Ea, aquí va. Le llevo dando vueltas años a esto (¡Copépodo, maldición, te me adelantaste!), pero la verdad, me daba cierto reparo recomendar algo de lo que no me siento especialmente orgulloso.
Me gustan mucho (mucho) las patatas fritas.
Pero no me gusta tanto que me gusten. Hacer esta comparativa, para mi (hablo absolutamente en serio) es el equivalente a hacer una comparativa de marcas de cigarrillos. Y no soy fumador, que conste (solo me faltaría eso). Pero estoy, he estado, enganchado a las patatas, for a long time. Por gustarme que me gustasen, me gustarían muchas cosas, pero voy a aprovechar la alucinación en la que vivo en la que creo que este año si me voy a cortar las excursiones vespertinas al frigorífico y que voy a hacer mucha bicicleta y piscina, y lanzar una oda a este delicioso manjar, a modo de despedida. Manjar del cual durante muchos años he estado diciendo, más en broma que en serio, que era mi adicción personal, hasta que me he dado cuenta que dicha adicción es completamente real (vamos, que los temblores y la espuma por la boca al tercer día de no probar patata no eran de origen psicosomático). Total, que aquí va el que pretendo que sea uno de los clásicos imperecederos e instantaneos de este blog. Que digo: de la puta historia de Internet.
(…)
Bueno, antes de lanzarnos, habría que aclarar algunas cosas. No he hecho una tabla puntuando cada factor por separado, (como corte, grosor, color, uniformidad…) primero porque no encuentro la forma de puntuarlo de forma consistente (por ejemplo, me da igual que vengan en ‘lonchas’ muy grandes o muy pequeñas, pero si pido que no esten rotas y en migajas), y por otro lado, porque hay otros factores que me veo absolutamente incapaz de valorar de forma objetiva, como el factor ‘empacho’. Por lo tanto, unicamente les he puesto una nota global a cada una, y santas pascuas.
Por otra parte, he obviado tabular el valor calórico de cada una. Todas rondan las 500 kcal por 100 gramos, y no hay mucha variación. Para empezar, porque no tengo los valores a mano, ni me voy a parar a recabarlos. Pero vamos, es que aunque los tuviera, me parece un atentado ponerse tiquismiquis con esto cuando hablamos no solo de la fiesta del sabor, sino precisamente de uno de los alimentos que más engordan, con diferencia. Comer patatas fritas, por definición, es contraria a cualquier consideración dietética. La verdad, si quieres cuidar la linea, te jincas una bolsa muy de cuando en cuando, pero disfrutándola y saboreandola, y luego te pegas 80 largos en la piscina o te metes 15 km de bici, y ya está. In my humble opinion, ofcors. Por que al final todo se reduce a las gallinas que entran por las que salen.
También he descartado las patatas de sabores, y no por la que sería suficiente razón de no alargar en exceso esta lista, sino porque sencillamente no me gustan. Puede parecer curioso/contradictorio, pero la realidad es que todo el amor que le tengo a las patatas fritas, es odio que les tengo a las de sabores. De hecho ni a las patatas largas me suele gustar echarles ketchup: sal, y vas que te cagas. A ver, que si me ofrecen, y hay hambre, no les hago ascos a unas de jamón, o de queso, etc, pero jamás voy a comprarlas yo mismo, y desde luego nada del ansia esa de querer comerlas a puñados, (como a veces me pasa con las normales).
Y por razones parecidas, paso de meter aquí Pringles, sucedáneos ‘al horno’ y movidas similares, como ya he dicho, por no extender en demasía la lista. Lo dicho, allá vamos.
10º puesto: Hacendado
Las menciono para establecer una referencia, debido a su ubicuidad, no porque sean de una calidad excepcional. Al contrario, pienso que dejan mucho que desear. Aunque de sabor, sal, crujido, corte, color, y todos esos aspectos, más o menos objetivos, merecen un correcto y merecido notable, empachan enseguida, provocando una sensación parecida a la de las pipas. Lo curioso, insisto, es que no parecen tener un exceso de sal. El caso es que casi nunca las compro, y cuando lo he hecho, he acabado tirando la bolsa, pues se echaban a perder antes de que fuese capaz de acabarlas: las veces que les he echado mano ha sido en barbacoas, fiestas y similares en casas de amigos. No me preguntéis que es, tal vez un exceso de sal (acabas con la lengua parecida que después de comer pipas), o algo relacionado con el proceso para eliminar el gluten de ellas*, como tantos otros productos del Mercadona. Para pensar esto último me baso también en el hecho de que después de cambiar de fabricante (antes eran fabricadas por Grefusa) me siguen causando el mismo efecto, así como todas las variedades (sabores, lisas y onduladas, al aceite de oliva…) aunque no deja de ser más que una conclusión aventurada por mi parte. Un 4.
