Nota: Esta es la primera parte de una serie de entradas relativas al diseño industrial, originalmente destinadas a ser parte de otro proyecto; proyecto que como tal, nunca vio la luz. Ahora rescato estas entradas.
¿Qué es el Diseño Industrial?
La palabra ‘diseño’, en la cultura popular, se suele asignar a productos de calidad, pero con una apariencia espectacular e incluso ostentosa. Esto incluyen desde muebles a automóviles, pasando por dispositivos electrónicos, o aparatos de cocina. Sin embargo esta visión del diseño es muy reducida, ya que parece querer decir que el diseño solo existe cuando este es absoluto protagonista.
Sin embargo, la realidad es que el diseño está presente en todos y cada uno de los procesos industriales y de ingeniería: el diseño está presente en cualquier acto creativo, cada vez que el hombre transforma algo; el diseño esta totalmente presente en nuestras vidas, incluso, y especialmente, cuando este es invisible.
Como ingenieros de diseño industrial, cuando somos preguntados en qué consiste nuestro trabajo por alguien de nuestra generación pero ajeno al mundo de la ingeniería, en nuestra particular experiencia solemos remitirnos al programa de televisión ‘Cómo lo Hacen’. En este ameno y popular show se ve cómo se fabrica desde una lata de refresco a un piano, pasando por tablas de surf, ratones de ordenador o piezas de Lego. De forma muy genérica e insistimos, explicado para alguien lego en la materia, ese es el trabajo de un ingeniero en diseño industrial y/o de producto, que mano a mano con otros ingenieros de innumerables disciplinas (mecánicos, electrónicos, informáticos, industriales…), nos dedicamos a crear artilugios que solucionan problemas comunes, así como averiguar el modo de fabricarlos, de la forma más eficiente posible, y sin descuidar su calidad.
Sin embargo, como dice un viejo dicho, ‘realmente no conoces algo si no eres capaz de explicárselo a tu abuela’. Por mucho tiempo que le hayamos dado vueltas a este dilema, por muchas charlas entre colegas del gremio, y la única palabra que es coloquial al tiempo que mínimamente precisa, es la de inventor.
Y efectivamente, inventamos, creamos artilugios, ‘ingenios’ (de ahí la palabra ingeniero), que solucionan dichos problemas. Problemas de muy diversa magnitud, desde cómo pelar más fácil un huevo cocido, hasta cómo crear un automóvil eléctrico cuyas baterías se carguen y reemplacen más rápido.
Por supuesto el diseño industrial, además de servirse del conocimiento científico, la tecnología de materiales y los avances en procesos de fabricación, no debe estar carente de valores éticos, morales y humanos.
El diseño industrial debe ante todo ser útil, bello, y honesto.
• Útil, también en el sentido de eficiente, ergonómico.
• Bello, en el sentido de atractivo y placentero para los sentidos.
• Y honesto, siendo no solo elegante, sino también sostenible (con el medio ambiente), y desde luego transparente en su función.
El diseñador industrial es el puente entre el acto de creación y la industria; entre el arte y la máquina; de el hombre para el hombre, a través y con ayuda de la ciencia, la técnica y la tecnología.
En cualquiera de los casos, el fin último del diseño industrial es proveer soluciones, mejores, más eficientes, facilitando y mejorando no solo los procesos que acontecen en la industria, sino haciendo más fácil y cómoda la vida de las personas.
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