Ahí va, ración de nostalgia.
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Una de las cosas que tiene esta universidad, y casi parece que mucha de la industria tecnológica de la zona, es su relación y lazos con LEGO. No en vano, estamos a apenas 60 km de su sede. Hasta tres profesores míos han trabajado allí, y otros tantos son los que tienes lazos directos con la marca, aparte de empresas y spinoffs relacionadas que están ubicadas en el llamado ‘Innovation Building’, donde empresas comparten oficinas pared con pared con aulas donde recibimos clases. Incluso los de informática tiene asignaturas cuyas prácticas son directamente con Lego Mindstorms (robótica programable). No se puede esperar menos de una empresa que solo en Dinamarca emplea a 3000 personas (mientras su fábrica principal está en un pueblo de apenas 20mil habitantes) y es una de las señas de identidad de un país pequeño como es Dinamarca. De hecho, junto a Hans Christian Andersen, la cerveza Carlsberg y La Sirenita, es de la cosa de la que más se enorgullecen. LEGO. «Leg Godt», que significa ‘juega bien’ en danés, y también, y sin que Ole Kirk Christiansen lo supiera, significa ‘yo ensamblo’ en latín. Un negocio que ha sobrevivido a 70 años en los que ha pasado de todo: incendios, subidas exageradas de precios de las materias primas, y sobre todo, cambios en la cultura, en la forma de aprender y de enseñar.
Pero a mi me dan por culo los Lego, que queréis que os diga. Mirad, es muy sencillo: yo era de TENTE. Yo soy de Tente, me crié con Tente. Aquí en Dinamarca, compartiendo vida con españoles que no existían antes del 1989, me he dado cuenta que muchos ni saben lo que es Tente. Pero para mi generación creo que tiene la misma importancia que Bola de Dragón o los huevos Kinder. Por fortuna estos dos últimos siguen existiendo: Bola de Dragón lo reponen cuando quieras (si es que no te has descargado los episodios), los Kinder se siguen fabricando (aunque los juguetes sean una mierda, el chocolate sigue teniendo la misma magia). Tente no. Tente, y su empresa madre EXIN, quebraron en 1993. Desaparecieron. De las tiendas, de todos lados. Solo gracias a eBay existe todavía ese universo, raquítico y desvaneciente, que se mantiene vivo solo por el amor con que sus seguidores lo siguen nutriendo.
Para quien no lo sepa, Tente era la alternativa española a Lego. Piezas de las mismas dimensiones externas, pero incompatibles en su ensamblaje. Y aquí viene el dato objetivo: Tente era mucho más avanzado que Lego. En esto hay una animadversión como Madrid-Barça, Sega-Nintendo o Star Wars-Star Trek. Por supuesto a los fans de Lego les repatea que les digamos lo que voy a decir (igual que a nosotros nos repatea que digan que Tente es la copia barata de Lego, algo obviamente falso). Pero el dato objetivo es este: en su momento, las piezas de Tente permitían hacer muchas más cosas que las de Lego. Había más variedad, había mas maneras de ensamblarlas, había más colores, formas y acabados. Y no lo digo sin saber: yo de pequeño tuve de ambos. Y sé lo que se podía hacer con los Tente y lo que se podía hacer con los Lego. Y sin embargo, Lego fue la que pudo. Tente no sobrevivió. Dicen que debido al auge de los videojuegos, a una mala gestión, a la crisis económica que hubo en España a principios de los 90, a las demandas y problemas legales que había tenido en varios países (como en Israel) donde se había enfrentado a Lego… Y solo después de la caída de Tente, Lego empezó a evolucionar, a sacar los Lego Technics y los Mindstorms, a sacar muchas más piezas, versiones, acabados, colores. A hacerse con las licencias de Indiana Jones, Harry Potter, Star Wars. A permitir mucha más libertad, a desatar la fantasía de niños y no tan niños. Y Lego pudo y creció, y maduro. Pero eso fue después, fue no sin antes quitarse a Tente de en medio.
¿Es esa animadversión absolutamente irracional? ¿existe el odio hacia los Lego? Si, es irracional, pero no es odio. Los Lego me gustan, no es que los odie. Es solo que ojala, OJALA, me gustasen tanto como a los Tente. Ojala despertasen en mi la misma sensación, ojala mirase una pieza de Lego y me pasase lo mismo que me pasa con solo ver una pieza de Tente. Siempre llevo una pieza de Tente conmigo. No es que los Lego no me gusten, es que me da coraje que sencillamente no sean Tente. Si los Tente existieran, seguramente hubiera seguido comprandolos, a pesar de haber rebasado hace tiempo la ‘edad recomendada’. Probablemente los siguiese coleccionando. Ya veis que todavía, hace unos años, me dediqué a completar la colección de la ciudad Micro Tente que hace (literalmente) décadas quedó incompleta. Todavía pienso en como reconstruir y engrandecer esas ciudades en 3d. En fin, no sé como explicarlo sin resultar redundante, pero Tente forma parte de mi infancia, los Tente están ahí. Y Lego no. Tente son recuerdos, Lego no. Y sin embargo Lego es un presente, mientras que Tente es solo un suspiro, un recuerdo… es polvo… si, 27 años y sigo suspirando por una caja de Tente sin abrir…
Pero, ironías de la vida, me vi hace unos días, con un grupo de clase, en la puñetera fábrica de Lego. La original. La que muchos matarían por ver. Viendo como el plástico ABS (Acrilonitrilo Butadieno Estireno, es importante decirlo rápido) entra en ‘pellets’ (bolitas) en las máquinas, se funde a 245ºC e inyecta a presión en moldes carísimos… y por otro lado salían, frías y perfectas, las piezas acabadas. ¿Sabéis de que va mi carrera? Sigue leyendo →