El conocimiento es poder (I)

*Una vez más, aviso: Ladrillo va.

Una cosa que (nos) suele perder a los amantes de la ciencia, y por extensión, a muchos aficionados o profesionales de cualquier especialidad es el ramalazo de desanimo y falta de paciencia que solemos tener cuando nos encontramos hablando ante alguien que no tiene la misma formación y conocimientos que nosotros. Solemos pensar o decir un ¿como es que no lo sabes?, con una sorpresa impaciente que normalmente provoca un sentimiento a nuestro interlocutor de estar siendo despreciado. Es jodidamente normal encontrarse con gente ni siquiera les suene al hablarle de las leyes de la mecanica newtoniana, o del poeta nació en Fuente Vaqueros, del análisis sintáctico de una oración o a que corresponden las siglas ADN. Son cosas que debería saber todo el mundo, puesto que se encuentran en el programa de la educación general básica, y con todo, las olvidamos. Al fin y al cabo la cultura es solo eso: lo que recordamos después de haber aprendido y olvidado, un poso. Con todo lo dicho, es completamente cierto que saber todas estas cosas no te hace intrínsecamente mejor persona. Como bien dicen en Microsiervos estos dias, se puede ser un doctor con Nobel de Medicina y seguir siendo un perfecto gilipollas.
Pero concretamente los que somos de ciencias tenemos siempre una impresión: nuestra disciplina está seriamente infravalorada. En el mismo límite de lo grave, para que más paños calientes. Incluso los que se las dan de cultos (insisto: que se las dan). La inmensa mayoría de la gente, y hay cifras que citan un 95% de la población, es científicamente analfabeta.

El principal problema de la sociedad con respecto a la ciencia es el concepto que se tiene de ella, pues solo le van la cara abstracta, tediosa y difícil, reservada para los cuatro ‘frikis’ que la entienden. Se admite: si, la ciencia es necesaria, pero ya se encargará alguien, todo esto es en una sociedad donde se celebra la frase «mejor que saber es tener el teléfono del que sabe», donde alguna vez un amigo te pregunta si existe ‘un libro pequeñito y rápido de leer donde venga «todo»‘, y a pesar de la sangrante impaciencia implicita en el mensaje por ‘adquirir conocimiento’, ofrecerle una alternativa, el susodicho ni la hojea.

No se trata de pedirle a todo el mundo que sepa lo que son las cefeidas variables. Tal vez si eres astrónomo, por deformación profesional y ya que todos tus amigos también los son (recordemos: Dios los cría y ellos se juntan ;) ), acabas distorsionando tu percepción del mundo y te extrañe cuando te cruzas con alguien que no sabe de que hablas.
*Para más referencias, véase la serie «The IT Crowd», de emisión habitual en la Mula.

¿Pero que carajo es entonces la ciencia? ¿De qué hablo? ¿Mecánica, electricidad, cálculo, álgebra, estadística, química, biología, geología, astronomía, informática…?¿Matemáticas y Física?. Si, bueno, todas esas cosas son ciencias. Complicadas, incluso para quien las estudia, aunque no hablo en ese sentido. La ciencia, aparte de todo lo dicho, es una forma de pensar. Es lo que llamamos el pensamiento crítico y escéptico. Y es la ciencia la que ciertamente nos enseña a pensar así, aunque corre a nuestra cuenta aprender a aplicarlo.

Los científicos, que como analizaré mas adelante caemos en el pecadillo de la soberbia, nos encanta decir una cosa. Nos encanta decir que la ciencia es humilde, pues ciertamente lo es: lo es ante los hechos. Es posiblemente uno de sus aspectos más bellos, de lo mejor que puede aportar la ciencia al mundo al que vivimos. Los científicos, por contrario, a veces no lo somos. La ciencia se somete por completo a los hechos, es humillada sin piedad cuando se presenta ante un experimento contrastado (y contrastable) que eche por tierra una bonita teoría, por bonita, elegante o útil que nos haya sido hasta ese momento. Por supuesto, derribar una teoría no es algo que se haga todos los días: es un proceso extremadamente serio y riguroso, de repetir cierto experimento cuantas veces y de cuantos modos haga falta para comprobar su validez. No se demuestra la validez de una teoría con experimentos nuevos, solo se corrobora. Lo que se demuestra, en todo caso es su invalidez.

Esto es como ser un cornudo o un traidor: la lealtad se demuestra siendo leal siempre. Ahora, basta fallar una vez…

Y el pensamiento científico consiste precisamente en eso: en comprender la globalidad de la situación, considerando sistemáticamente todos los datos, recogiendo nuevos datos si es posible y contrastándolos con la teoría destilada de los antiguos, ejecutando e ideando nuevos experimentos que pongan a prueba nuestro teoría. Siendo críticos. En eso consiste ser escéptico, en no entusiasmarse con una idea y dejar que la ofuscación nuble nuestro juicio. Lo contrario a ello es ser un radical y/o un fanático.

(sigue)

El conocimiento es poder (y II)
¿Para quien son (sirven) las películas románticas?

4 comentarios en “El conocimiento es poder (I)

  1. 1. Ya tardabas en escribir un ladrillote :-)

    2. Yo diría que es el conocimiento en sí mismo lo que está infravalorado. ¿Crees que las ciencias están poco consideradas entre la población? Imagínate la situación del griego clásico o de la historia medieval. Ahora se valoran otras cosas, fundamentalmente la riqueza y la capacidad de generarla, muy por encima de la «sabiduría», así en general. ¿Qué responderá un 90% de la población cuando le preguntes por la utilidad de estudiar una carrera universitaria? Pues eso.

    3. El pensamiento crítico lo enseña la ciencia, muy cierto, pero ¡qué necesaria que es esa necesidad en la vida diaria de todo el mundo! Me pregunto el efecto que puede tener leer un periódico o ver un telediario en nuestros días a alguien que se traue todo. Bueno no, no me lo pregunto, ya lo veo todos los días.

    4. Haces bien en recomendar la Biblia y el Corán. Son libros mitológios muy divertidos a ratos y muy, muy poco conocidos. Yo tengo uno de cada, entre los libros de cocina y los tebeos de Mortadelo.

  2. Pingback: El conocimiento es poder (y II) « Pequeña Ración Individual de Personalidad

  3. 1. Pues una vez más se corrobora que mis ladrillotes son demasiado ladrillotes (tengo que aprender a moderarme). Dados los resultados, procedo a responder :)

    2. Exacto. Simplificando viene a ser lo de la frase; «mas vale tener el teléfono del que sabe». La gente quiere resultados rapidos…

    3. Es lo que hace la mayoría de la gente. Desecha las cosas, información de usar y tirar. No se que es peor, si creer que sencillamente cada uno anda al limite de sus posibilidades en cuanto a posibilidad de asimilación de información o es pura pereza :S

    4. Libros de gran valor histórico. En casa tenemos muchas Biblias y al menos un Corán. Y ya te hablé de como es mi padre ;)

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