Pos nah, aquí va la típica entrega veraniega mierder sobre alguna tontería pa dar por culo. La de hoy, que por ley ahora se nos obliga a aguantar el cuadradito porculero informativo de que aceptas las peligrosísimas y nocivísimas* cookies, y sobre todo, que se me obliga a mi a avisaros de ello. Abajo lo tenéis el aviso, si no lo he cambiado de sitio. Aceptad. O vuestro ordenador explotará. En verdad no, es broma. Lo que no es broma es que habéis perdido unos segundos de vuestro tiempo. Perdidos. For ever.
*Guiño-guiño-codazo-codazo
Es decir: la típica ley mierda de la UE destinada a dar por culo, que a veces parece que aparece del cielo con leyes tontas, tipo obligar a cocinar los espetos de sardinas en brochetas de metal y no de caña, o mucho más elegante, cargarse miles de cabezas de ganado no sea que a media Europa le de una encefalopatía espongiforme… (que ahora que lo pienso…). Es para imaginarse la escena: a unos cuantos legisladores, muy informados y muy al día de esto de Internec, deciden que es importantísimo este ejercicio de transparencia, y tienen la magnífica ocurrencia de llevar adelante esta ley: Superimportantísimo, oye.
¡Si copóóón, aceptamos las PUTAS cookies, meteoslas con bambú debajo de las uñas!
Sin embargo, por el gusto de hacer el ejercicio, supongamos que el escenario es el opuesto, y supongamos que es verdad que hay un clamor popular real, tangible, influyente, de gente informadísima de ‘toda la movida esta de las cookies’ y que cree sabe de muy buena mano que las grandes corporaciones Internec nos la quieren meter doblada, robar nuestros sueños, nuestros secretos más íntimos, nuestras fotos en pelotas disfrazados de Mr. T y con traje de latex, o pruebas del cadáver que guardamos en la alcoba, y extorsionarnos, o peor aún, vender esos secretos a Hydra.
No, vamos a ver. Esta es otra evidencia más del tontismo supremo, que creo que es uno de los principales males de esta sociedad occidental pseudocivilizada. Esta sociedad que sobreprotege a los niños, que no permite que se ensucien lo más mínimo en un sentido literal (con lo comprobado que está lo bueno que es eso para el sistema inmunológico) y que sin embargo permite alegremente que se arrastren y deglutan mierda mental de la forma más desmedida. Esta sociedad que pone ahora el grito en el cielo si sus alimentos contienen gluten, como si todos fuésemos celíacos. Esta sociedad que se las da de ecologista cuando en realidad no es otra cosa que sentimentalista. Esta sociedad que está dispuesta a pagar veinte euracos por un gintonic y luego se escandaliza si alguien va más de dos veces al cine a ver una peli que le gusta. Esta sociedad que duda que Armstrong pisó la Luna pero cree en los chemtrails y el movimiento antivacunas. Esta sociedad hiperinformada sobre homeopatía, que es quimiófoba y cree que los móviles provocan cancer. Esta sociedad que… existe.
(…)
En fin, no me hagáis mucho caso, porque creo que lo que me pasa, es que como todos los veranos: veo más tele (algo es infinitas veces más que nada), y noto como a cada minuto de anuncios que veo en la tele el periodo de semivida de mis neurones se reducen exponencialmente. Vamos, que me vuelvo más tonto, y m’indigna. Mejor reirse, la opción inmediata que nos queda es… no navegar. Muy rico todo. Y ahora a merendar.
A todo esto. Mañana me voy a continuar el Camino de Santiago. Desde donde lo dejé el año pasado, andaré con mi padre otros diez días, previsiblemente hasta León. Si, con unas vacaciones este verano no he tenido suficiente. Es lo que tiene saber que firmas un contrato laboral en dos semanas. Pero ya hablaremos también de eso ;)
Saludos, y disfrutad lo que queda de verano!