El dia que el coche de los clics superó los 140 Km/h

Uno de los siguientes posts va a hablar de como me encantan los efectos especiales. Quería contar ahí una anécdota pero creo que es lo suficientemente buena para su propio post.

Bien, ahí va. No se me ocurrió un invierno de 1993 otra que intentar reproducir la mítica escena de Regreso al Futuro, cuando el DeLorean atraviesa el tiempo y deja un rastro de fuego donde se supone iban sus ruedas.
Se me ocurrió que si dejaba dos regueros del alcohol del botiquín en el suelo, y los encendía al paso que un coche pasaba sobre ellos, podría conseguir un efecto parecido. Desde luego, si aquel día hubiera tenido cámara de vídeo lo hubiera grabado, pero igual era sin ella. La idea fué coger el coche de los clics de playmobil, uno blanco y descapotable, y acoplarle con esparadrapo dos cerillas a los parachoques, de forma que rozasen el suelo y al entar en contacto con el alcohol lo prendieran. Ademas las baldosas del suelo del sótano de mi casa eran, y son, de una aleación ferrosa; el caso es que puedes encender una cerilla directamente contra ellas, asi que si lo hacia bien, podía encender las cerillas haciendo correr el coche con la suficiente maña.

Ni tan siquiera lo ensayé, dibuje dos regueros de alcohol en ese suelo, procedí a colocar el coche y lo raspe contra el suelo para encender las cerillas.

El efecto fué precioso. Exactamente igual que el de la película, ojala lo hubiera grabado. Conforme el coche pasaba por encima del alcohol, este se iba prendiendo al tiempo que las ruedas se iban empapando. La velocidad fue la justa para que el fuego corriera al tiempo que el coche, exactamente al mismo tiempo, de forma que este alcanzó a los neumáticos y estos prendieron mientras aún estaba el coche en mi mano.

Y ahí me encuentro yo, rulando por el suelo un coche en llamas sin siquiera darme cuenta, ensimismado por el efecto que había conseguido. La peste a goma quemada llegó a mi nariz antes de que la llama hiciese estragos, llevé el coche inmediatamente al lavabo y allí pude salvar lo que quedaba, no antes de que quedase permanentemente deformado, aunque aún se podía jugar con él. Este coche todavía existe, pero yo no escarmenté con el fuego. Ese mismo verano me regalaron una lupa, y de hecho no conservo ningún otro coche de aquella época, y realmente tenía muchos. Pero esa es otra historia…

Momentos: el “gota de fairy”

Hará como unos tres años. Volvía a Málaga para los examenes de septiembre, ese momento en el que de tu grupete de amigos solo hay cuatro en la ciudad, supuestamente con la misma obligación de estudiar que en febrero o septiembre y la misma no-disponibilidad que ello implica, contrastados con unas ganas de volver a verse y echar un buen rato de charla de botellón la plaza de la Merced.

Aquella vez solo estábamos Germán, Jaime y yo. Quedamos los tres, se acopló algún relativo más pero digamos que esa noche estábamos solos. La rutina fué la de siempre: botella de Johnny Caminante con coca-cola y yelos, gentío en la susodicha plaza, recoger los bártulos lo suficientemente tarde como para no poder entrar en ningún sitio decente y acabar, como siempre, entrado en el MetroPol; conocido entre amigos también como AntroPol.

Allí nos plantamos los tres con nuestros cojones, apáticos, expectantes, con esperanzas de que pasara cualquier cosa extraordinaria, con probabilidades aplastantes de lo contrario. Local lleno, variedad de gente, pachangueo, música, luces… seis tios rapados y petados* (*musculados) en medio de la pista…, lo de siempre. ¿Lo de siempre? Esos seis tipos eran llamativos. Vestidos del mismo modo, camisetas negras y ajustadas. Muy ‘fashion’, me parecieron. Incluso parecía que entendian: seis gays en medio de la pista sin querer saber del resto del mundo. Ni puta idea de lo que eran, la verdad. O eran gays, o no lo eran. Efectivamente, no lo eran. Reconocí el logotipo de las SS en la camiseta de uno, una esvástica en el brazo de otro, cara de pocos amigos en la de otro. Quienes uno se imagina. Asi que mejor quedarse en la esquina.

Entonces es en ese instante, (entradas ya buenas horas, cuando el DJ de turno empieza a poner música algo más ‘alternativa’ = no pachangueo), cuando no se le ocurre otra cosa que hacer sonar «Fiesta Pagana» de Mago de Oz. El local entero no esperó hasta el momento de «..alza el puño y ve…» para alzar el puño izquierdo y dar saltos mientras la tensión inevitablemente aumentaba. Era cuestión de segundos, los eskinjeds empezaron a darse puñetazos en el pecho y poner el brazo derecho en alto al grito de ‘vaspañajoderostia!

Y llegó el momento gota de fairy. Hay que estar atentos porque es cosa de nanosegundos. Nadie ve nada, solo se ve alguien en el suelo, otro dando saltos/patadas/puñetazos al del suelo y un circulo de varios metros de radio en el que no hay absolutamente nadie más. Igual que los bancos de peces se evaporan ante las fauces de un tiburón. Igual que una bandada de pájaros ante cualquiera de sus depredadores. Igual que la fina capa de grasa del anuncio en el momento en que cae la gota de fairy. En un local que no daba más de si.
Lo siguiente es una ola de porteros, aun más armarioempotrados que los nazis, que los arrastran con espectacular facilidad fuera del local. No se sabe nada más ni hay mayor incidente, ningún daño a nadie. Nada que pase de anécdota.

Supongo que lo habéis visto, pasa a menudo en las aglomeraciones; conciertos, festivales, macrodiscotecas. En una ocasión tuve el privilegio de ver uno de esos momentos desde una posición elevada: espectacular. Creo que el análisis matemático de este tipo de evento puede ser fascinante. Ese trabajo se lo dejo a otro.

Momentazo

Ayer tarde. Innovación Tecnológica, clase de presentación, aula llena.

Profesor: (…) Soy además director de (…) empresa del parque tecnológico (…) ¿Alguien conoce Bic Euronova?
Aula: (…)(murmullo, cada uno a su bola como siempre)
Profesor: ehmmm… Tú. ¿Conoces bic’ronova?
Yo: Si, bueno… un juguete que se fabricaba hace 10 o 15 años… ¿no? … ¿He escuchado bien?


Necesitaba contarlo para la expiación.. xDDD

*Zulo y compañía, si no os veo antes que os cuente Manolo su versión , que él estaba allí.