Nota: Otra ración de borradores antiguos. Repasando, no entiendo por qué no publiqué esto cuando pensé hacerlo. Hoy no viene más a cuento que cuando volví, de lo que hace tres años (ya), pero en general, nada de lo que digo queda obsoleto (aunque evidentemente, de redactarlo de nuevas no lo expresaría así, pero es que probablemente ni lo redactaría). Sea como sea, dado que esporádicamente menciono en mi blog aquella experiencia Erasmus, y no tengo un post que la condense y la resuma claramente, publico esto tal cual lo escribí en su momento, hasta respetando los tiempos verbales (insisto: han pasado tres años). Y que cada uno saque sus conclusiones.
*En cursiva y alineado a la derecha, notas actuales añadidas.
«Hoy hace un año que cogía un avión que me llevaba a Dinamarca,
…a echar allí un año casi entero (de hecho, casi once meses) como Erasmus. Ya avisé entonces que era previsible que no escribiese mucho mientras me encontrase allí. Que no me apetecía forzar la digestión de algo que sencillamente debería vivir, punto.
Con todo, prometí una especie de resumen, que he dividido en tres bloques: experiencia académica; Dinamarca como país y sus habitantes; y experiencia personal. Así que ahí va y empiezo por lo académico.
Estudios
Académicamente, este año ha sido, con mucha, mucha diferencia (vamos, casi infinita, como es la diferencia entre algo y nada) el de mi mejor rendimiento en mucho tiempo ever. Desde el instituto, es la primera vez que salgo limpio en junio. Este año no solo he aprobado todas para junio sino que he sacado cuatro matriculas de honor (!!), sino que he dejado el PFC listo de papeles, y a falta de hacer prácticas en donde yo quiera, tengo una segunda carrera (Bachelor Degree in Mechanical Engineering) prácticamente en las manos*. Y aunque todavía doy patinazos en la gramática, he adquirido total fluidez en el inglés.
*Eventualmente conseguí dicho título al hacer esas prácticas.
Pero el cambio más importante es el mental: es el de considerar Europa patio de recreo, seguirla considerando casa de algún modo, haber perdido el miedo/vértigo a irme a trabajar a cualquier otro lugar, verlo con normalidad y como una opción real y tangible**.
**Un año en Birmingham lo atestigua.
Ese clic, esa apertura de mente, aparte de los amigos, es lo mejor que cualquiera se trae de un Erasmus.
Hablando sobre el estilo docente, en ciertos aspectos es radicalmente opuesto al que se da en Málaga, y entiendo que por lo general en España.
Cierto es que en Dinamarca, aunque puntualmente, entrabamos en ciertas clases 70 u 80 personas (no solo en España están masificadas las aulas), y cierto es que en España, algunos profesores se preocupan genuinamente de seguir el progreso de los alumnos, al igual que en Dinamarca. No todo van a ser tópicos e injusticias.
Pero en si, el estilo, es completamente distinto. Nunca he tenido que trabajar tanto como este año, ni -todo hay que decirlo-, nunca he tenido que ‘estudiar’ tan poco (Estudiar, en el sentido clásico de deglutir un tocho de apuntes, porque sí). En los exámenes que he tenido en Dinamarca, que ahora contaré como son, apenas he repasado los apuntes, tal vez la tarde de antes. No solo es fácil aprobar, sino que de hecho es difícil suspender. Tanto que a un danés, y en general a cualquier extranjero, no les cabe en la cabeza eso de que nosotros podamos ‘suspender’ en España, ni eso de que nos podamos tirar cinco, seis años estudiando una carrera.
Porque ya sabéis un poco como es: en España, bien puedes asistir todo lo que quieras las clases, y caerle todo lo bien que quieras a un profesor, que al final se reduce a que te la juegas todo a un examen. Así que la clásica es no ir en todo el cuatrimestre a clase y luego intentar deglutir el susodicho tocho de apuntes. Y si hay prácticas, suelen ser obligatorias (te dan ‘derecho de asistencia al examen’), y da las gracias si cuentan una porción de la nota.
Y esas instalaciones… O Mai Gawd!
En Dinamarca, es todo lo contrario. Intrínsecamente el sistema te obliga a trabajar: vas entregando proyectos continuamente, pequeños trabajos que se van sumando hasta completar la totalidad de la asignatura (uno o varios dependiendo del número de profesores). Por supuesto, así aprendes. Y entregándolos todos, sin más, estás técnicamente aprobado, punto. Porque el ‘examen’, atended, o mejor dicho, trámite, se reduce a que el profesor, y un supervisor ajeno a la universidad, te preguntan sobre los agujeros de tu pequeño proyecto, después de hacer una pequeña exposición en powerpoint en tu propio portátil. Un examen oral de quince minutos en el que con antelación ya han casi decidido la nota, y tras el cual como mucho te la van a subir o bajar un par de puntos. Aparte, teníamos los grandes proyectos de cada semestre, uno de ellos mi PFC (que lo he hecho sobre un instalación termosolar para una vivienda con piscina cubierta). Y todos ellos en grupo, preferentemente internacionales, aunque el PFC me quedé (por suerte) a solas con Enrique, un muy viejo amigo mio de Málaga.
Mi PFC. Estando allí, un amigo mío de Ingeniería Civil dijo ‘Yo en mi proyecto no he escrito una conclusión, he escrito una disculpa’. Palabras de un genio.
Y por supuesto, la cosa que definitivamente no existe en Dinamarca es la figura clásica de la fauna académica española (y ni falta hace que diga qué música debéis imaginar y qué voz debéis poner): el Señor Profesor Don Aquí-No-Aprueba-Ni-Cristo, amo y señor de los terrenos baldíos del departamento de Mierda Aplicada.
Eso de «aprender al profesor» en vez de «aprender la asignatura» es por suerte algo que los daneses ni conciben. Entre otras cosas, supongo, por el susodicho supervisor externo que hay en cada examen.
(…)
Pero eso si, trabajar, he trabajado como ningún año. Semanas enteras quedándome despierto hasta bien metida la noche, muchas veces en la universidad, y en unas cuantas ocasiones virtualmente solo en aquel edificio. Eso ha sido una experiencia nueva, pero también me ha servido para saber lo que puedo dar de mi, y por lo tanto muy positiva.
Todo esto, en su suma, hace que la preparación con la que sale uno sea muy distinta. En Dinamarca sin duda orientan todo más a los resultados, al producto, con un claro enfoque comercial y de marketing. Digamos que en general se pide que demuestres que sabes cómo hacer uso de los conocimientos que se te han dado, pero no te van a pedir que te aprendas literalmente las formulas matemáticas que te pedirían en Málaga, por ejemplo, para dimensionar un sistema de abastecimiento de aguas o un circuito eléctrico. No voy a decir que la educación danesa sea mejor o peor: sin duda aprendes, de un modo más utilitario, si, pero con herramientas más avanzadas, un estilo más depurado y personalizado, y que transmite más confianza. Pero no me extraña que a día de hoy, los ingenieros españoles estemos (dicen) tan solicitados en el resto de Europa, pues ciertamente, nuestra preparación es mucho más técnica, más ‘en bruto’. En ese sentido, me he llevado lo mejor de ambos mundos.
Vitus Bering Building, el complejo aledaño donde solíamos tener clase.
Nos vemos en la segunda parte: Los Daneses.