Dinamarca como Erasmus. Parte 3 y fin: La experiencia personal

Nota: finalmente con esta entrada, y al contrario que las otras dos, me apetece marcar cierta distancia. Como cada entrada de este blog, esta es una fotografía, un pedacito de mi, pero en este caso mi yo de hace cuatro años. Efectivamente, el Erasmus fue una experiencia tremendamente gratificante, enriquecedora, y transformadora; y dije en su día que quería escribir sobre ello, pero algo reposado, desde la distancia (creo que me he pasado un poco con lo de reposarlo, ya xD)
Ha llovido desde entonces, pero debo esta entrada a vosotros, a mi, al blog, y si mi apuráis hasta a Dinamarca y mi Erasmus: esta debió y deberá de ser *la entrada* de referencia, la que lo resume todo, y la que enlazaré de aquí en adelante cada vez que me vuelva a referir el tema. Deberá de ser también la última que dedico al Erasmus: en lo que a mi respecta, con esto queda cerrado. Por ello me he esmerado en completar lo que empecé a escribir, y por mucho que lo vea como algo vagamente distante, he intentando darle el cierre que no supe darle en su momento. Como siempre, espero que os resulte amena la lectura. Ahí vamos.

(…)

Ni quiero aburrir, ni quiero dar envidia, ni quiero hinchar las cosas. La forma más sencilla de definir un Erasmus es concentración de experiencias.

Tal vez no son experiencias extraordinarias ni se salgan de las tablas, pero suelo decir que es como concentrar tres, tal vez cuatro años de experiencia vital en uno solo. Sé que suena exagerado decirlo, pero sé que no soy el único de los que que estuvimos allí que lo piensan de la experiencia y de si mismos: yo recuerdo el que era justo antes de llegar a Dinamarca, y al compararlo con el que volvió, lo veo y me recuerdo marcadamente más ingenuo, más niño.

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El caso es que esta foto está hecha más bien al finalizar el año…

 

Lo más importante del Erasmus, por supuesto, es la gente que conoces. Como en cualquier gran experiencia. Lo he dicho ya anteriormente, eramos muchos, muchos españoles (unos ciento y pico). Que al principio, cuando todas esas caras solo son un número, casi molesta. Tantos españoles, que de hecho no he tenido ni de lejos el mismo contacto con extranjeros. Pero pasa un año, y lo que tienes es un gran puñado de amigos, algunos para toda la vida. El lugar es especial, pero más especial es la gente que conoces.

¿Resentimientos que me quedan? Algunos, desde luego. Todos relacionados con no haber aprovechado más. No haber conocido mejor a la gente, no haberme abierto más, no haber salido más (aún). Haberse perdido algunas de las gordas con los de siempre, y/o quedarse con ganas de haber estrechado más las amistades y las relaciones, con gente que tal vez solo empecé a conocer en los últimos meses. Pero bueno, imagino que uno sencillamente no puede estar en todas.

Desde el techo de la resi...

Siempre tiene una gracia especial mirar las fotos de los primeros días, cuando aún ni conoces los nombres de algunos que acabarían siendo como hermanos tuyos…

De todos modos, si hay algún ‘resentimiento’ esencial (por llamarlo de alguna manera, y además con sus contradicciones, como leeréis más adelante) es no haber hecho el Erasmus antes. Teniendo la mayoría de compañeros alrededor de veintiun años (yo cumplí allí los 27), esa diferencia de seis años se nota cuando, como yo, llevas nueve años viviendo fuera de casa mientras para muchos de ellos era la primera vez que salían de la suya. Es esa sensación de venir de vuelta de algunas cosas. Además, (ya lo he contado muchas veces aquí), yo también eché mi primer año universitario en una residencia y eso, aún en malagueño y a su manera, también tuvo mucho de experiencia Erasmus. Conocer a la gente se puede hacer de muchas maneras, pero yo no veía la necesidad de tirarse semanas enteras poniendose hasta arriba. Muchas de esas batallitas ya las había librado, y esas cogorzas y borracheras ya las había cogido (y eso a pesar de que en Dinamarca, sin entrar en detalles, también batí records personales…).

Pero bueno, nada grave.

Así recuerdo algunas noches del Erasmus. Nubladas...

Así recuerdo algunas noches…

Lo que si pasó, es que me acabé juntando más con los que eran un pelín mayores (los que rondaban los 23-24 años). Cuidado, que entre los que, con todo el cariño, estoy llamando yogurines, había muchos con una madurez y perspectivas vitales sobresalientes para su grupo de edad (¡que nadie se me vaya a ofender!); pero entre los que eran un pelín mayores era más fácil encontrar esas inquietudes, y esa cierta madurez que inevitablemente da llevar unos cuantos años más de universidad, salido ya de casa, tal vez haber trabajado, etc… y que los hacía saber disfrutar de una charla de sobremesa después de haber cocinado tranquilamente para 5 o 6, en vez de comer pasta recalentada al microondas acompañada de whisky y la música a toda hostia… you know what I mean…

Pero bueno, lo de mi diferencia de edad para nada es una queja seria, porque como veréis más adelante, también tuvo su valor muy positivo para mi. Cada uno tiene su etapa y ha de vivirla pasando las experiencias que corresponden, y ya está ;)

Idiomas y culturas

Esa es la otra: las inquietudes, las conversaciones, las amistades que puedes desarrollar con alguien con quien compartes idioma y cultura y alguien con quien no.

