Cuando cumplí 25 hice unas cuentas, algunas de las cuales, evidentemente, no han cambiado. Este noviembre Rick Deckard perseguirá, quien lo duda, replicantes en Los Angeles; Skynet lleva años controlándolo todo sin que nos hayamos dado aún cuenta; y el 31 de diciembre de 2033, si sigo aquí, cumpliré inexorablemente 50 tacos.
Pero, también hablaba de la agobiante sensación por el aplastante, implacable, inexorable paso del tiempo, y contaba que me sentía estafado, expresandolo de una forma que ahora, como es natural, encuentro un tanto naif, y bueno, propia de ser diez años más joven. La pregunta es ¿me sigo sintiendo estafado? Pues lo respondo claro y directo: no. Y la respuesta que voy a dar, entiendo que os resulte un tanto estrafalaria, pero es la que encuentro que mejor lo resume: porque no me he aburrido ni he parado quieto. He vivido bastantes experiencias, me han pasado bastantes cosas (buenas y malas), y también he buscado activamente que me pasen otras, la mayoría muy buenas. No me arrepiento de nada, estoy contento de estar donde estoy, y de a dónde (parece) dirigirse mi vida. He aprovechado estos años. Entonces, hace 10, es sencillo entender lo que me pasaba: perdía escandalosa y desastrosamente el tiempo. Conseguí acabar la carrera (hace solo 7 años, eh), he viajado, he estudiado y vivido en el extranjero, he conocido muchas personas maravillosas, me he emancipado, me he enamorado, he vivido… incluso, parece, he madurado… Vamos, que no ha estado mal.
Y sigo repasando cuestiones, un tanto más triviales: la incipiente calva que me inquietaba, ahí sigue, avanzando aunque sin consumarse, y lo más importante, sin que me importe demasiado. Tengo al fin una barba plenamente desarollada, como la que siempre admiré en mi padre, que me gusta y cuido mucho. Hago ejercicio (incluso he hecho *mucho* ejercicio, con gimnasio y bicicleta todos los días, aunque no puedo mantener ahora ese ritmo), mi dieta es mucho más variada y equilibrada; y mi estado físico, aunque sin alardes, es en general es bastante mejor que el de hace diez años. He aprendido (y sigo aprendiendo) a organizarme, a trabajar, a ser eficiente. Me conozco mejor, sé lo que me gusta, sé relacionarme mejor conmigo mismo y con los demás. Lejos de entenderlo ‘bien’, si al menos entiendo mejor como funciona todo: yo, las personas, el mundo. A resumidas cuentas, me siento bien.
A la pregunta de ‘qué responder cuando no has acabado la carrera con 28 años y te preguntan en tu primera entrevista de trabajo por tu experiencia laboral’, tengo La Puta Respuesta, que da para otro post ;)
¿Y lo demás? ¿Las chicas? ¿Vivir en pareja? ¿Tener un proyecto de vida? ¿Los niños? Todo en proceso, aunque me queda la última pendiente definitivamente pendiente. Pero por razones por las que muy tonta e infantilonamente me voy a hacer el misterioso (uuuUUUuuuu!!) y guardaré para el demorado aunque intentaré que inmediato, próximo post; diré que ahora mismo tengo niños a raudales* 😁
*Si me seguís en Instagram sabéis a que me refiero.
Aquella vez no me gustó cumplir 25, pero por razones un tanto obvias: entonces no me acababa de gustar mi vida. Era una especie de toque de aviso, de meta volante, de examen parcial, y el resultado de aquella prueba dejaba que desear. Hoy por hoy no es que esté ‘enamorado’ en si de tener 35 (por pedir, pediría tener el potencial y la plasticidad -y especialmente las rodillas- de un chavea de 23 o 24 años), pero el hecho en si de cumplir años, de comprender la unicidad y la fugacidad de la vida de uno, es lo que hacer querer bebérsela a cántaros, a la vez que saborearla dulcemente.
Y, ay, sobre la muerte… ya me extendí en su día. De la forma más sana y constructiva posible, dejó de obsesionarme. Precisamente asimilando que llegará, y que mientras tanto, nos debemos a nosotros mismo el exprimir la vida al máximo posible. Cómo debe de ser.
Espero llegar a los 100, y llegar bien, y contento al echar la vista atrás. Un saludo ;)
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