*Nota: por no extenderme, y dejar en 10 elementos la lista, no entran las ‘deluxe’, que estas al igual que otras marcas blancas imitación de Lays Gourmet (bolsa negra, letras doradas), consiguen una nota decente.
*Nota 2: me indica @etringita en un twitter que no se elimina ni se deja de añadir gluten a las patatas fritas, sencillamente nunca llevan, y en este caso se limitan a indicarlo :)
9º puesto: Carrefour/Día/Supersol/Eroski/Hipercor/…
De algún modo misterioso, las patatas genéricas/marca blanca de casi todo el resto de cadenas de hipermercados y supermercados, están cortadas por el mismo patrón. De hecho, soy a priori incapaz de distinguirlas, aunque reconozco que no suelo comprarlas demasiado. Me gusta imaginar que se trata de una receta estándar, a lo Creative Commons (al fin y al cabo existe también una Free Cola, ¿no?), a la cual tienen acceso todos los fabricantes. Por lo demás, no tienen nada especialmente de malo. Por regla general, pecan de cierto exceso de sal y también de aceite (que ni siquiera suele ser puro de girasol, sino un genérico ‘aceite vegetal’), cosa que se nota en que en demasiadas ocasiones se ‘transparentan’. Grosor y consistencia correctos, y precio amigable. Sirven para salir del paso, pero no hay nada que destacar de ellas. Un 6.
8º puesto: Santa Ana
Si tienen algo bueno, es su gran grosor, aunque a la larga, y antes de que seas capaz de haberte acabado la bolsa, se tornan en exceso aceitosas, provocando demasiada sensación de empacho. Por otra parte, y por motivos que se me escapan (probablemente el hecho de que la bolsa sea transparente), se ponen rancias muy pronto, con lo que es necesario consumirlas rapido. Buen punto de sal, excelente tamaño y uniformidad de color, una buena variación alejada de lo que acostumbramos, que apetece de vez en cuando, y que sacia pronto. Un 7.
7º puesto: Lays al Punto de Sal
Perfectas para lo que pretenden ser: sin pretensiones, sin aspavientos, un acierto seguro. Muy equilibradas en todos los aspectos, incluido el precio. Insisto, muy muy equilibradas, muy pensadas y afinadas, casi obra de ingenieros (licenciados en Aperitivismo Industrial, rama Fritura Técnica). Punto de sal, como bien indica, perfecto; bien de grosor y color, e incluso de crujido. Como pega, tienden con facilidad a romperse y convertirse en migas, y eso que ya vienen convenientemente protegidas. Como decía, perfectas para salir del paso, para presentar a unos invitados y quedar bien con ellos. Pero no las recomiendo como patatas fritas de cabecera, aunque a falta de algo mejor, más de una vez han salvado la vida, debido a su ubicuidad. Un 7.
6º puesto: Santo Reino
Me permitireis la primera licencia, pues me voy a referir a una marca que probablemente solo se encuentra en mi provincia, Jaén, de donde son originarias. Y la clave, no única pero si idiosincrática, es que están fritas con aceite de oliva, como es inevitable y obligatorio en esta tierra. Puestos a ponerle pegas, creo que se pasan un poquito de aceite (o usan alguno demasiado refinado, o lo reciclan demasiado, yo que sé) y andan algo cortas de sal, pero estos son los pequeños pecados que cometen unas patatas por otra parte excepcionales, como no podría ser de otra manera, siendo cocinadas con el aceite de mi tierra (¡que patriota me ha quedado!). De corte tirando a fino, color bastante uniforme, ligeramente tostado a veces, excelente crujido, y gran tamaño medio. Al igual que las siguientes patatas, que también son de Jaén, digo que las selecciono porque de verdad creo que se salen de las tablas, pues he probado muchas otras locales de otras provincias que ni se acercan, y del mismo modo, dejo fuera otras tantas marcas jiennenses cuya calidad deja que desear. Un 7,5.
5º puesto: Marteñas
Por segunda y última vez, meto en el ranking otras patatas jiennenses, en este caso originarias de la localidad de Martos. Recuerdo de pequeño las noches veraniegas tomando en el bar Chicote de mi pueblo unas sencillas tapas consistentes en una anchoa sobre cada patata frita, y el único sabor de estas últimas. Solo años más tarde averigüé que aquellas patatas que Chicote compraba eran de Martos, e instantáneamente, coincidiendo que se ponían a la venta en nuestro hipermercado habitual, convertirlas en fuente primera. Tanto es así, que recuerdo en cierta ocasión llegar a jalarme una bolsa de medio kilo en una sola tarde. Como lo oís, medio kilo, que la vendían, una tarde delante de la tele, tendría yo alrededor de 16 años. Menuda edad, menuda variedad de dieta, menudo oso panda andaba hecho… Aunque hace tiempo que no las encuentro, recuerdo su gran tamaño, uniforme color, generoso grosor, cantidad justa de sal y maravilloso crujido. Un clásico. 8.
