado (Don Bluth, 1988)
Lo que voy a decir es muy curioso: esta es una de las bandas sonoras de mi infancia. Y digo que es curioso porque a) No recuerdo que me empezaran realmente a gustar las BSOs hasta las ediciones especiales de Star Wars, cuando tenía yo 13 años (todo un hombretón ya, vamos), y b) Tampoco recuerdo ver En Busca del Valle Encantado de niño, sino ya de más mayor.
Sin embargo, es escuchar el tema principal, y automáticamente me retrotrae a una época de magia, inocencia y maravilla que me son desconocidas (atentos al 1:49). Considero que es una de las cuatro grandes BSOs melódicas que tiene Horner en los 80, cuando aún hablamos de aquel Horner alejado del estilo más marcado por la percusión y el viento-metal que luego abrazaría. Este es el otro Horner, que muchos ignoran, y que también es maravilloso.
4) Apolo 13 (Ron Howard, 1995)
Horner se embarca aquí en un reto del que sale airoso. Representar musicalmente la aventura, el riesgo, el desafío tecnológico, el poder de la ciencia e ingeniería, y la tenacidad de una nación, la llamada más grande del mundo, embarcada en una aventura que en realidad pertenece a toda la humanidad. Todo esto en una banda sonora llena de matices y emociones, desde la inquietud, incertidumbre o ansiedad, a la expectación y esperanza de que la capacidad de improvisación y e inventiva humanas sobrepasen los riesgos inherentes de la exploración hacia lo desconocido.
La pieza que escojo, recoge a la perfección la gloria y majestuosidad del logro que suponía hacer volar al gigantesco cohete Saturno V, ese rascacielos volante que casi cincuenta años después sigue sin ser superado. Una montaña rusa que me pone los pelos de punta, y el ritmazo que le imprime Horner aumentan la tremenda efectividad de la escena puntos enteros. Igual que con toda la película.
3) Star Trek II: La Ira de Khan (Nicholas Meyer, 1982)
Un jovencísimo James Horner entraba pisando fuerte en su primera gran película de Hollywood, con una score potente, épica y entregada a la aventura que rivalizaba directamente con la que un peso pesado como Jerry Goldsmith* había creado para la primera entrega de la saga, y muy en la linea de lo que podrían haber creado otros grandes como John Williams, Elmer Bernstein o Alfred Newman. La score de Star Trek II (aquí podéis ver a Horner hablando de la creación de esta BSO) es un clásico que trasciende la serie que todo sea dicho, nunca se ha quedado coja en cuanto a calidad (y cantidad) de compositores.
*Irónicamente, no sería la última vez que Horner tomaría el relevo de Goldsmith, pues volvería a hacerlo en la saga de Alien. Me pregunto cuantas veces hablarían ellos sobre esto, dado que por un tiempo (momento cotilleo) Horner estuvo saliendo con la hija de Goldsmith.
Escojo la pieza que cierra la película, donde existe el punto doblemente emotivo de escuchar las palabras de Leonard Nimoy narrando las míticas lineas «…where no man has gone, before». Grandioso.
2) Aliens (James Cameron, 1986)
Primera colaboración entre James Horner y James Cameron. Desconozco como llegaron a conocerse, pero son muy conocidas las tensiones durante la elaboración de esta BSO, que no se puede calificar de otra manera más que heroica. Tres semanas le quedaron a Horner para crear la banda sonora desde cero, sobre una película que aún no estaba acabada. ¿El resultado? Lo que Horner llamaba ‘una aproximación al 70 u 80% de lo que me hubiera gustado hacer’, una nominación al Oscar en reconocimiento al sobrehumano esfuerzo, y un cabreo monumental con Cameron que tardó diez años en deshacerse. En el historial de bajos momentos, el total copia/pega que Horner hizo, por poner un ejemplo, para el tema principal: lo sacó directamente de «2001: Odisea en el Espacio». Y en el de altos, tener en cuenta que aún en las pauperrimas condiciones en las que trabajó, se atrevió a experimentar con sintetizadores y usos heterodoxos de los instrumentos con la finalidad de vestir esa agobiante, cargada y conseguida atmósfera tan magistralmente representada por Cameron en la pantalla. Una de las mejores y más míticas bandas sonoras de Horner.
