Hablaba David hace un par de semanas de la ficción del cine, del derecho del artista a mentir y tu de ser elegir, libre y conscientemente, de creerle o no. Cosa con la que estoy de acuerdo. Pero eso si, hay cosas que se perdonan y otras que no, para todo hay un umbral.
Por ejemplo, un mago, debes dejarte engañar, o bien de dejas maravillar como un niño (o sencillamente eres un niño y te lo crees), o en su defecto es bastante el disfrute que tienes luego rompiendote la cabeza, imaginando como lo ha podido hacer. Además, a mucha gente no les gusta ver los como se hizo de muchas películas, especialmente si son de fantasia y con muchos trucos. A mi personalmente me encanta tanto ver esos documentales como disfrutar de la película como si fuera completamente real: es bueno disponer de esa capacidad de abstraerte y cuando quieres, ignorar conscientemente ciertos hechos. Al fin y al cabo el acto de ver una película es dejarse engañar: la imagen es plana, en vez de tridimensional; solo es una ventana, asi que la imagen no te envuelve; no corres peligro real si hay tiros; los que salen en pantalla son actores y lo que ves es solo una imagen grabada captada por una cámara, detras la la cual habia en su momento un huevo de focos, microfonos y técnicos haciendo su trabajo; muchas cosas son efectos especiales creados mayormente por ordenador; y suele sonar un música de fondo que no se suele escuchar en la vida real… etc, etc, etc. Y sin embargo nos lo creemos, nos emocionamos, nos dan subidones de adrenalina, tenemos miedo, lloramos, todo eso viendo algo que sabemos que es ‘mentira’. Pero es necesario creer en ello para disfrutarlo. Por mi parte, encantado de ser complice de ese engaño.
Soy de los que piensan que una película es buena mientras consiga lo que pretende, tanto si es el sencillo propósito de entretener como si es el instruir de algún modo. Si no yerra el tiro, vaya. Lo que no soporto es ser engañado o ver algo sencillamente pretencioso, y para todo hay un umbral. A veces puedes perdonar cosas, otras sencillamente las tragas porque quedas apabullado por otras (un ejemplo de esto sería lo que a mi me pasó hace poco con Sunshine) Al final, supongo que se reduce a quién seas tú como público, a quien va destinada esa película y si tu encajas dentro de las intenciones del autor.
Uno de los momentos más histriónicos que recuerdo fue viendo Misión Imposible II, tal y como veníamos después la primera: un brillante ejercicio de intriga, suspense y diversión a partes iguales que si aunque también está llena de fantasmadas, al menos te invitaban a ser cómplice de ellas (y considero la escena final, la del eurotunel, completamente insuperable a nivel técnico).
Sin embargo para la segunda parte, John Woo, director cantones que nos tiene acostumbradas a las fantasmadas más increíbles de la historia del cine nos colocó en la tesitura de ver una Semana Santa en Sevilla donde los pasos arden a modo de fallas valencianas. Independientemente de mi casi nulo orgullo español, ese que solo sale en los mundiales, toca los cojones tal cantidad de ignorancia: ¿Nadie, absolutamente nadie en el rodaje (ni siquiera Anthony Hopkins, que nos deja perplejos con par de lineas comentando el hecho dentro de la película), sabía que ambas celebraciones son del todo distintas, que ni siquiera coinciden en ciudad ni momento del año?.
Con todo, me puedo imaginar la triste explicación: seguramente más de uno era consciente del error, incluso el propio John Woo al que gustoso culparía del desguisado. Más gustoso diría aún ‘es que los americanos son gilipollas’, pero sería demasiado facil.
