Las Oposiciones (Parte 3 de 4). Cancelado.

Cancelado.

Cuando la Junta de Andalucía nos comunica informáticamente a los docentes interinos nuestro próximo destino, lleva algunos veranos teniendo la curiosa costumbre de enunciar que has cumplido con todas las formalidades burocráticas en negativo. Es decir, en vez de declararte como “Admitido” y debajo poner “Si”, te encuentras con un “No” como respuesta a “Excluido”. Ese es el primer microinfarto. Imagínate además la situación de algunas de mis compañeras ese año: como destino les aparece “Cancelada“. Infarto total. Lo que tal vez ustedes no sepan es que Cancelada era una antigua colonia agrícola (sus cortijos decimonónicos que aún se mantienen en pie) flotando en lo que por otra parte es hoy una interminabilidad de urbanizaciones, chalets modernos y campos de golf perteneciente a la localidad de Estepona, en la Costa del Sol, a medio camino entre dicha localidad (a 15 km de ella) y Marbella.

Tres horazas largas de coche, y que solo pilla de paso… si quieres ¿invadir Gibraltar?.

El caso es que fui para allá muy escéptico. Es curioso cómo funciona el cerebro, miraba el mapa (pega a la provincia de Cádiz), ¡y me parecía lejísimos!. Aunque ya fui profesor el año anterior en Almuñecar (y me enamoré un poco), siempre he sido un chico de interior, y el supuesto encanto de la Costa del Sol nunca se lo encontré. Buen clima, si, pero me parecía un lugar un tanto deshumanizado, con alma de ‘terminal de aeropuerto’, listo para atraer turistas adinerados del Norte y Este de Europa. Mucho chalet, urbanizaciones diseminadas, alojamientos turísticos, conurbanizaciones sin personalidad, sin caminos ni aceras para pasear… Para colmo unos precios de alquiler desorbitados, y una carretera, la Autovía del Mediterraneo, criminalmente sobreexplotada (si aprendes a conducir allí, entre coches alemanes de color negro, sabrás desenvolverte en cualquier sitio -de España al menos), y dónde uno es testigo de todos los abusos urbanísticos que sucesivos gobiernos del Jabba del Jacuzzi y acólitos perpetraron durante tantos años.

¿Me gustaba el sitio? No. ¿Me gustó el Instituto? Me encantó.

Aquí lo de hablar de las oposiciones veis que ha pasado un poco a segundo plano, pero el IES Profesor Tomás Hormigo de mis amores, y sus alumnos, merecen que hable un poco de ellos. Muchos de ellos son extranjeros (al menos de apellido). Y ni siquiera los de apellido español tienen acento necesariamente de la costa malagueña. Es decir, un centro internacional y con diversidad como pocos. Por elección propia, impartí por primera vez a cursos de 1º de ESO (¡todo un descubrimiento!) las asignaturas de Educación Plástica, Computación y Robótica, además de mi Tecnología nativa.

Pero lo más bonito fue el curso de 3º de ESO del que me tocó ser tutor. Hablar de ellos implica emocionarme un poco: conocerles a ellos, a sus familias, tan encantadores, tan curiosos, tan volcados en aprender (y poco en trabajar, todo hay que decirlo), y un ambiente constructivo y relajado en clase que me hacía desear echar ese rato con ellos (y eso que de las cuatro horas que tenía semanalmente con ellos ¡dos eran seguidas el viernes a última hora!). Se convierten casi en tu familia, y como es natural, les coges mucho cariño, y me emociono al pensar en ellos.

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Total, que acabó el curso, y pedí repetir. ¡Con lo lejos que estaba! (resulta que al final te acostumbras a hacer el viaje aunque sea cada par de semanas o tres para volver al pueblo. Repetir centro implica un plácido aterrizaje en terreno ya conocido, con compañeros, alumnos, y dinámicas ya testeadas. Era la primera vez que repetía centro y uno se siente un poco en un hogar gracias a eso. Y ha sido otro año muy bonito: guardo como tesoros muchas fotografías mentales y momentos, pero os compartiré este: el primer día de clase en septiembre, los alumnos estallaron en saltos y gritos de alegría al verme entrar por la puerta y descubrir que volvía a ser su profesor un año más (no exagero, ellos son intensitos). Y los viajes con ellos, y las guardias y los recreos, y más recientemente, las despedidas…

Pero volvamos a hablar de Oposiciones….

He de decir, que también elegí volver al IES P. Tomás Hormigo por una razón sencilla: como malamente dice el refrán ‘más vale ¿malo? conocido’... quise repetir en un sitio que era tranquilo, y en el que me pudiera concentrar y aislar como buen año de oposiciones que era. No me puedo arrepentir, ciertamente ha sido un año solitario y tranquilo: a veces incluso demasiado. Incluso cuando no eres una persona especialmente sociable y fiestera como yo, el “FOMO” existe y jode mucho, especialmente cuando llega el tiempo bueno y las tardes largas, y tiene uno el mal vicio de ponerse a ver las Historias de instagram de conocidos…

Y además, la sensación de llevar 5 años así. Empantanado.

