Ser Profesor (3)

(Viene de aquí: “Las semanas siguientes”)

Oh, ¡Verano! ¡Prodigioso verano, que ya se acaba! Verano de funcionario, ¡¡de docente!! Y es que así es, señoras y señores, dos mesezacos de vida de gorrino pachón, de hacer dos viajes gordacos (a Irlanda, 10 días, y a Galicia, otros 10 días), además de varios viajes a Granada a estar con amigos y queridos, y alguna aventurilla más. Y mucho estar en casa. Y piscina. Y chapucillas. Y cosas creativas. Y hasta estudiar un poco. Y no hacer nada (que también)

Skellig Michael o Gran Skellig, islote en el extremo sudoccidental de Irlanda, y uno de los puntos extremos de Europa. La circunnavegamos el 20 de Julio, el 50 aniversario de la llegada a la Luna. Ah, y cierta conocida película se rodó allí

Tanto no hacer nada, que ni he escrito, ni publicado posts que tenía pendientes. No obstante, ya que ya sé donde me envían para este curso que entra (a Pozoblanco, en el mal llamado “Valle” de los Pedroches… y si, donde murió Paquirri), es hora de saldar esa deuda.

Y es que quiero seguir hablando de como ha sido la experiencia de primer año como profesor, (os recuerdo, un año en Luque, también en Córdoba); hablar de alguna cosa por la que ya me habéis preguntado (sobre qué supone ser tutor de un grupo y con ello, un poco un ‘padre’, pero lo quiero dejar para la última entrada). Pero la tutoría trae aparejadas algunas cosas ‘laterales’ que si no se saben gestionar, pueden resultar un poco incomodas, y en el peor de los casos, y aunque no ha sido el caso, hasta peligrosas.

Última vista de Santiago de Compostela (incluyendo las torres de la catedral) antes de seguir caminando hasta el otro Fin de la Tierra que he visitado este verano 😁

¿Vivir en el pueblo, o irse a la ‘ciudad’?

Una de las primeras cosas que tuve que decidir, al saber que me concedían vacante para todo el año, era decidir si me quedaba a vivir en el mismo Luque, de 3000 habitantes, o irme a otra localidad cercana más grande (Baena en este caso, que conforme escribía el primer borrador de esta entrada estaba con su ‘tamborada’ a full throttle), con más habitantes, más servicios, más vida… y más anonimato.

Insisto, Luque puede ser y es un pueblo precioso. Con lo bueno y lo malo que es un pueblo. Provengo de uno aún más pequeño, así que creedme, sé de lo que hablo. Puede ser hogareño, entrañable, que la gente te salude, te pare, te hable por la calle. Un lugar donde a la figura del docente todavía se la tiene en buena estima, con cierta aura de respetabilidad. También de tutorías gratis cada vez que compres el pan, y de no poderse tomar una cerveza tranquilo. Y también, lo sé por casos de conocidos míos, un lugar donde por ejemplo, tus alumnos les puede dar por rallarte el coche o se pueden presentar debajo de tu balcón a las 3 de la mañana de un fin de semana solo por hacer la puta broma, porque saben dónde vives.

Con todo, aunque yo sabía lo que quería, lo consulté con varias personas cercanas a mi sobre esta decisión; unas pensaban vehementemente que la opción correcta era el pueblo (“no necesitarás coche, logísticamente es lo mejor, la tranquilidad que tendrás allí es impagable”), y otros razonaban como yo: lo mejor es separar, incluso físicamente, la vida laboral de la personal. Y Baena fue mi elección, a 10 km, yendo y viniendo todos los días (en mi coche, de lo que hablo luego), en un pisillo pequeño que me alquilé, con linea de fibra de 500 MB simétricos (ojo, ¡eso no lo hubiera tenido en el pueblo!), y con una cosa que valoro mucho: el anonimato

La ‘filtración’

Pues bien, tanto como dice el menda que valora su anonimato, atended a la ocurrencia graciosa que tuvo: la susodicha ‘filtración’ fue ni más ni menos que de mi teléfono móvil particular. Los padres y los alumnos se hicieron con mi número de teléfono privado, lo que no es otra cosa que una imprudencia e incluso un peligro, y pasó por no otra que por mi propia culpa.

