Máster de Astronomía y Astrofísica (y otras cosas de la vida)

Hola que tal, otro añito nos volvemos a ver por aquí…

Se da la circunstancia de que he escrito cosas que me apetece compartir aquí, pero necesitan un contexto previo; y ya de paso, aprovecho para hacer un post genérico de ponernos al día (y también probar a refrescar un poco el aspecto del blog).

Los últimos post que escribí iban sobre lo que significa ser profesor (algo que tiene pinta de durar mucho tiempo). Este indirectamente, también está relacionado con eso. Como podréis imaginar, el año pasado -que pasé en Almuñecar, estupendo lugar- me sometí de nuevo a todo el farragoso proceso de pasar unas oposiciones; lo que probablemente no sabéis, es que no las superé.

No es solo que no conseguí plaza (era una convocatoria difícil y hasta cierto podía esperarlo), es que de hecho suspendí la última fase (tal vez la más importante, en la que hay que defender una unidad didáctica), con lo que me eliminaron del proceso. Tal vez me confié (conseguí una nota engañosamente alta en 2018), tal vez bajé los brazos una vez superada la primera fase, tal vez sencillamente mi sistema de estudio no es el adecuado. El caso, es que aunque la consecuencia suspender no es distinta a sencillamente aprobar sin plaza (sigo ejerciendo, por supuesto como interino, este año en Estepona), suspender fue un golpe demoledor.

Golpe de que te pitan los oídos durante meses. Lo digo en serio, algo que te ‘coloca en tu sitio’, te obliga a replantearte todo lo que estás haciendo, ‘cómo te lo tienes montado’ (en el fondo sé que había, y hay, cosas que tengo que cambiar), entender también tus limitaciones y capacidades (había cosas que sé que podría mejorar, pero otras que honestamente sigo sin saber cómo hacerlo)… resumiendo, ha sido un golpe de realidad, que unido a los años que voy cumpliendo (38 ya, gracias!), me ha sumergido en una crisis -transformadora y todo lo que querais- que me ha tenido catatónico, si es que no abiertamente en pre-depresión, durante unos meses.

Pero tranquilos, que estoy mejor. Saliendo del covid mientras escribo esto (¡no kidding! ¡en parte el estar de baja por el covid es lo que me hace lanzarme a escribir esto!), pero estoy bien.

Y estoy bien, entre otras cosas, porque después del golpe (mediados de julio de 2021) supe enseguida que lo más importante para quitarme las telarañas de encima, era ponerme en marcha enseguida. Uno de los consejos que me dieron es que de puntos iba un poquito escaso (3 años de experiencia, dos certificados de idiomas*, los cursillos del chichinabo que todo cristo tiene, y un título de Ingeniero Técnico de un plan pre-Bolonia que me habilita para ejercer, pero no me da puntos), así que ¿Por qué no hacer un Máster?

*Los que conocéis las oposiciones por dentro ya sabéis lo retorcido y ridículo que puede llegar a ser el sistema de puntuación: dos puntos por tres cursos online que se hace cada uno en un fin de semana, 0,5 por cada título de idiomas (¡aunque sea del mismo idioma! ¡yo tengo 1 punto por que tengo el B2 y el C1 de inglés!) ¡pero apenas 0,7 por cada año de experiencia!

Bien, venga, vamos con el máster a muerte, a ver ¿qué hay por ahí? Tiene que ser online, claro, y tiene que ser oficial para que se me reconozca UN punto, para ser más competitivo, para cargarme a hostias a cualquier oponente opositor que me quiera plantar cara ¡¡¡¡si solo necesito una plaza!!!!

