Su grasienta melena rubia y su rostro curtido y ajado por tantos años de peleas y alcohol se escondían bajo su capucha, aunque algunas mechas de pelo se escapaban y ondeaban al viento. Estaba subido al borde de un andamio que se asomaba a un amplio y profundo bocado en el suelo del desierto salado, del cual procedía un acre olor a muerte, a óxido, a residuos químicos y metales pesados. La estructura a la que estaba subido parecía destinada a soportar la de una nave encallada, a modo de monumento; una nave blanca circular, con la clásica forma de platillo, incrustada con violencia en el superficie salada del antiguo lago, mientras, uno de sus flancos se elevaba unos 10 metros en el aire, absolutamente destrozado, tal vez por el impacto de un misil. La estructura de la nave permanecía de un blanco impoluto, excepto la parte que había recibido el impacto había sido invadida por el intenso rojo oxido, malsano, con su estructura descubierta, pútrida, casi parecía corrupta a la usanza de la materia orgánica.
-No sabemos nada de él. Ni siquiera que edad tiene. Los datos más antiguos a los que nos permiten acceso son de hace 10 años, y tampoco es mucho: solo este vídeo.
Apartamos la mirada de él y nos dispusimos a ver el video. Transcurría precisamente en esa boca abierta del suelo, y era un volcado directo de la señal de su nervio óptico, es decir, un vídeo en primera persona. Vemos como anda detrás de un guardia de seguridad por un terroso camino, abajo en el barranco, en lo que parece son solo unos metros al aire de una compleja red de galerías subterráneas. Es un día nublado, gris oscuro. En ese instante ante sus pies cae del cielo una pistola. No todo estaba perdido. Dos mujeres fuertemente armadas se descuelgan por la pared del barranco y acribillan a los soldados: estos apenas son adolescentes, y su sofisticado equipamiento no compensa su deficiente entrenamiento, incapaces de enfrentarse a su primera y única acción de guerra. Otra vez la guerra. La señal sináptica detecta como el protagonista se estremece al ver esos cuerpos acribillados, cayendo ante el fuego de las granadas y de las bombas incendiarias, uno tras otro. Había jurado no volver a matar. Y allí estaba, siendo rescatado por dos de sus viejas compañeras. Camaradas que de repente, necesitaban su ayuda.
El rescate no les había salido tan limpio como pretendían: alguno de los soldados había conseguido dar la alarma y antes de darse cuenta ya estaban allí dos tanquetas escupiendo implacablemente balas sobre ellos. Si se demoraban demasiado los zumbadores no tardarían en aparecer y todo habría acabado. Él se había quedado arriba, sin apenas cobijo pero teniendo al alcance de sus manos una de las ametralladoras de las torretas de vigilancia, si es que las tanquetas le dejaban alcanzarla, por supuesto. Sus dos compañeras habían conseguido inutilizar una de ellas, que ahora yacía reventada en el fondo del barranco, pero la otra que tenia una ametralladora periscópica que les tenia en serios apuros. Apenas se intentaba acercar a la torreta, la tanqueta se elevaba, casi podia alcanzar cualquier angulo, no habia cobijo posible. En la oscuridad las ráfagas de balas trazadoras iluminaban todo el barranco y por momentos habia linea directa de tiro: le era posible ver directamente el cañon de la tanqueta resoplando fuego, y quien sabe como es que las balas no le alcanzaban directamente. Alguna lo hizo sobre su casco, y ni siquiera entiende como el impacto no destrozó sus cervicales, aunque aquello le aviso de que le iba a hacer falta algo más que cojones para deshacerse de esa fastidiosa tanqueta.
La señal del vídeo acababa ahí. Mientras, ahí arriba él lo había estado recordando todo, sin necesidad de ver el vídeo. Nos miraba de reojo con cierto rencor en su mirada: estábamos hurgando en algo que no le apetecía recordar. Aunque debía cuadrarse ante nosotros, algo nos decía que le debíamos un respeto y una consideración que definitivamente no estábamos teniendo con él.
Y en eso él recordó sus dias en la isla, aquel verdor, aquellas aguas divertidamente peligrosas, aquellos animales aun por catalogar y esa tenue atmosfera en la que constantemente alcanzaban a verse las estrellas. Y por supuesto, aquellas constantes escaramuzas con los contrabandistas por defender su terreno. No fueron dias tranquilos, pero sin duda los echaba de menos: eran lo más parecido que había tenido a un ‘retiro’. Y le costaba entender como habia vuelto a esto.
con decirte que yo el otro dia en un sueño utilicé unos guantes que me habia comprado.. en otro sueño distinto de hace mucho tiempo, y ahí seguian.. a veces creo que llevo una vida paralela ahi dentro.. jaja
Jajajaa, lo de las ‘sagas’ de sueños es otro temazo para escribir largo y tendido, aunque yo los suelo tener en la misma noche, con capitulos de la misma saga intercalados con otros sueños que no tienen nada que ver…
¿o es sencillamente la sensacion de haber soñado antes con ello? Lo peor es no saber ni siquiera a ciencia cierta si lo has soñado, si tiene algo de real o si ni siquiera fue una de las dos cosas…