Sencillamente, inocente de mi, en mi primer encuentro al tercer día con unos padres por la calle, se lo di. No solo mi correo asignado como funcionario, no solo el teléfono del instituto, sino mi número de teléfono personal. En el pasado lo he dado, a mis alumnos particulares, a los de la escuela privada, y en ese momento me pareció una buena idea.

¡Pero que no acaba ahí la cosa!: no contento con ello (de los padres todavía cabe esperar cierta discreción), y cuando empezaba a oler mi error, a los pocos días tuve la feliz idea de poner en el proyector mi propio Curriculum, para enseñarles un ejemplo (dentro de la asignatura de ‘Iniciación a la Actividad Empresarial y Emprendedora’…). Un curriculum que no había editado (busqué el que tengo en LinkedIn) y que, si, contiene mi número de teléfono. Y ese si lo vieron los alumnos. Los de 4º, además, algunos de los cuales andan*, irredentos, buceando en las profundidades de la adolescencia más insolente xD.

*(andaban, entre que escribí esto y lo publico ahora, han pasado meses y he notado cómo han cambiado 👌)

En los siguientes días recibí varias llamadas desde números anónimos, intentando trollearme, algo que supe cortar de raíz; y alguno me ha rondado el instagram, cosa que he solucionado bloqueando gente (aunque he de decir, con los meses he relajado y se ha relajado la cosa). El “daño” quedó contenido, pero lo peor no fueron los alumnos (diré que en general son buenos, muy inocentes y carentes de maldad); lo más incómodo, pueden ser ciertos padres. Pero hablaré más tarde de eso.

El coche

Otra de las cosas que quiero mencionar (aunque con brevedad), pues ciertamente me hace ilusión: todo esto de ser funcionario, tener un sueldo, y tener unas necesidades de transporte, pasan por adquirir el que sería, y es, mi primer coche.

Un señor Volkswagen Golf VI, 1.6 TDI de 105 caballos, y que en los 15.000 km que le llevo hechos (lo adquirí con 87.000), se ha portado de putísima madre – incluyendo por ejemplo, ir a Galicia y volver a través de Portugal este mismo mes.

Y esto que empecé pensando ‘me pillo algo tiraete, por 2000 o 3000€, un Megane* o un Focus como el de mi padre, pa salir del paso’, pero fui subiendo, me fueron liando (me fuí liando), y cuando el Golf apareció en escena y mi padre sencillamente dijo que me lo financiaba, la decisión se volvió inequívoca.

*Las lineas externas del Renault Megane de 2002 son un diseño que siempre me ha puto tenido enamorado, y durante años pensé que ese sería mi primer coche. No obstante, no pudo ser.

Hace ilusión tener un cochecillo, es “mi primer coche”, y he de decirlo, un Golf no es ‘un cochecillo’, sino un cacharro que si lo cuido bien me dura fácil 10 o 15 años. Me resistía un poco a tener el Volkswagen frente a otros (un Golf tiene algo de icono, como la “manzanita” de Apple, y me negaba a pagar más por lucir esa chapa), pero por cuestiones de seguridad, construcción, posibilidades de reventa y otras más que me pusieron encima de la mesa, me acabaron convenciendo.

Como curiosidad, el primer mes estuve alquilando y desplazandome como una furgoneta de reparto. Me vino de perlas, eso si, para la mudanza… (En esta foto, en la preciosísima carretera que sube al mirador de la Cueva de los Murciélagos desde Zuheros)

Y hasta aquí por hoy. Aunque para la quinta y última entrada la guardaré para hablar de todo lo que ha supuesto ser tutor y la experiencia humana con esos encantadores y queribles demonios que son tus alumnos 😂… en la siguiente entrada, hablaré de viajes, asignaturas que no son mías, y ¡ojo cuidao!, robos… 😱

Cómo preparar tu mochila de ‘peregrino’ (Camino de Santiago 2016) (parte 3 de 3)

Como dije en el anterior post, para ir terminando hablemos de mis pecados (cosas que he echado y de las que tal vez podría prescindir), las que si debería haber echado, y finalmente, las que NO DEBEIS ECHAR a vuestra mochila.
Para la introducción, comentarios generales, y contenido principal de la mochila, a la primera y segunda parte me remito

Mis pecados

Gafas de bucear
Como al final no me he bañado, evidentemente me han hecho falta y por tanto han sido un ‘peso’ (con todas las comillas que hagan falta) inutil. No obstante no concibo meterme en una piscina solo para mojarme, sino que me gusta de verdad nadar y también bucear un poco, y es por ello que no concibo llevar bañador y no llevar unas gafitas.