Empantanado y colgando

Vuelvo a lo que dije anteriormente: para empezar, si fuese buen estudiante, si fuese una persona disciplinada…. tal vez hubiera conseguido la plaza a la primera. Pero no es el caso, y no fue a la primera, ni fue a la segunda. Y si esperáis que os diga que esta tercera vez ya me convertí en una persona de objetivos y determinación clara, que persigue con constancia y buenos hábitos el objetivo de una plaza… por supuesto que os equivocais.

Al empezar el curso me fui escribiendo notas que puse en la pared. En una de ellas, hacía desvergonzadamente referencia a una charla TED del gran Alex Honnold, en la que compara su escalada al Medio Domo, en el parque de Yosemite, frente a cuando se atrevió a escalar en modo solo libre El Capitán.

Honnold escaló Medio Domo ‘de aquella manera’, fiándose de su talento y capacidad de resolver problemas en el momento, mientras que la subida a El Capitán fue producto de una rigurosísima y concienzuda preparación que le llevó a ser la primera persona que escalaba en solitario y sin cuerda esa pared de granito de 900 metros.

Y yo me escribí a mi mismo, como recordatorio puesto en la pared, ‘se el Alex Honnold de El Capitán, no el del Medio Domo’. ¿Cual creeis que acabé siendo?

Bueno, ninguno de los dos, primero porque compararme con el grandioso Alex Honnold sea de una sinvergonzonería y malandrinería máximas, y además, es que hasta me dan vértigo las alturas (tal vez por eso lo admiro tanto). Pero si es por parecerme, por supuesto acabé estudiando estas oposiones de aquella manera, fiándome de mi talento y olfato, y capacidad de resolver problemas en el momento. Cualidades que por cierto, WARNING ALERT, con la edad van a menos.

Por supuesto empecé a estudiar tarde, con la farragosidad añadida de hacerlo con apuntes ya subrayados y trillados (no en vano, me apunté a una academia distinta para tener algo de material fresco), y al llegar el primer examen/primera fase, hace apenas unas semanas, incluso he suspendido la parte práctica (la de problemas tecnológico-matemáticos), con problemas que sabía resolverlos casi todos o había visto similares, pero ninguno con agilidad y bravura suficiente. Y en lo que respecta al tema que finalmente me salió, ¡el mismo que en 2021! ¡El mismo con el que saqué un 8 entonces! Pues esta vez, habiéndolo hecho mejor y más completo, me han puesto un 6,5. Como hacen media de las dos partes de esta fase (práctico y tema), he sacado un 5.11 raspado, en una convocatoria que por lo demás ha sido un auténtica escabechina (hasta el punto de que algunos tribunales han llegado a la segunda fase menos candidatos que plazas disponibles), con lo que, os digo la verdad, ese suspenso en la parte práctica no la siento como tanto fracaso.

Pero antes de pasar a los resultados finales-finales (que cuando escribo esto, seguimos sin saber las notas de la segunda fase, pues expuse el martes pasado, día 11 de Julio), quiero seguir comentando sobre este paseo emocional.

Hace unos párrafos hablaba sobre el FOMO y la sensación de seguir empantanado, enganchado a algo, una especie de lastre, que no te deja avanzar. Sin duda, unas oposiciones detienen tu vida. La gente deja de casarse o pospone tener niños por esto (lo que me lleva a admirar doblemente a quienes, teniendo hijos pequeños en casa, consiguen sacarse una plaza). Si las sacas a la primera, ole tu polla/coño, pero como no lo hagas, vas posponiendo, y posponiendo… aparte del brutal machaque que es no sacarlas una vez, y otra, y otra.

La mirada de las mil yardas

No bromeo con esto, la experiencia en una guerra no es lo único que provoca PTSD, sino que también lo provocan cosas como accidentes de tráfico, explotación en el trabajo, violaciones… y si, un proceso de Oposiciones.

Tengo buenos amigos en circunstancia parecida a la mía (habiendo llegado a pasar por hasta cinco oposiciones antes de conseguir su plaza), y, o bien hablan de las oposiciones con verdadera mirada de las mil yardas (traducido: con síntomas clínicos de Síndrome de estrés post-traumático, y no exagero), o bien sencillamente abandonan. No es raro desarrollar canas, problemas de sueño (incluso con pesadillas recurrentes), cambios de peso, u otro tipo de manifestaciones físicas del estrés que el cuerpo somatiza. Respecto al PTSD, el propio nombre indica, es posterior al proceso y podemos hablar de aquellos que ya han sufrido/superado el proceso de conseguir una plaza.