En este post dije que como erasmus aprendes inglés: cierto… y no. En mi experiencia, inglés, o cualquier otra lengua, no se aprende solo hablándola. No, si no es con nativos. Con otros Erasmus puedes aprender soltura, agilidad, a perderle el miedo a equivocarte, que es una parte sin duda absolutamente necesaria. Pero aprender, aprender gramática o vocabulario, aprendes estudiando, o como mínimo leyendo mucho, y eso no te lo puedes saltar.

El problema, es que si es frustrante no poder expresar libremente tus ideas, tus inquietudes o tus preocupaciones en otro idioma, lo es igual que no te entiendan. Una cosa es el inglés formal, el técnico que se habla con los profesores; otro inglés es el que usas para la comunicación diaria con tus colegas, contar anécdotas, para ligar, para contar chistes tontos y malos. Y con eso te puedes apañar, y te puedes llegar a creer que tienes buen nivel de ingles, pero llega el día en el que quieres expresar ideas más complejas, discutir sobre algún tema complicado, expresar tus inquietudes. Ahí te encuentras cuesta arriba. Pues imaginad entonces que cuando has conseguido expresarte, te encuentras con que es el nivel de tu interlocutor el que no llega al tuyo; que él no te entiende a ti.

Es como practicar un deporte: tu nivel no podrá llegar a ser mucho más alto que el de aquel con el que te entrenas.

Jamás olvidaré esta partida de Risk

Como al Risk. Gran deporte de riesgo. Pinchad la foto para leer la historia completa de esa partida…

Por contra, también hay gente que decide no relacionarse con compatriotas, y esa radicalidad también me parece una soberana gilipollez. Practicar un idioma extranjero, es importante, y en gran medida es por eso por lo que estás donde estás, pero tampoco creo que haga falta ser tan drástico. Poder descansar mentalmente, y comunicarse en tu lengua y con los códigos en común es más necesario que otra cosa. Al final, más que culturas distintas, se trata sencillamente de conocer otras mentes, otras personas independientemente de su nacionalidad, y expulsar de la ecuación a cualquier de ellas sea por la razón que sea, es un gran error.

De todas formas, como no quiero dejar este tema sin mojarme, diré que lo que es natural hacer las mejores amistades con gente de tu propio país, y no veo razón para avergonzarse de ello. Es lo que ocurre espontaneamente, es de hecho también una vivencia, y dado que en mi caso, antes del Erasmus apenas gente que no fuese andaluza, la experiencia voy a llamar interprovincial/transautonómica/intranacional me resultó tan enriquecedora como la internacional.

Erasmus Life

No me preguntéis quien es el durmiente equilibrista (ojo al zapato). Nunca lo supimos.

El balance: contactos en toda Europa, y camino de sacarme el C1 de Inglés. Creo que no está mal.

Viajes

Respecto a viajes, no me pegué muchos, al menos en sentido de número. Mi hermana, sin ir más lejos, dedicó su Erasmus en Alemania de 2009 a conocer el país, y me dice que en verdad pocos fines de semana se quedó en Giessen, donde ella estuvo estudiando. Yo apenas vi Dinamarca: fuí a Aalborg solo en el Carnaval a finales de abril, solo he visto Vejle, Fredericia y Kolding cuando vino mi familia de visita, se puede contar con los dedos de una mano las veces que he ido a Aarhus; y lo que es casi delirante, solo vi Copenhague los dos últimos días y porque de allí despegaba mi avión definitivo de vuelta a España. Nada de pueblecitos, nada de Esberg, ni Skagen, ni Odense, ni Roskilde, ni Frederiksborg ni pollas. Por no ir, ni he ido a la “montaña” más alta de Dinamarca, que la teníamos cerquita, y eso que me lo vine diciendo desde el principio.

Por el contrario, me pegué dos viajacos a lo ancho de Europa de los que guardo un gratísimo recuerdo. Uno, un viaje de 10 días en Octubre que nos llevó a Oslo, Berlín y Londres, y que he contado largo y tendido en esta serie de entradas.

Ampelmann

Creo que la historia de la noche en que me quedé solo en una discoteca dónde había gente con máscaras de gas y trajes de latex, me perdí en el metro, y anduve durante kilómetros en la más inquietante desolación y soledad por Berlín hasta quedarme dormido mientras seguía andando, no la he explotado lo suficiente. Aquí la teneis.

Otro, en Febrero, un Interrail por Praga, Budapest y Cracovia. De este no he contado mucho, pero también podeis echar un vistazo a la amplia galería fotográfica que tengo de ese viaje (y que lo cuenta prácticamente entero en estricto orden cronológico).

Budapest

Praga y Budapest, insisto, ciudades bonitas del copón, visitas imprescindibles.