 

Lentillas+solución en ampollas
No suelo llevar lentillas, pero no obstante suelo tener, en mi casa, un pack de lentes de uso diario, por si algún día… lo que sea. El caso es que en El Camino, existe la posibilidad real de que pierda o rompa las gafas (de nuevo, quien sabe) y que me quede pero bien jodido (tengo bastante miopía), por lo que un par de lentillas (o tres, o cuatro), me pueden salvar el percance hasta el regreso.

Libretita+lapiz
Una moleskine, para colmo, lo más hipster que te puedes echar en cara. Solo la he usado para escribirle mi dirección a uno de los buenos amigos que haces. Llevando un par de papeles, (o una libreta aún más pequeña), habría salvado unos 300 g, que es algo. De todos modos sigue siendo buena idea llevar algo de papel.

Móvil de repuesto. 
Porsiaca, porsiaca… ay los porsiacas. No, al final no ha hecho falta ni de lejos, asi que creo que podría prescindir de él.

Pegamento para plásticos + Cianocrilato + Cinta aislante.
Me puede la cosa esta de ingeniero-manitas-del-chichinabo, pero pienso que lo mismo se me despega la suela de las botas, o se suelta algo de la mochila, o yo qué sé… si por mi fuera hasta me traía cinta americana, 3en1 y una llave inglesa+alicates. Si al final va a ser verdad que no tengo remedio… xD

Cámara reflex
Ay madre… si, mi querida Canon 1100D. Incluso con el objetivo 18-55 que trae por defecto no llega a 700g, pero si ya sumo su funda, más lo que va en ella (cargador, baterías de repuesto, tarjetas de memoria…), a lo tonto estamos ya en el kilo y medio, facil. El año pasado incluso me traje el objetivo Tamron 18-270, que no está pensado para llevarlo al cuello 6 horas diarias (todo como sobrerreacción a que el año anterior solo me llevé el móvil y me quedé con muchas ganas de hacer ciertas fotos chulas), pero en cualquier caso, reconozco que una reflex al cuello no es un ejercicio de responsabilidad, y tiene incluso algo de pose. Las del móvil no, pero muchas compactas disparan en RAW y tienen una calidad muy decente. Y con todo, no renunciaría a ella, y qué contaros, a lo tonto también haces amigos con ella al cuello…

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Cómo preparar tu mochila de ‘peregrino’ (Camino de Santiago 2016) (parte 2 de 3)

Hechos los comentarios preliminares, vamos al meollo, y que mejor que empezar comentando los zapatos y la mochila

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Los zapatos

Junto a la mochila, el calzado es tal vez la elección más importante que debes tomar y pensar con antelación de todo el viaje. Como regla general, que tus zapatos sean de buena construcción, que se adapten bien a tu pie, y que lo agarren pero sin asfixiarlo. Todo lo que quede suelto y roce, como ya hemos comentado, es origen de ampollas. Huye también de botas altas que agarren el tobillo, no quieres eso.

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Pero sobre todo, sobre todo, no estrenes calzado en el viaje.

Yo mismo he quebrantado esa norma, que ya conocía, este año, y ha estado a punto de ser mi perdición. El calzado debe de estar andado, que tu pie y tu zapato se adapten y conozcan mutuamente, y si no te queda otra que comprarlo justo antes, haz con él el equivalente a un par de etapas o tres, ándalo al menos 50 km, y de paso entrenas un poco, porque lanzarse a hacer el Camino sin algo de preparación no es de valientes, sino de inconscientes.