La oferta, bueno… hay de todo. Vi uno en el que daban cosas en 3d (3ds Max, Unreal y V-Ray) que se me hacía la boca agua… pero no era oficial. Hay un huevo de máster relacionados con la educación (Máster en Tecnología Educativa y Competencias Digitales, en Psicopedagogía, en Prevención y Mediación de Conflictos en Entornos Educativos, en Educación Especial, en Innovación Educativa… puedo seguir, la lista puede ser larga de verdad) pero, lo digo aquí que no nos lee nadie, me saturan un poco… hablando en serio, me considero ingeniero/técnico antes que educador, y busco algo que me motive más alejado de la educación en si misma. Y honestamente, busco mi mísero punto, no tengo mayores ambiciones. Me hablan también de uno sobre Prevención de Riesgos Laborales ‘que está tirao’ y es solo de ‘hacer test y entregar trabajitos’ que se puede sacar fácil y como un trámite… pero aún así sé que por mucho que me lo vendan como algo fácil en algún momento me va a tener ’empantanao’, y sigo queriendo algo que me motive.

Y entonces ahí lo veo, “Máster en Astronomía y Astrofísica”. Como podeis imaginar los ojos se me hicieron pesicola. No es barato, y el proceso de admisión (un poquito teatral a mi entender, aprovecho para decirlo) sigue pasando por enviar una carta de motivación y cumplir ciertos requisitos.

Me lo miré bien, lo sopesé con calma, no fue una decisión para nada precipitada, pero para que os hagáis una idea de las ironías al tiempo que determinación que la que me quería matricular del máster, el destino quiso que el día que me confirman la admisión y con un plazo breve para ejecutar el primer pago, me pillara en uno de los sitios con menos señal posible de la serranía Norte de Jaén. Me teníais que ver, literalmente, aguantando el teléfono móvil y el portátil en mitad del monte, para pillar algo de señal con la que enviar los datos y ejecutar el pago (que no voy ni a decir la cantidad)

Todo salió bien y aquí estoy: me está encantando el máster, estoy aprendiendo sobre todo cómo se hace la ciencia (para mi fortuna, y no voy a ser falsamente humilde, cuento con una buena base teórica y unos buenos fundamentos, y de momento nada de lo que hemos impartido me ha sonado a chino), pero lo que si puedo decir es que me he tirado por primera vez en mi vida unas navidades de empollar y redactar que no lo había visto en la vida. No había trampa, como profe sabía que contaba con ese tiempo y lo empleé bien (de hecho, me sobraron unos días al final), pero, os que erais igual de malos estudiantes que yo en la universidad (dificil) ¿os acordais cuando decíamos, cada navidad, ‘voy a estudiar’, y los apuntes se tiraban 15 días calentando banquillo? Pues esta vez, no. Esta vez he estado empantanado, pero bien.

La mayoría han sido entregas, si no aburridas (me ha molado hacerlas) tampoco es pertinente ahondar en ellas: análisis espectral de asteroides, cálculo de las características de un exoplaneta por el método de la profundidad de tránsito y la velocidad radial, transformación de sistemas de coordenadas esféricas, cálculo de características orbitales, arqueología digital en bases de datos para búsqueda de enanas rojas y astrofotografía galáctica…

Pero ha habido una, en la que sencillamente teníamos vía libre. Ni siquiera una actividad obligatoria, sino de esas para ‘subir puntos’. En la asignatura de “Exoplanetas y Astrobiología”, una disertación (tema abierto), sobre la asignatura.

Lo titulé “¿Seremos nosotros los extraterrestres?”

Quince páginas escritas en una noche, y me quedé tan ancho.

No digo más, os lo comparto (en cómodos episodios).

¿Seremos nosotros los extraterrestres?

PD.: Aunque no me veais mucho en este blog, no significa que no esté activo en redes (aunque reconozco que menos que antaño). Efectivamente el hecho de ser profesor más que ocuparme, ‘drena’ mis ganas de escribir como ya expliqué en esta entrada, pero por instagram (personal y docente) me podeis seguir con bastante facilidad (suelo contar muchas tonterías en las stories). Espero que esteis todos bien. ¡Un saludo!

)

Cosas que piensa uno a los 35

Cuando cumplí 25 hice unas cuentas, algunas de las cuales, evidentemente, no han cambiado. Este noviembre Rick Deckard perseguirá, quien lo duda, replicantes en Los Angeles; Skynet lleva años controlándolo todo sin que nos hayamos dado aún cuenta; y el 31 de diciembre de 2033, si sigo aquí, cumpliré inexorablemente 50 tacos.