Pero también está el caso de los que sencillamente no soportan la combinación ansiedad/estrés durante el propio proceso, o al menos no una vez más. Muchos que fallan una o varias oposiciones, se convierten en ‘interinos eternos’, y que con los puntos que van acumulando año tras año, aunque no consigan nunca una plaza fija al menos se mueven por la misma comarca, siempre con trabajo asegurado y un sueldo idéntico al de un funcionario de carrera. Pero hay puntos intermedios: interinos aún jóvenes que deciden no parar más su vida, o que necesitan unos años de descanso y vivir antes de coger de nuevo el toro por los cuernos, antes de enfrentarse a ese monstruo que te roba literalmente años de salud (el cortisol es el demonio).

El Perro del Hortelano

Y es que, hablemos del cortisol. Porque el cortisol (la hormona del estrés) es un mal demonio que no te deja vivir. Como un ‘perro del hortelano’, que ni come ni deja comer, te impide rendir cuando estás haciendo lo que tienes que hacer (estudiar, en este caso), y te impide relajarte y disfrutar cuando no estás haciendo lo que tienes que hacer (básicamente, cualquier otra cosa). Tal vez una persona organizada y responsable lo sobrelleve mejor (además, es probable que obtenga su plaza a la primera). Pero si no eres una persona organizada, con buenos hábitos de comida, ejercicio, salud y relaciones humanas (que por supuesto también requieren un cuidado), lo más probable no es solo que falles, sino que además te eternices en un bucle sempiterno en el que ni estás a lo que hay que estar (ni estudias), ni vives.

Llevo años sin sentarme tranquilo a ver una película de una sentada, sin pasarme un videojuego, sin dibujar, pintar, modelar en 3d, o hacer esas cosas creativas que tanto me gustan (¿hola, blog?). Son el tipo de cosas que aunque las haga (y las hago), las hago sintiéndome con un fondo de culpabilidad, y que solo son posible disfrutarlas teniendo la conciencia tranquila. Además, un trampa aun peor que tienen (y aquí de nuevo, Internet es un peligro máximo), es que tal vez no te sientas plácidamente a ver una peli de dos horas (te parece un tiempo inasumible), pero si seas capaz de emplear más de dos horas viendo videos cortos de Youtube o de Instagram (o uno de mis últimos vicios, 9gag). O por la misma razón, no juegas a un juegazo como Red Dead Redemption 2 (al que llevo años deseando echarle la zarpa), pero si partidillas tontas a clásicos como Heroes of Might and Magic 3, con el que fácil se te van horas y horas.

Arthur Morgan, ¿Crees que te podré acompañar pronto en alguna de tus aventuras por el Viejo Oeste?

Y por último, también en ciertos momentos de desánimo, te preguntas, ¿Para qué? Lo he dejado caer antes, un docente interino cobra lo mismo que uno con plaza. La diferencia es esa: una plaza, un lugar en el que planificar y levantar un plan de vida. Cosa que por cierto, ni siquiera se consigue inmediatamente una vez superadas unas oposiciones: aún te queda el año de prácticas, tus destinos provisionales, concursillos, comisiones de servicio… pueden pasar años antes de que sepas donde va a caer tu culo. ¿Para qué pasar todo este mal trago, cuando de interino puedes conseguir algo muy aproximado? ¿Por qué otra vez los disgustos, los malos ratos, el estrés, la pérdida de ocasiones, y básicamente la sensación de que te están chupando la vida?

Incluso si dijeras, ‘bueno hago todo esto bien y te dan la plaza’, como si hubiera unos criterios claros para aprobar, como una meta fija a la que llegas, como un Camino de Santiago que está ahí, lejos pero inmovil. Pero no.

No, porque lo mismo lo haces todo bien, y no te la dan. Porque no es una sencilla carrera: Porque es una puta competición, en la que no le dan premio a todo el que cumple unos requisitos, sino al que es mejor que otros.

A otros que no son compañeros tuyos: son tus oponentes, te opones a ellos. Por eso se llaman oposiciones, ¿nunca habíais caído?

Y aquí estamos. Este ha sido un resumen de mi vida opositora de los últimos 5 años. Hoy es 19 de Julio de 2023 y mañana mismo debería de saber qué ha pasado, si he aprobado el la segunda fase, y por tanto, si soy funcionario.

Aparte de todas las dudas, los retrasos, las ineficiencias… He estudiado, me la he currado, la he sufrido, y creo honestamente que a estas alturas, me la merezco.

¿Que creeis vosotros que pasará mañana?

Os tendremos informados. ¡Un saludo!

Oposiciones Parte 1: El Origen
Oposiciones Parte 2: La Sombra
Oposiciones Parte 3: Cancelado
Oposiciones Parte 4: ¿Tengo ya plaza?

Las Oposiciones (Parte 4 de 4): ¿¡Tengo ya La Plaza!?
Las Oposiciones (Parte 2 de 4). La Oscuridad.

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