La mochila en si

Hablamos de la típica mochila de senderismo, de estructura reforzada y con apoyo lumbar. Que tenga muchos compartimentos y bolsillos distintos es buena idea, así tendrás acceso rápido a la mayoría de las cosas. También sería interesante si se mantuviese en pie al dejarla en el suelo. Pero ninguna de ellas es clave, sino que agarre bien, que nada baile ni quede suelto, robándote energía en cada paso. En cualquier tienda de deporte te pueden aconsejar mejor que yo, pero piensa que el peso no debe reposar en los hombros, sino en las caderas.

Ropa

Camino de Santiago 2016 - León > Sarria

3 mudas (y la tercera ya es solo porsiaca).
Esto es, 3 pares de calcetines, 3 de calzoncillos y 3 camisetas.
Como preferencias personales, que los calzoncillos sean tipo boxer (me explico por si no se me entiende: que os recojan bien los huevos, y no vayan ahí tañiendo al aire libre porque es ingrediente perfecto para las rozaduras), y los calcetines, gruesos y de invierno. Ya he hablado del tema ampollas (insisto, este año han estado a punto de derrotarme), y una de las técnicas que se citan para prevenirlas es vestir dos pares, así que tenedlo en cuenta al hacer vuestra provisión.
Finalmente, mejor si las camisetas son de colores vistosos, esta es una norma universal de cualquier senderista (pues por regla general querrás ser fácilmente encontrable, no vaya a haber problemas), y en cualquier caso, que no sean oscuras, pues os harán pasar más calor cuando el sol pegue.
La tercera muda estrictamente sobra, si laváis la ropa todos los días. Pero bueno, como no es raro que haya algún imprevisto, echadla, anda, no pasa nada. Pero con 4 mudas ya me estáis vacilando.

Pantalones largos.
Es uno de lo elementos básicos del caminante, tal vez el más vital después de la mísma mochila y el calzado. Entiendo, igual que comentaré ahora con la ropa de manga larga, que existan peregrinos que quieran bañarse y beber todo el sol posible (especialmente los guiris). No obstante, aviso que por la mañana suele refrescar, siempre hay insectos y arbustos con ganas de joder, y la protección ante el sol sigue siendo importante. Todo ello me conduce a recomendar de forma casi imperativa vestir mientras caminamos unos pantalones largos. Cómodos, si, pero largos.
Ah, y que tengan buenos y numerosos bolsillos: te resultarán bastante útiles.

Gorro
Primordial. El sol pega, y pega fuerte. Siempre lo puedes empapar en una fuente y que refresque aún más. Y también protege del frío, ojo. Los de pescador son los que más me gustan: los puedes llevar en un bolsillo, así vete olvidando de ese sombrero de paja que no vas a saber dónde meter.

 

Camiseta, sueter o polo de mangas largas (y cuello alto)
De nuevo, el propósito de esto es protegernos de las bajas temperaturas al amanecer, así como de las quemaduras. Eso último es más opcional (siempre está la opción, obligatoria si se va en manga corta, de usar loción solar). Personalmente me gusta la idea del cuello alto, pues además de protegerme el cuello de quemaduras, también me permite llevar la reflex siempre al cuello sin sufrir por el rozamiento de la correa (ya iremos a los rozamientos, ya…). Alguno pensará que para llevar una camisa de manga larga sería mejor algún tipo de abrigo o chubasquero, con lo que me remito al siguiente punto, y también al primordial: ¡salvar peso!

Poncho
Dicho lo anterior, evidentemente hay que tener en cuenta la más que probable presencia de lluvia, con lo que un poncho cumplirá la función en tal caso. Se pliega bien, cabe en un saquito y pesa poco. Problema solventado.

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Toallas
Una de mano hará las veces: ya ni pido que de la vuelta a la cintura, pero si al menos que te alcance a taparte ambas partes pudentas al mismo tiempo aunque la tengas que agarrar con una mano. Y otra pequeñita, venga si, porsiaca.