4º puesto: Ruffles Onduladas
Clásicas entre las clásicas. Valor seguro, las recuerdo en mi casa desde que soy niño. Daos cuenta que son las únicas de corte ondulado de este ranking. Sostengo que, de forma similar al Sunny Delight, poseen una naturaleza adictiva artificialmente agudizada mediante algún aditivo misterioso. Lo cierto es que, oficialmente, y como en todos los demás fabricantes, los únicos ingredientes oficiales son patatas seleccionadas, aceite vegetal y sal. Pero la autentica verdad es que poseen un aroma inconfundible que emana nada más abrir la bolsa y que obliga a ingerirlas a puñados. No es raro que en mi casa que una bolsa caiga de una sentada, y para algunos de los platos de mi madre (especificando: albóndigas), hay publicado un decreto ley mediante el cual se hace obligatorio la disposición como acompañamiento de dichas patatas, en un radio inferior a 4 metros, o avisamos a Houston. Un 9.
3º puesto: Lays Artesanas Artesancis
No está hecha la miel para la boca del asno, se dice. Pues en este caso no hay asno que valga: es la perfección, el equilibrio y la maravilla elevados a la categoría de arte, pero un arte perfectamente accesible, que cualquiera puede apreciar. Delicadas, de gran tamaño y textura (amo las ‘burbujas’ que suele tener), punto de sal justo, y desde luego, excelente sabor, que rezuma cariño por los cuatro costados. Por muy ‘mecánicas’ que sean. Que entran por el gaznate que da gusto, vaya. Y que estén fritas en aceite de oliva, por supuesto, las hace ganar enteros. Son muy buenas, no tienen ninguna pega (tal vez, y como es lógico, el precio, que es consistente con su calidad), y si no están en la cabeza del ranking es sencillamente las que vienen a continuación son aún mejores. Un 9.
2º puesto: Lays Gourmet
Seguramente esperabais que estas fueran las primeras. Moralmente tienen ese puesto. Son las de lanzamiento más reciente, y recuerdo comprar con escepticismo la primera bolsa (pues siempre he sido de probar las nuevas cosillas que salen). He de decir que aquella vez no me impresionaron de forma barbara, aunque si aprecié lo novedoso de su corte, su crujir y sus pliegues. Pero sutilmente y poco a poco fueron convirtiéndose en mis patatas número uno, y es difícil que bajen de ese lugar. Es imposible resistirse a ellas. Como he dicho, su grosor; su crujir; su punto de sal; su tamaño, forma y pliegues; su sabor global, son absolutamente únicos, y la colocan a mucha ventaja por delante de cualquier otra marca, aunque eso se ve justamente reflejado en el precio. Pero no nos equivoquemos: al contrario que con otras patatas, donde es fácil dejarse llevar por la tentación de llevárselas a puñados a la boca, estas piden a gritos ser saboreadas, masticadas y disfrutadas una a una. El resultado es que cada bolsa dura mucho más, produce mucho más placer, y consecuentemente, y aunque parezca contradictorio, beneficia al bolsillo (y desde luego a nuestras arterias). Tienen la corona honorífica, imbatible entre las españolas. Y estaría a la cabeza, si fuese por un contendiente venido del extranjero… Un 10.
1º puesto: Ikea
Si amigos, el primer puesto es para las patatas fritas del Ikea. Polemizando, ahí. Pero desde la primera vez que las probé (además al entonces escandalosamente bajo precio de 1 € la bolsa), me enamoraron, inmediatamente. Hasta ese momento, hará unos dos años, nunca había probado nada parecido en el mundo del patatofritismo. Pues bien, si aún no os he sulfurado suficiente, añado: elijo estas como una solución de compromiso, por ser las únicas de este tipo que conozco, accesibles en territorio nacional. Ignoro si se importan otras marcas o si algún otro fabricante las ofrece con el mismo estilo. De hecho, las que aquí se venden las tildaría como una versión ‘mediterraneizada’ de las que verdaderamente se encuentran en los países nórdicos, y que para mi han sido el verdadero descubrimiento.
