Nota: Antes de empezar a hablar y decir bocanadas, espero y deseo que estáis todos bien, y que el confinamiento y el puñetero virus no os haya perjudicado mucho. Todos mis mejores deseos con vosotros. Y ahora, a lo que vamos.
¡Hooola! Que taaal… 😬🙄 …
Esto…. vamos hacer como si no llevase casi un año y como si no pasara nada, ¿verdad? Incluso con el tiempaco libre que (pensareis) he debido de tener con la pandemia (que es verdad, y al mismo tiempo, no), no he tenido ni la poca vergüenza de dejarme caer…
Pues de eso vengo a hablar. Y de más cosas, pero sobre todo de eso.
Porque en verdad, no he dejado de bloguear en estos meses
En realidad, me he vuelto bloguero* a tiempo completo, y me pagan por ello.
Como ya vine contandoos en las [una] [dos] y [tres] entradas anteriores, lo de ser profesor (interino) de Tecnología en los institutos de Educación Secundaria de Andalucía… lo estoy gozando de lo lindo. El año pasado en Luque, un pequeño pueblo de la Subbética cordobesa, y este en Pozoblanco, capital de facto del Valle de los Pedroches, famoso pueblo cordobés conocido por la leche COVAP, porque «la Manada» hizo otra de sus jugadas, y porque aquí murió Paquirri. Ah, y porque la Maranga a veces se aparece en sus carreteras…
Ahora en serio, lo he estado pasando estupendamente en Pozoblanco. Amigos y compañeros estupendos, en el durante me he metido dos viajes del ala (uno a Copenhague y otro a Berlín), y lo más bonito, unos alumnos que son un primor, nobles como ellos solos, y que hasta me trataban de ‘don’ (las entrañables cosas de los pueblos). ¡Y todo eso solo en cuatro meses!
Claro, hasta que se apareció el tiranovirus…
Todo esto os lo cuento un poco por hacer un poco el susodicho ‘Update’ de Vida. Vamos, que estoy, y he estado, muy a gustico. Gozando de lo lindo, como decía en aquellas entradas, y seguiré exponiendo en futuras. Insisto, que me gusta mucho dar clase. Incluso más de lo que preveía. Me gusta explicar, me gusta la dinámica que he conseguido establecer con estos chavales de 12-14 años (que no son precisamente los más receptivos), y darle, o al menos intentar darle clase a ellos, me obliga a llevar una marcha, una vidilla, que me gusta mucho.
Por si no ha quedado claro: son mi público, y un buen público. Lo son a diario. Y en esencia, les hablo como cuando escribía en este blog, les hablo de los temas que me gustan (ciencia y tecnología ¡¡Dios!!) y de vez en cuando me aguantan alguna que otra de mis tonterías, frikadas, y sobre todo, chistes malos. Esto de compartir y transmitir conocimientos y a veces reflexiones, y escuchar las suyas (que no pocas veces son muy interesantes) y también sus dudas, me mola mucho. Como me ha molado siempre. Y como en muchos sentidos, he hecho siempre, mucho antes de decidirme a ser profesor.
En esencia, que no he dejado de bloguear. De hecho, he pasado a hacerlo a tiempo completo. En vivo y en directo. Y para colmo, ¡hasta me pagan bien!
Y me diréis, ¿y todo esto dónde deja a este, el blog original, este en el que por fin te dignas a dejarte caer, y que iniciaste hace 15 años?
Si, ya ya… en muchos sentidos lo he traicionado. Aquello de que la vida pasa, y se pasa página, y que uno no tiene tiempo, y que cuando te pasan cosas interesantes…. blah blah blah, que pereza por Dios, la misma cantinela autoindulgente de siempre, porque la moda de los blogs -porque fue una moda- apenas duró un par de años, cinco como mucho, a toro pasado esto de los blogs ha estado más tiempo en crisis que no…
O sencillamente, nos hemos reconvertido. A Youtubers, por ejemplo (aquí cabría hacer una defensa a ultranza del texto escrito… pero no). Si, a youtubers… ¿Os acordais de lo que nos reíamos de los youtubers? ¿Os acordais de la vez que estuve tentado a convertirme en uno?
Pues mirad. Uno, que es profesor, don Profesor (notesé el retintín), le llega una pandemia (una de estas típicas), lo mandan para su casa lo que decían que iban a ser dos semanas que luego fueron hasta… hoy…. y mirad lo que pasa. O lo que tienei que hacer.
No lo escribo, lo enseño.
Este que viene es especialmente gracioso (un montaje con unas estructuras que hicieron mis alumnos durante la cuarentena)
Hay más vídeos, pero bueno, os dejo el canal directamente enlazado.