Saco de dormir, finito
No sé ni como lo conseguí (creo que en una tiendecita en Pamplona), me hice con un saco de dormir no más grande que dos puños, y que no llega a los 150g de peso. Es de una tela bastante fina, pero al menos concede ese mínimo de abrigo que puede ser necesario. Os recuerdo que la inmensa mayoría de albergues disponen de juegos de sábanas desechables de algodón-celulosa para mantener una higiénica y mínima separación con el colchón que tantas personas usan.

Pantalones cortos.
Si, pero para estar ‘por casa’, echar las tardes tranquilamente cuando vayas a almorzar, visitar el pueblo o ciudad de turno, echar unas cañas… Piensa que además alguna vez tendrás que echar tus pantalones del camino a lavar, por lo que necesitarás otros ¿no? Los cortos son para la tarde, hace calor, claro, y además tampoco es plan de echar otro par de pantalones largos, recordad que intentamos salvar peso y volumen.

Chanclas
De nuevo, para después de la ducha y toda la tarde, tu pie necesitará sentirse liberado, te lo aseguro. Que no sean rígidas, es decir, que puedan aplastarse fácilmente para meterlas en la mochila.

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Otra manga larga
Pensé que no la necesitaría (y así fue durante los 6 primeros días) pero eventualmente, conforme entrábamos en el Bierzo y en Galicia, empezó a refrescar por las noches, demorando también el secado de la ropa. Como mi polo de manga larga estaba aún tendido, acabé echándole mano a una camisa de cuadros que solo eché porsiaca. También sirve para ir poco más arreglaillo, si tercia, aunque la pongo de lo último en la lista, pues es algo que tiene un pie en la zona gris.

¿Bañador?
De nuevo, si tenéis uno pequeño y ligero… de vez en cuando hay albergues con piscina, y siempre es un gusto pegarse un chapuzón. Con todo, he acabado por no usarlo este año, con lo que lo dejo como opción.

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Cómo preparar tu mochila de ‘peregrino’ (Camino de Santiago 2016) (parte 1 de 3)

Agosto de 2016, y como marca la hoja de ruta, he completado la ‘tercera’ etapa del Camino de Santiago con mi padre, como los dos últimos veranos.

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Para poner al día a los nuevos, empezamos en 2014 en Saint Jean Pied de Port (cruzando los Pirineos) hasta el mismo límite de La Rioja y Castilla-León. Allí lo retomamos el año pasado y lo completamos hasta León, donde igualmente lo hemos retomado este, para acabar en Sarría, apenas a 110 Km de Santiago. La intención es llegar a Santiago el verano que viene, (y seguir hasta Finisterra y Muxia), y si es posible también con mi hermana acompañándonos. Nuestras razones para hacer esta locura, personales e intransferibles aunque totalmente abiertas, son sin duda compartir esta experiencia como padre e hijo (aunque para mi padre sea la tercera vez), conocer -muy buena- gente, y todo hay que decirlo, emplear de una forma sana y muy barata las breves vacaciones de las que disponemos (las razones espirituales se las dejamos a otros ;))

Mi padre y yo al subir al ‘Pico del Perdón’ (con Pamplona al fondo) en 2014

Ya lo dije hace dos años: es una experiencia que os marcará, que disfrutareis, que os hará crecer, y que llevareis con vosotros el resto de vuestras vidas.

Así que, por no repetirme demasiado en la narración etapa por etapa, quiero centrarlo en compartir mi experiencia sobre como preparar mi mochila (que no llega a 8 kg) la cual a su vez viene sobre todo de la de mi padre, autentico sherpa y guía en este Camino, el cual merece totalmente su parte de autoría en esta entrada, y cuya marca en cuanto peso (6 kg) me muestro incapaz de batir.

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Esta es toda la mochila que ha llevado mi padre, la suya no llegaba a 6 kg. Incluye unos pantalones largos, un juego de sábanas de algodón, y hasta una botella de aceite de oliva de medio litro con la que cargó todo el viaje. Insisto, 6 kg.

Solo hay una norma básica: hemos de llevar el mínimo peso posible.