En todo caso, el público americano y mundial es gilipollas, o en su defecto así lo entienden los productores, guionistas y diseñadores de producción, al hacer productos tan mascados y para gente tan tonta: hay que dejar claro que esa escena se desarrolla en España, para un publico internacional (principalmente americano), hay que abarcar el máximo espectro posible, rebajando la exigencia cultural si es necesario. Y para dejar claro que eso es España, hay que invocar todo el imaginario colectivo que reside en la cultura popular, y si es necesario condensarlo en una escena a pesar de violar cual tipo de consistencia: uniendo flamenco, toros, paella, procesiones y fallas. Al fin y al cabo es cine, ¿no?, asi que se puede hacer. Igual que si estamos en un país sudamericano todos tienen que ser traficantes de coca con un fusil a sus espaldas y si son chinos deben estar cultivando arroz en campos con el sombrerito cónico. No las comparto ni mucho menos, pero al menos conozco sus razones. Podemos sin embargo ver como películas jodidamente entretenidas como «El Caso Bourne» y su secuela (y una tercera en preparación que se desarrollará en parte en España) nos llevan de paseo por casi todas las capitales de Europa sin ver una sola vez la Torre Eiffel, el Coliseo o el Reichstag: no caen en ningún tópico ni pecan de estúpidas.
El problema, que de verdad me revienta, es cuando uno se pone a divagar sin reparar en ningún tipo de coherencia, extralimitándose y abusando de la libertad del artista, sin reparar en las posibles consecuencias, con total negligencia e irresponsabilidad. Parafraseando esa bufonesca máxima periodística; ‘no permitas que la realidad te estropeé un buen guión’, o libro, o artículo. Si vas a contar algo que no es cierto, has de tener alguna razón para hacerlo, aunque sea la triste razón de hacer la historia más fácil de seguir. Y por supuesto dejar claro que de lo que hablas es ficción, porque la gente se cree cualquier cosa. Asi ya de encima darselas de ‘estr basado en hechos reales’…
Que me cuenten que en el futuro tenemos colonias mineras instaladas en la Luna y sin explicar como las han hecho, vale, pero no me cuentes que los planetas son cuadrados. Estamos ante una bizarrada de tres pares de cojones. Dan Brown en «La Fortaleza Digital» se pone a hablar de España igual que si estuviéramos en África (y seguro que ni en África se está tan mal). O de antimateria en «Ángeles y Demonios», que si lo lees y no tienes ni puta idea, no solo te lo tragas con papas si no que te lo ha contado de forma que acabas con la sensación de que encima sabes de antimateria y puedes fardar de ello. Y te conviertes en un gilipollas desinformado, no es tu culpa, (bueno, un poquillo si, que podrías contrastar lo que dices), la culpa es de Dan, por dárselas de listo y ser un irresponsable, por llenar de mierda mentes dispuestas a ello y desinformar a los no informados. O directamente mentir como un bellaco, dárselas de que todo tu obra está basada en documentos secretísimos y dar la sensación al ingenuo lector de que es un privilegiado, sabiendo cosas ‘que el resto no sabe’ (como si la propia historia o la ciencia no fuesen de por si interesantes, que encima hay que inventarselas…) Al final hablo te tener un mínimo de ética, de sentido común o de pura vergüenza, de cumplir tu deber y hacer bien tu trabajo. Que no me cuentes que la temperatura de una supernova es 3.000 Cº pudiendo buscar en el Google y enterarte que ronda los mil millones de grados: no es equivocarse en un tres o en un siete: es equivocarse en seis ceros de más o de menos. Comprendereis que la diferencia no es pequeña…
Y con todo, si para escribir un guión majo te tienes que permitir licencias, vale; pero si pudieras no tomartelas y casar la estricta realidad con ese guión majo, lo cierto es que estaría mejor…
Jajaja Eres un crack Rufo. Estoy muy de acuerdo contigo. y no del todo porque en el último párrafo ya te has desatado, pero es con el que mas he disfrutado. Me debes una birra.
Pues yo también me he reído mucho leyendo tu reflexión, con la que básicamente coincido. Es cierto que personalmente valoro mucho la verosimilitud y la fidelidad histórica de las películas, pero acepto de buena gana las licencias siempre que no vayan acompañadas de una pretenciosidad exagerada (un palabro que has escogido muy bien: la pretenciosidad es la clave).
eMe;, sip, reconozco que en penultimo párrafo hay un poquito de bilis, pero supongo que lo que hay es un poco de que me toca los cojones que otros tengan cosas que me veo en mi mismo, y a veces me reconozco un pelín pedante y pretencioso… en fin, un poquillo de autocrítica. ¿Y lo de la birra? Misa no entender, pero descuida que misa invita, jejej
Rafa; de la pretenciosidad, bueno, eso pa otro artículo ^^
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