Es más, este tipo de patatas son una de las cosas que echo verdaderamente de menos de Dinamarca…
Volviendo a las patatas del Ikea, son de un corte muy, muy grueso, probablemente demasiado para muchos paladares, y además son patatas cultivadas (al parecer) de forma ecológica, con lo que tienen todos los ‘defectos’ naturales de esta filosofía (como, entre otros aspectos, el de conservar la piel), características que a mi parecer son virtudes. Si las usas para acompañar un plato caliente, no tienes la sensación de comer un snack, sino una guarnición seria, de verdad (precisamente le van que ni pintadas a las excelentes albóndigas suecas del Ikea). Muy pequeñas, irregulares tanto en forma como en color (cosa que encuentro divertida, pues a veces son hasta moradas), nada aceitosas ni saladas, e insisto, muy gruesas y por lo tanto, muy crujientes. Un verdadero descubrimiento para mi, que os invito a probar. La única pega, es que solo las pueda encontrar en los Ikea, que está claro que no plagan lo suficiente nuestra geografía… Un 10.
(…)
Estoy encantado de que a pesar (o precisamente por) de lo de las galletas te hayas animado con esto de las patatas. A mí me gustan, lo típico, pero desde luego no tanto como a ti. Sin embargo, no te preocupes: puedo empatizar contigo perfectamente por esa pasión que sientes y esa sofisticación de gourmet. ¡Deberíamos escribir posts de estos con otros productos! Son muy divertidos de leer y de escribir.
Mis favoritas de tu lista son las Lays artesanas y me sorprende mucho que hayas incluido las Ruffles onduladas, a mí no me convencen en absoluto.
Y está claro que la próxima vez que pise el IKEA, probaré tus ganadoras.
Pues yo que me alegro que te haya gustado. Cucha que te diga, pasión si, pero sofisticación nada de nada, te aseguro que poco tiene de sofisticado encontrarme a las 4 de la mañana en la cocina en chanclas y calcetines jalandome yo solo una bolsa de papas xD. Si se divierte uno escribiendo esto, si, pero por pocas comidas encuentro la misma pasión enfermiza (y mira que me gusta comer) Pero supongo que por productos abrimos la veda a comparaciones de cualquier otro tipo ¿no?
Y las de Ikea, independientemente de que te acaben gustando, insisto en que quedan muy por detras de otras que encontré en aquellos nortes, no pierdas las ocasion, si alguna vez subes por allí ;)
Oye y que nunca pensé yo en la patatas «Ruffes»
La próxima pruebo las de ikea coño.
claro que si, chacho xD
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Yo te recomendaría que probases las patatas Bonilla, es una recomendación personal ya que entiendo que creo que solo se venden en Galicia, eso sí, las puedes encontrar en cualquier supermercado (Carrefour, hipercor, etc), te tejo un enlace para que veas el envoltorio http://static.carritus.com/images/images_pms/10/3515010.gif
Para que te hagas una idea son muy similares a las artesanas o «artesancis» pero con un corte más fino.
Me ha encantado el post ;)
Siempre que viajo pruebo las patatas fritas del lugar, y cuando vaya por el norte no va a ser menos :D. Bonilla, me las apunto
Dos cosas:
– ¿Estas seguro que se llaman Lays Artesanas?, mira con detenimiento el nombre: http://www.laysartesanas.es/
– Te recomiendo pruebes las de Añavieja.
Artesancis, no me hubiera dado cuenta jamás xD. Y Añavieja, otras que me apunto :)
Hola, yo soy adicto a las patatas fritas y tengo que hacer una corrección. Has puesto en 2º lugar a todas las marcas blancas, y hay algo que las diferencia. Lo sé porque compro las de Hipercor, y no pueden incluirse en esa categoría.
Están fabricadas por una empresa vitoriana y fritas con aceite de oliva virgen (o eso dicen). El caso es que están realmente buenas, y además tienen un color muy agradable. Para mí, son las mejores que he probado. Vamos, que las Lays se las pueden ir comiendo ellos….
Para más señas, son unas que vienen en bolsa azul oscuro (ojo, no comprar las verdes ni rosas, que son con sabores).
Pues las volveré a probar la proxima vez que me pase por un Hipercor, la verdad que hace bastante que no me acerco por uno, lo tendré en cuenta. Gracias por el aviso!
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Las Patatotas gallegas con patatas cultivadas en la LIMIA.. estan mejor que las del iquea…
Razón de más para subir a Galicia, tendría que haber avisado a mi padre cuando se hizo el camino de Santiago al principio de este verano :D
Sin duda, las de vinagre las mejores. Y patatas a lo pobre no están mal.
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Encantado con el artículo y de acuerdo con lo de las patatas de Ikea. Pero te ha faltado algo fundamental: el tipo de aceite con el que están fritas. Estoy absolutamente seguro de haber leído que estaban fritas con aceite de coco: el más barato y el más dañino que existe. Fue en el primer paquete de patatas que compré en la tienda de Jerez; a partir de entonces desapareció la composición en los paquetes, no hay forma de encontrarla por ninguna parte. Lástima, pero me hacen mucha gracia los suecos, con su aire de ecológicos, etc.
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