Decir que entre mis influencias (pues son los que más sigo) están Ter, Jaime Santaolalla, Crespo, Veritasium, SmarterEveryday… pero sobre todo, Jaime Altozano, que además de que me reconozco en su estilo, es el que consejos más útiles ha dado a nivel técnico sobre cómo hacer vídeos. Trucos como el sistema multicámara, el estilo de montaje o de dirigirse a cámara, o los focos y el fondo verde que adquirí más adelante, aunque en muchos -demasiados- videos, sencillamente aparece mi dormitorio (si, dormitorio que sigue decorado como lo dejé con 17 años…)
Y eso, ya tal…. Me he acabado haciendo Youtuber. De verdad. Ironías de la vida. Y una tal Junta de Andalucía me paga por esto 😁
Bien, ya bromas aparte. Otro día hablamos de cómo he pasado el confinamiento, también me lo podéis contar vosotros (yo, en términos generales no me puedo quejar para nada, en el pueblo y en casa de mis padres, que decir… y de hecho para introvertidos y caseros como yo, ha sido rozar la gloria).
Pero lo que es dar clases online… Un poco chof todo, la verdad.
Acabas trabajando más, no desconectas (también por falta de autodisciplina, si un alumno nos escribe a las 23:00, le acabas respondiendo…), tanto preparar los cuestionarios como los trabajos como los vídeos se tarda un montón, y hay un sinfín de dificultades técnicas de diversa índole, por no hablar de la famosa brecha digital y sobre todo, el desmentidísimo mito de los «nativos digitales» (JA!, cuando recibáis mensajes sistemáticamente con el mensaje en el asunto, vais y lo cascáis).
Pero sobre todo, perder el contacto con tus alumnos. Todo profesor tiene un poco de performer y necesita un poco (mucho) a su público. Les coges cariño, pero sobre todo el feedback que te dan, se pierde. El trabajo de profesor a distancia es la gran mentira, la deshumanización total de la docencia a estos niveles educativos. Probé a hacer directos de instagram y consideré hacer videoconferencias, pero se demostraba muy inoperativo todo. Al principio, como dijimos, se avisó que era para dos semanas (aunque yo me lo olí que al menos era para un mes, jejeejjejejejejej… 😭), y en ese momento te despides de ellos y de todos tus compañeros como para volver a verte pronto. Pero entonces todo se convierte en un torbellino (las tres primeras semanas, hasta Semana Santa, fueron la hostia de caos, imagino que igual que para todos). El ambiente general que se respiraba entonces, con 900 muertos diarios, se puede decir ahora, no ayudaba a levantar el ánimo. Y ya nunca pude recuperar la conexión. Todo el tercer trimestre, como docente, ha sido un trabajo de autómata. Y eso que hacía cuestionarios que intentaba que fuesen amenos e ingeniosos (que solo leyendo las preguntas ya se aprendiese y/o invitase a pensar), e invitaba e intentaba dar lugar a que me respondiesen los alumnos. Pero aún así faltaba, faltaba, algo. Sabía perfectamente lo que faltaba. Y no me chocó hasta meses más tarde. Pero de eso, como decía, lo dejamos para otra entrada, ya demasiado oscuro me he puesto 🙂
Aquí el video que preparé de despedida para mis alumnos, a algunos aún espero verlos en Septiembre (y no porque los haya suspendido, porque esa es otra…)
Por completar la entrada, ya sé el destino que tengo para este curso que entra, y es Almuñecar. Si, destinaco. A un paso de mi queridísima Granada, montaña y sobre todo playa. Y lo normal es que este año estaría la mar de contento (jaja, pun intended, sorry-not sorry), ahora estoy en proceso de buscar piso y tal… No obstante, aún no tengo decidido como hacerlo (si quedarme en Granada, o buscar piso para mi, o compartido…), es además un año de oposiciones (pospuestas también), y sobre todo, el coronavirus sigue pululando.
Si me dejáis hablar de esto, os digo: la porras están hechas, permitidme la frivolidad, y mi apuesta es que antes de acabe octubre nos despachan para casa y volvemos a la «magia» online. La Docencia ha quedado totalmente relegada en las decisiones clave, la ‘patada hacia adelante’ ha sido la norma en esta pandemia, y todas las administraciones se han lavado las manos: invocan a la «autonomía de los centros» y dejan que cada uno (por Centro educativo, se entiende) decida qué hacer. Traducido: que si la cagan, no es culpa de la administración. Eso si, espero que a los docentes, tampoco intervengan demasiado, ya nos la hemos apañado solos, y espero que nos dejen seguir haciendo como bien sabemos, pues -aunque a algún elemento ‘desaparecido en combate’ le apretaría bien las tuercas- no creo que tenga que venir nadie de fuera a explicarnos como hacer nuestra profesión.
Así que en ese sentido, solo un súplica a las administraciones: si no van a ayudar, que no molesten; si no van a ayudar, que no «desayuden».
Y es que si en este curso pasado al menos existía cierto vínculo con unos alumnos que se pudo cultivar en los meses previos, y del que pudimos tirar para que nos siguieran en la aventura de la docencia online; contadme vosotros cómo lo hacemos ahora, con destinos nuevos, con unos alumnos nuevos, con caras nuevas que ni nos conocemos, y con una desazón y un nivel académico (hemos hecho lo que hemos podido) proveniente del año anterior que puede estar a un paso de estar completamente destrozado.
Un saludo.
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