 El crecimiento personal

Retomo el hilo de la diferencia de edad. Como he dicho, a mis veintisiete años entonces, sacaba una sensible ventaja a la media de mis compañeros Erasmus. El caso es que allí nunca me sentí viejo. Pero si mayor. La edad que solía sacar a mis compañeros me prestó una seguridad natural, que era la primera vez que saboreaba.

Como a muchos introvertidos nos pasa, arrastraba mis fantasmas, mis inseguridades, desde mi primera adolescencia y aún a lo largo de los años de universidad. Un miedo tonto a ser mirado, observado, juzgado. Algo estúpido y paralizador. Tuve que llegar a Dinamarca para que se me quitaran las tonterías (pronunciando fuerte las tes) y reencontrar tras muchos años a aquella persona desenfadada, libre para comportarse sin necesidad de ser el que había sido demasiado tiempo, libre para redescubrirme y reencontrarme, libre de ataduras, de estigmas, de complejos.

Cambiar de aires, cambiar de entorno geográfico y social: siempre una ocasión cojonuda para pulsar el botón de reboot, de testearte sin miedo a que nadie te juzgue, sin miedo al fracaso.

Y me funcionó de puta madre.

Me di cuenta que siendo el primero en reírme de mi mismo, generaba risas cómplices. El self-depracation humour que tanto gusta en el norte y tan poco se estila en el Mediterraneo. Se reían conmigo. Pero, lo que es aún mejor, es que además me daba igual, y aún mejor, me encantaba. Sencillamente funcionaba. Hablaba, me hacía oir. Me expresaba bien, además, sin atascarme. Sin buscarlo, me veía muchas veces convertido en líder, me dí cuenta que la gente me miraba esperando a ver que decía, tanto entre grupos de amigos como entre compañeros de trabajo. En eso consistía, y consiste, crecer: en enfrentarse a nuevas situaciones y salir airoso; y sobre todo, más fuerte de ellas.

Joder, todo eso estuvo de puta madre, la verdad. De lo mejor que me llevé del Erasmus.

Pero aún queda la pregunta que más me gustó. Más de una vez aquellos yogurines me preguntaron: ¿Qué se siente más allá de los 25? Aunque la pregunta me parecía algo ridícula (lo único que notaba entonces era que cada vez necesitaba dormir menos horas, tendencia que sigue), la respuesta la tenía clara, acerca de lo que más me gustaba, y sigue gustando, de crecer.

Lo que más me gustaba de crecer, es cómo vas comprendiendote mejor a ti mismo, como vas comprendiendo mejor a la gente, y cómo vas comprendiendo mejor cómo funciona el mundo.

 

Y que de hecho, no lo cambiaría por tener unos años menos.

Viajad todo lo que podáis, muchachos.

(…)

København

Otro día os hablo de lo que es vivir en el extranjero, pero no solo cuando vas por gusto sino también cuando te echan. En lo que al Erasmus respecta, como os dije, hasta aquí hemos llegado. Os dejo con un par de enlaces, y más fotos. La próxima cita es para el décimo aniversario de esto, que no es poco. ¡Saludos!

 

Referencias:

*31 cosas que siempre recordarás como Erasmus
http://www.traveler.es/viajes/mundo-traveler/articulos/31-cosas-que-siempre-recordaras-de-tu-erasmus/5072.
Menos la 4, corroboro todas punto por punto xD

 *Cosas que cambian para siempre cuando vives en otro país
http://masedimburgo.com/2014/05/10/cosas-que-cambian-para-siempre-cuando-vives-en-otro-pais/
Lo corroboro también, en su totalidad.

Entradas en este blog sobre mi Erasmus:

De esta serie:

  1. La Universidad
  2. Los Daneses
  3. La Experiencia Personal

De otras series

 

Budapest

BudapestPragaCracovia

Untitled

Untitled

Final del Europeo Sub-21 de Futbol en Aarhus. Ganó españa

Untitled

Tirando televisores desde 10 metros de altura

UntitledUntitled

The last standNoodles!

Magdalenas!!Magdalenas!!Foto junto al VERDADERO Modulo de mando del Apolo 10UntitledLa autentica verdad del descansoAmanecer sobre las vías del tren

Halloween 2010, HorsensVisit to Lego Factory!

Praga

Del Burguer King de Oslo...

København

 

La habitación de la esquina

Industrial vs Countryside

Ración Individual de Personalidad: Diez Años
Dinamarca como Erasmus. Parte 2: Los Daneses

4 comentarios en “Dinamarca como Erasmus. Parte 3 y fin: La experiencia personal

  1. Casi podria firmar punto por punto. Mi Erasmus tambien fue hace algunos anios. Tambien era uno de los mayores del grupo y creo que pase por todo lo que comentas y estoy de acuerdo basicamente en todo lo que cuentas.
    Resulta agradable segun pasa el tiempo recordar la experiencia y verla con perspectiva. Ademas veo que casi todos los que hemos estado de Erasmus lo vemos de una forma mas o menos parecida.

    Un saludo,

    P.D. Disculpa las faltas de ortografia y falta de acentos pero hace poco he vuelto a emigrar y el teclado no permite mas.

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