Diversos manuales suelen marcar como límite no más de 10 kg y nunca más del 10% del peso corporal. Cualquier cosa que supere esto es una insensatez. Pensad que vamos a llevar nuestro propio peso durante unos 25 km todos los días: 25.000 pasos, 25.000 impactos sobre nuestras articulaciones inferiores, durante 6 horas, cada día. Esto no es una competición, ni a quien lleva más peso ni a quién hace más kilómetros, pues la idea es siempre disfrutar.

Y es que, amigas, amigos, no he parado de verlo: personitas que no llegan a 50kg cargando con mochilas que pesan fácilmente 20kg, ampollas más grandes que el pie que las contiene, rodillas y tobillos hechos polvo, y tendinitis hasta en el cielo de la boca. Así no, muchachos, así no.

No dejaré de comentar que hay servicios de taxi y paquetería que te llevan el equipaje grueso de albergue a albergue, con lo que solo tienes que cargar contigo el agua y las viandas que necesites en esa etapa. No entraré a juzgarlo (de hecho, los que hacemos el Camino Francés también hacemos algo de trampa, pues la idea del peregrinaje es que además de partir desde tu misma casa, también debes volver), pero si hay algo realmente insensato es llevar exceso de todo: caer en el porsiacasismo, el creíque y penséque, la excesiva precavidez y en resumen, la incapacidad de liberarse de lo superfluo y quedarse con lo esencial.

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Y es que si llevas muchas cosas en la mochila, seguramente también las llevas en la cabeza, y personalmente creo que en un viaje como este, la idea es liberarse, vivir con lo básico, ligero de equipaje. Liberarte, literal y metafóricamente, de todo el peso que no es esencial. Es un ejercicio muy sano y también otra de las buenas y saludables razones para hacer este Camino. Te lo digo de verdad: si tu mochila pesa más de 15 kilos, tienes unas cuantas preguntas que hacerte.

Bueno, a lo que vamos. Como al final la entrada me ha salido un pelín larga, hago sumario de lo ha contenido mi equipaje, y a continuación lo voy desgranando.

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Escocia. Apuntes

Beinn Dorain

Os presento un aperitivo, un resumen escueto y rápido de lo que ha sido mi viaje por las Tierras Altas (y también algo de las bajas) de Escocia. Como os dije en mi anterior post, he estado unos días con la familia por aquellos nortes con los que tenía una deuda pendiente, y sin muchas exquisiteces (hemos estado de albergues y bocadillos la mayoría del tiempo) y con un coche de alquiler, nos hemos dado una buena vuelta por aquellos lares.

A Gift for a Thistle

Como tampoco dispongo ahora de mucho tiempo para hacer un recorrido exhaustivo y quiero enseñaros ya algo (especialmente las fotos, fotos fotos fotos!), esto no es una lista exhaustiva (hemos hecho más cosas, como por ejemplo, ver rápidamente en Madrid esta exposición que no quería perderme), pero básicamente, el viaje ha sido lo que leéis/veis. Con este resumen os dejo, no más que un aperitivo ;)

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Algunos números.

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Noches

Los lugares donde hemos parado a dormir, aparte de Edimburgo (dos noches al principio y otra al final), han sido: Fort William (costa oeste), Broadford (dos noches en la Isla de Skye, gran destino de este viaje), Inverness, y Braemar (en los Cairngorns). El penúltimo día tomamos un desvío considerable para acercarnos a Stonehaven, en la costa este, a probar allí el ‘Fish’n’chips’ genuino y visitar el castillo de Dunnottar (aunque no tuvimos huevos de probar la barrita Mars frita). Mi padre condujo el coche cuatro o cinco kilómetros, con lo que podéis imaginar quien se comió el resto del viaje al volante (cosa que no me es nueva), sin poder paladear el paisaje tanto como me hubiera gustado. Eso si, las pausas, cada pocos kilómetros, por la misma razón: saborear.

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Aquí comparto un mapa con la ruta que hemos seguido, que sois libres de usar como sugerencia. El sentido que usamos es horario, empezando por Stirling y hacia la costa oeste, y acabando por Braemar y los Cairngorms. Ahora que lo se, recomiendo hacerlo en sentido contrario, yendo de menos a más, pues el Lago Ness y los Cairgorms saben a poco después de haber comprobado la grandeza y pureza más salvaje de la costa Oeste.

