De cómo me convertí en ateo practicante. Parte 3: El Principio Antrópico

Tal vez en la entrada anterior, por brevedad, me dejé algunas cosas en el tintero; nada que no se pueda resolver ahora. Y es que me temo que no debo insistir tanto en las respuestas que nos puede ofrecer la ciencia para entender a Dios y a su obra (aparte de que ya sé que la palabra ‘ciencia’ asusta y a muchos les parece bien o incomprensible, o bien inabarcable, o bien producto del diablo), pero lo importante si son las herramientas que nos da.

Con todo, me vais a permitir un poquito de ciencia.

Cuidado con spoilearme Breaking Bad que sigo sin haberla visto entera

Cuidado con spoilearme Breaking Bad, que sigo sin haberla visto entera

Bien, en algún momento he mencionado el segundo principio de la termodinámica. Es sencillo de entender, ¡no os asustéis tan pronto, coño!, viene a decir que si no aportas energía, los objetos se caen y se rompen, los ríos fluyen hacia abajo, las montañas se erosionan, y que una vez que has hecho una tortilla, no podrás deshacerla y recuperar el huevo. Es decir, todo tiende al desorden. Algo de lo que hay que aprender mucho y vemos en la vida diaria: la historia nos enseña que siempre ha sido más fácil destruir que crear.

Pero la vida y la inteligencia son estados de de la materia con un orden superior, pongamos, al barro, ¿Cómo es posible que existan? ¿No viola eso el 2º principio? ¿No hay ahí un milagro, no tuvo ‘alguien’ que intervenir? Bueno, para empezar hay una fuente de energía bastante molona que hace todo eso posible: el Sol. Y el resto, es verdad que no es fácil de explicar en pocas lineas, pero la bioquímica y la selección natural nos enseñan que no hay una linea clara que diga dónde empieza, y que diga ‘a partir de aquí es imposible’. Si, es jodidamente improbable que todo esto ocurra, ni os hacéis idea cuanto. Pero en la existencia de vida y de la inteligencia, no hay nada de estrictamente milagroso, al menos no en un sentido tradicional y místico, no hay ninguna violación de un principio físico, no hace falta pensar que nadie intervino para que así ocurriera.

Y aquí vienen la primera lección (y creo que la más importante): en su absoluta rareza y excepcionalidad, que la vida (y la inteligencia) no sean producto divino no las hacen menos maravillosas, ni indignas de admiración.

(…)

Bueno, ya hemos tocado el segundo principio de la termodinámica y ya he acabado con él, nos lo hemos quitado de en medio. Pero es que hay más. Que exista la vida no es solo que se den las condiciones necesarias. Hay más, y esto es el principio antrópico.

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Oh, Bill O’Reilly, gracias por ser portavoz de tanta estupidez ramplona, el mundo sería más aburrido sin ti…

El Principio Antrópico

En roman paladino, el principio antrópico viene a decir que el Universo es el que es, de forma que permite nuestra existencia. Que está hecho a nuestra medida. Que si hubiera sido un pelín distinto no estaríamos aquí. Que está afinado como un reloj. Que parece obra de… aha ¿ha quedado ya clara la idea?

Y no se trata de una entelequia mística: las magnitudes y fuerzas fundamentales de la física son las que son (iguales en todo el Universo) de forma que entre otras cosas, dan lugar a los elementos que conocemos y las moléculas a las que dan lugar.
Por poner dos ejemplos concretos; ahí están el agua (es disolvente universal, líquida en una franja relativamente amplia y amable de temperaturas, flota al congelarse, bloquea bien los UV al tiempo que deja pasar la luz, es buen aislante… es decir, el agua es rara de cojones) y el carbono (que tiene una gigantesca subrrama dentro de la química entera para él solo, y que casualmente, si no fuera por el proceso triple-alfa que se da en ciertas estrellas, sería bastante más raro de encontrar en el Universo), y sin los cuales se nos hace difícil imaginar algo parecido a la vida.

(…)

Es decir, lo de la 2ª ley de termodinámica, pasa, pero ¿y lo del principio antrópico? ¿No es la demostración definitiva de que alguien ha tenido deliberadamente que afinar el reloj? ¿No es demasiada casualidad?

Pues cojones, si quieres ser un ateo, lo del principio antrópico es un problema, claro. Se hace difícil argumentar que en este Universo tan a la medida solo ha podido ser producto de la casualidad.

A no ser, claro, que este no sea el único Universo.

Podemos pensar que este es solo uno de tantos Universos, y nosotros resultamos vivir, como no podía ser de otra manera, en uno de los que somos posibles. Y eso suponiendo que solo bajo estas condiciones es posible la vida. En cualquier caso, a alguien le tiene que tocar la lotería, ¿no?

Estampita de San Pancracio; no se me ocurre ningún chiste. Por cierto, el Catolicismo se opone a las apuestas y juegos de azar, asi que todo eso de rezar a un santo, como que es ligeramente blasfemo.

Estampita de San Pancracio; no se me ocurre ningún chiste. Por cierto, ya que el Catolicismo se opone a las apuestas y juegos de azar, todo eso de rezar a un santo, es como que ligeramente herejía.

Si, lo admito. La de los multiversos es solo una hipótesis con floja evidencia experimental. Para mi gusto ni siquiera es demasiado elegante. Es, supongo, el principal punto débil si quieres seguir defendiendo tu ateísmo desde la ciencia, pues no es precisamente muy demostrable que existan otros universos, y no es mucho más elegante que creer en un Creador.

Total, que todo este paseo no me ha servido de nada. Pero me interesaba llevarme de paseo por aquí, es bonito el paisaje y nos deja algunas ideas útiles, además de servirme para explicar por qué no son estas las razones que me hicieron volverme ateo. 

Eso, para la cuarta y penúltima parte.

(…)

Serie completa:

  1. Religiones
  2. El Gran Diseño
  3. Principio Antrópico
  4. La Solución Trivial
  5. Nihilismo Existencial
  6. El Sentido de la Vida
De cómo me convertí en ateo practicante. Parte 4: La Solución Trivial
De cómo me convertí en ateo practicante. Parte 2: El Gran Diseño

9 comentarios en “De cómo me convertí en ateo practicante. Parte 3: El Principio Antrópico

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  4. Jajaja, tras leer este post me has hecho reafirmarme aún más en mi agnosticismo. Es jodidamente complicado demostrar y/o argumentar que existe o deja de existir uno o varios dioses. Además, qué más da, no va a interferir en tu vida más allá de lo que tú te dejes :)

    • Jejeje, has dao en la tecla macho, porque ya tengo escritas las dos ultimas partes no me voy a enrollar más, pero al final la respuesta es ¿qué más da? No sé si alguna vez te has rallado tu mismo, Ó has sido victima de un borracho/fumado con la historia de ¿y si somos el sueño de un escarabajo? sabrás a qué me refiero. La respuesta es, que si no hay forma de demostrarlo, que si no hay diferencia, efectivamente da igual. También reformulado como el dilema de Matrix: si no hay forma de saber si estamos en una simulación, ¿importa?

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  8. Pingback: De cómo me convertí en ateo practicante. Parte 6 y fin: El Sentido de la Vida | RIdP

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