Pero, también hablaba de la agobiante sensación por el aplastante, implacable, inexorable paso del tiempo, y contaba que me sentía estafado, expresandolo de una forma que ahora, como es natural, encuentro un tanto naif, y bueno, propia de ser diez años más joven. La pregunta es ¿me sigo sintiendo estafado? Pues lo respondo claro y directo: no. Y la respuesta que voy a dar, entiendo que os resulte un tanto estrafalaria, pero es la que encuentro que mejor lo resume: porque no me he aburrido ni he parado quieto. He vivido bastantes experiencias, me han pasado bastantes cosas (buenas y malas), y también he buscado activamente que me pasen otras, la mayoría muy buenas. No me arrepiento de nada, estoy contento de estar donde estoy, y de a dónde (parece) dirigirse mi vida. He aprovechado estos años. Entonces, hace 10, es sencillo entender lo que me pasaba: perdía escandalosa y desastrosamente el tiempo. Conseguí acabar la carrera (hace solo 7 años, eh), he viajado, he estudiado y vivido en el extranjero, he conocido muchas personas maravillosas, me he emancipado, me he enamorado, he vivido… incluso, parece, he madurado… Vamos, que no ha estado mal.

En el Caminito del Rey (Málaga), hace apenas una semana.

Y sigo repasando cuestiones, un tanto más triviales: la incipiente calva que me inquietaba, ahí sigue, avanzando aunque sin consumarse, y lo más importante, sin que me importe demasiado. Tengo al fin una barba plenamente desarollada, como la que siempre admiré en mi padre, que me gusta y cuido mucho. Hago ejercicio (incluso he hecho *mucho* ejercicio, con gimnasio y bicicleta todos los días, aunque no puedo mantener ahora ese ritmo), mi dieta es mucho más variada y equilibrada; y mi estado físico, aunque sin alardes, es en general es bastante mejor que el de hace diez años. He aprendido (y sigo aprendiendo) a organizarme, a trabajar, a ser eficiente. Me conozco mejor, sé lo que me gusta, sé relacionarme mejor conmigo mismo y con los demás. Lejos de entenderlo ‘bien’, si al menos entiendo mejor como funciona todo: yo, las personas, el mundo. A resumidas cuentas, me siento bien.

A la pregunta de ‘qué responder cuando no has acabado la carrera con 28 años y te preguntan en tu primera entrevista de trabajo por tu experiencia laboral’, tengo La Puta Respuesta, que da para otro post ;)

¿Y lo demás? ¿Las chicas? ¿Vivir en pareja? ¿Tener un proyecto de vida? ¿Los niños? Todo en proceso, aunque me queda la última pendiente definitivamente pendiente. Pero por razones por las que muy tonta e infantilonamente me voy a hacer el misterioso (uuuUUUuuuu!!) y guardaré para el demorado aunque intentaré que inmediato, próximo post; diré que ahora mismo tengo niños a raudales* 😁

*Si me seguís en Instagram sabéis a que me refiero.

Aquella vez no me gustó cumplir 25, pero por razones un tanto obvias: entonces no me acababa de gustar mi vida. Era una especie de toque de aviso, de meta volante, de examen parcial, y el resultado de aquella prueba dejaba que desear. Hoy por hoy no es que esté ‘enamorado’ en si de tener 35 (por pedir, pediría tener el potencial y la plasticidad -y especialmente las rodillas- de un chavea de 23 o 24 años), pero el hecho en si de cumplir años, de comprender la unicidad y la fugacidad de la vida de uno, es lo que hacer querer bebérsela a cántaros, a la vez que saborearla dulcemente.

Y, ay, sobre la muerteya me extendí en su día. De la forma más sana y constructiva posible, dejó de obsesionarme. Precisamente asimilando que llegará, y que mientras tanto, nos debemos a nosotros mismo el exprimir la vida al máximo posible. Cómo debe de ser.

Espero llegar a los 100, y llegar bien, y contento al echar la vista atrás. Un saludo ;)