Me cuesta trabajo quedarme con una pieza, pero escojo una de las más potentes y conocidas. Imaginad. Una estación alimentada por fusión nuclear a punto de detonar. Una reina Alien persiguiendo a nuestra heroina. Un ascensor que no funciona. Un aliado que nos abandona. Llevamos dos horas y media montados sin descanso en este tren del infierno, y la fiesta no hace más que ir a más. Intensidad. Agarraos los machos, viene la cuenta atrás.
1) Krull (Peter Yates, 1983)
He tardado años en comprender que no es casualidad que grandes películas, además de buenos guiones y dirección, traigan también buenas actuaciones, así como bandas sonoras. La fotografía, los efectos especiales, el diseño de producción, todos pueden ser comprados con una buena suma de dinero; pero no los anteriores. Y me di cuenta que esto no pasa por casualidad, no se alinean los planetas, sino que cuando los implicados se dan cuenta de la calidad del material que tienen entre manos, a veces pasa, se entregan más, provocando una sinergia que aumenta de forma exponencial la calidad del producto final. Pasa pocas veces, pero pasa.
Por eso Krull es tan rara. Es una película comprensiblemente muy olvidada, aunque también comprensiblemente, no del todo. En los años 80 no faltaron intentos, más o menos acertados, de recuperar la fantasía, épica y sobre todo, el éxito de Star Wars, mezclando las mejores de las voluntades con una precariedad de medios a menudo sonrojante. Ahí nos quedaron, por ejemplo, Dune en el lado de los dignos intentos; en el otro polo, Flash Gordon o He-Man.
Krull es una producción británica de aventuras y fantasía de 1983 queda en tierra de nadie. No destaca en nada, pero tampoco tiene grandes defectos. Como podéis imaginar, cuenta el viaje iniciático de un humilde siervo tiene en sus manos el destino de salvar su mundo, y ello incluye a la princesa. Tendrá muchas ayudas, y también se enfrentará a muchos desafíos, donde perderá amigos y conocerá también a muchos otros. Previsible a más no poder, pero aún así, un espectaculo disfrutable. El diseño de producción, dadas las evidentes limitaciones, es bastante encomiable, y encuentro particularmente inquietantes (lease, conseguidos), el aspecto de los esbirros así como del malo principal. Es además uno de los primeros papeles en el cine de Liam Neesom, y por lo demás, puedo decir que cuando la vi, hace pocos años, la abracé con mucho cariño y comprendí que de haberla conocido en su momento, hubiera sido una peli importante (para bien o para mal) en mi infancia, tanto en lo perturbador, como en lo mágico.
Pero por encima de todo, está su banda sonora.
Quiero pensar que aquí Horner se estaba dando a conocer, volcando todo su ser, de forma visceral, en cualquier proyecto que cayera en sus manos, por pequeño, mediocre o irregular que fuese. No pongo en duda la valía de Horner como profesional, y no dudo del compromiso de él, como de cualquier otro buen trabajador, con la tarea que le es asignada. Pero todos sabéis a qué me refiero, a esa ‘milla extra’ que damos de nosotros mismos cuando se trata de un proyecto que nos enamora, que nos hace disfrutar. Tal vez Horner disfrutaba, tal vez creía realmente en esta película. O tal vez, sencillamente era un recién llegado (sin duda lo era), un novato dispuesto a usar desde el principio todos sus cartuchos, creyendo que vendrían más oportunidades, tiempos mejores.
Y sin duda vinieron, y Horner tuvo una carrera plagada de éxitos y grandes obras, como hemos visto.
Pero aún quedaría una de sus primeras obras, de una olvidada película británica, un diamante increíble en su tamaño, energía y pureza. Tal vez sea injusto decirlo, pero posiblemente es la mejor, más fresca y poderosa música que Horner jamás crearía.
Magia pura.
Descansa en paz, maestro.
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