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Hablando de Edimburgo (o tendría que empezar a decir ‘edinbaragh’)

Es y sería un destino cojonudo como Erasmus o lo que sea. Chavales que me leais, apuntadlo. De hecho vuelvo convencido de que es La Ciudad, una capital con todas las de ley: mis simpatías por los independentistas escoceses. Vivir un año en Escocia tiene que ser la leche, además de que con el poco contacto que he tenido con ellos, he notado otro aire, otra forma de ser más cercana y relajada que la de sus vecinos ingleses del sur. IMG_7112 - RojaIMG_6877 - RojaIMG_7121 - Amarilla

Música

Con Braveheart (del difunto James Horner), Queen (por la BSO de Highlander) y Señor de los Anillos (hacía tiempo que no la escuchaba, así que pelos de punta x2), presentes de forma prominente. Indiana Jones y Parque Jurásico también han sonado, casando a veces muy bien con los paisajes y el momento.  

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Comparaciones odiosas

Me puede, me ha atraído siempre lo remotoEscocia, que conste, ha sido y es un pasón como destino turístico. No obstante, y dado que también he estado en Islandia (y estoy enamorado de ella), me siento obligado a hacer ciertas comparaciones. Si buscáis la naturaleza realmente virgen y salvaje, paisajes sobrecogedores y realmente alejados de la mano del hombre, así como la grandeza de la verdadera desolación, gana Islandia. Si por el contrario, queréis historia, mucha historia, llena de castillos en semirruinas y antiguas historias de batallas, y la fácil accesibilidad a servicios básicos como gasolineras, supermercados, cobertura en el móvil y entrañables pueblecitos y sus gentes con sus correspondientes albergues cada pocos kilómetros, Escocia y las Highlands es vuestro lugar, sin olvidar que comparte con Islandia buena parte de su fauna y flora subárticas, así como fiordos y valles glaciares.

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Cosas que han faltado

Tiempo, como siempre. Ocho días dan para lo que dan. Y no voy solo, lo que evidentemente condiciona. Como cualquier otro país, Escocia es un lugar para irse a vivir unos meses, y explorar tranquilamente. Me gustaría tal vez saltar las islas Hébridas y otros lugares más remotos, y dedicarle algo más de un día a la Isla de Skye, por supuesto. Los museos así como la vida nocturna de Edimburgo también deben de ser un pasón, pero no hemos catado ni media. Por otra parte, y como era de esperar, incluso en verano no ha acabado de hacer buen tiempo, y la lluvia ha sido cuanto menos caprichosa, aunque siempre ha habido buena visibilidad. Hubiera caminado más, hubiera ascendido a más sitios, hubiera visitado más lugares que se han quedado en el tintero… De castillos, eso si, me he quedado saciado. Y no he probado el whiskey más que de la forma más triste posible: comprando una botellita ya a la vuelta en el ‘duty free’ del aeropuerto de Edimburgo.

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Edimburgo

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The Old Man of Storr

 

Fotografía

Reconozco que es un poco bestia el dato: 40 Gb de fotos. Unas cuatro mil fotos y pico. Cuando estrené la cámara en Islandia hace tres años me volví con 14 Gb y ya me pareció una barbaridad. Las tomadas desde el coche están en JPG, mientras que cuando nos parábamos tiraba en RAW, que sube mucho el montante. Además, hay panoramas que me llevará meses ensamblar, que constan fácilmente de 30 o 40 fotos cada uno. Y no solo me llevará tiempo arreglarlas todas, es que además no me quiero dar prisa: quiero irlas repasando y redescubriendolas lentamente.

Y si os lo preguntáis, el hecho de hacer tantas fotos hacen que se prolongue mi disfrute y paladeo del viaje (más me ha jorobado ir todo el rato al volante); pero mientras ‘estirábamos las piernas’ (cosa que, insisto, ha pasado muuuucho, a veces cada pocos cientos de metros) no creais que me privé de mis momentos de silencio y con la cámara guardada, respirando ese aire tan puro.

(…)

Os dejo con unas fotos más y el resto de la galería, la cual a su vez no más que un aperitivo. Nos vemos.

 

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