Rajoy y el cambio climático

A mí sinceramente me parece cojonudo que el colega diga estas cosas.
Normalmente se dice que unas elecciones no las gana la oposición, las pierde el gobierno.
No es que tenga recuerdos claros de muchas legislaturas, pero esta es al menos la primera vez que conozco que la oposición se las gaste ella sola para perder unas elecciones.

Señor Rajoy (y escépticos advenedizos), aprendan ustedes la diferencia entre tiempo y clima. A esto me refería con la grave carencia de formación científica de la inmensa mayoría de población, incluyendo a nuestros políticos. Que yo, que les confío a ellos todas las tareas que no soy capaz de comprender acerca de todo lo que representa la admisitración de un país, se me revelen tán patanes en una materia sobre la que creo tener cierto conocimiento, no hace más que socavar profundamente la confianza que puedo depositar en ellos.

*Nota: estaba por poner el que presenta Gabilondo, pero con la retranca que tiene el joio… (con la cual me descojono). Que no es por dármelas de objetivo, pero nadie puede decir que Gabilondo sea un tío imparcial. Eso si, un crack.

Momentos: el “gota de fairy”

Hará como unos tres años. Volvía a Málaga para los examenes de septiembre, ese momento en el que de tu grupete de amigos solo hay cuatro en la ciudad, supuestamente con la misma obligación de estudiar que en febrero o septiembre y la misma no-disponibilidad que ello implica, contrastados con unas ganas de volver a verse y echar un buen rato de charla de botellón la plaza de la Merced.

Aquella vez solo estábamos Germán, Jaime y yo. Quedamos los tres, se acopló algún relativo más pero digamos que esa noche estábamos solos. La rutina fué la de siempre: botella de Johnny Caminante con coca-cola y yelos, gentío en la susodicha plaza, recoger los bártulos lo suficientemente tarde como para no poder entrar en ningún sitio decente y acabar, como siempre, entrado en el MetroPol; conocido entre amigos también como AntroPol.

Allí nos plantamos los tres con nuestros cojones, apáticos, expectantes, con esperanzas de que pasara cualquier cosa extraordinaria, con probabilidades aplastantes de lo contrario. Local lleno, variedad de gente, pachangueo, música, luces… seis tios rapados y petados* (*musculados) en medio de la pista…, lo de siempre. ¿Lo de siempre? Esos seis tipos eran llamativos. Vestidos del mismo modo, camisetas negras y ajustadas. Muy ‘fashion’, me parecieron. Incluso parecía que entendian: seis gays en medio de la pista sin querer saber del resto del mundo. Ni puta idea de lo que eran, la verdad. O eran gays, o no lo eran. Efectivamente, no lo eran. Reconocí el logotipo de las SS en la camiseta de uno, una esvástica en el brazo de otro, cara de pocos amigos en la de otro. Quienes uno se imagina. Asi que mejor quedarse en la esquina.

Entonces es en ese instante, (entradas ya buenas horas, cuando el DJ de turno empieza a poner música algo más ‘alternativa’ = no pachangueo), cuando no se le ocurre otra cosa que hacer sonar “Fiesta Pagana” de Mago de Oz. El local entero no esperó hasta el momento de “..alza el puño y ve…” para alzar el puño izquierdo y dar saltos mientras la tensión inevitablemente aumentaba. Era cuestión de segundos, los eskinjeds empezaron a darse puñetazos en el pecho y poner el brazo derecho en alto al grito de ‘vaspañajoderostia!

Y llegó el momento gota de fairy. Hay que estar atentos porque es cosa de nanosegundos. Nadie ve nada, solo se ve alguien en el suelo, otro dando saltos/patadas/puñetazos al del suelo y un circulo de varios metros de radio en el que no hay absolutamente nadie más. Igual que los bancos de peces se evaporan ante las fauces de un tiburón. Igual que una bandada de pájaros ante cualquiera de sus depredadores. Igual que la fina capa de grasa del anuncio en el momento en que cae la gota de fairy. En un local que no daba más de si.
Lo siguiente es una ola de porteros, aun más armarioempotrados que los nazis, que los arrastran con espectacular facilidad fuera del local. No se sabe nada más ni hay mayor incidente, ningún daño a nadie. Nada que pase de anécdota.

Supongo que lo habéis visto, pasa a menudo en las aglomeraciones; conciertos, festivales, macrodiscotecas. En una ocasión tuve el privilegio de ver uno de esos momentos desde una posición elevada: espectacular. Creo que el análisis matemático de este tipo de evento puede ser fascinante. Ese trabajo se lo dejo a otro.

El conocimiento es poder (y II)

(viene de aquí)

El científico, del mismo modo, debe aprender a distinguir el grano de la paja, distingir la señal del ruido. En muchos momentos le llegarán datos que invaliden la teoría vigente. Estos datos, al igual que cualquier otro, deben ser investigados y contrastados. No vale un ‘testimonio’, ni un ‘caso puntual’, si bien es cierto que nos pueden servir de pista para saber hacia donde tirar. Sencillamente, hay que investigar esos indicios, para que eventualmente se revelen como prueba valida o o no. Todos sabemos como trabajan los CSI. Puede ser (y de hecho la inmensa mayoria de las veces es) un fallo instrumental, lo que llamamos ruido, que es generado por los mecanismos.
Y hablando de testimonios: las personas no somos precisamente una herramienta de precisión. Imaginamos, alucinamos, exageramos, mentimos… es decir, introducimos ruido que hace que la información dada por un solo individuo deba ser tenida en cuenta con mucha cautela.

*Por ejemplo, hay miles de ‘testimonios’ de avistamientos de OVNIs (atención, que resulta que si ves un pájaro y no atinas a adivinar lo que es, técnicamente es un OVNI: recordemos, objeto volador no identificado), y sin embargo no hay ni un solo hecho documentado seriamente, con rigor, con contraste. Ni fotos definidas, ni vídeos ni nada. O al menos… no hasta la aparición del Photoshop y los efectos digitales… Y testimonios, casi ninguno anterior al incidente de Roswell, curiosamente justo cuando se empezó a poner de moda el tema de los OVNIs. Atención: por supuesto no es científico negar tajantemente la existencia de visitas de extraterrestres (de hecho, ojala vinieran y hubiera pruebas de ello), pero la verdad es que la explicación es siempre mucho más sencilla: una nube lenticular, la estela de un avión, una refracción en las capas superiores de la atmósfera, un satélite que brilla espectacularmente, Venus al anochecer, proyectores de luz que apuntan al cielo, una gentil dosis de narcóticos o una tendencia natural a la alucinación, falta de sueño, un mentira fuera de control, elevada impresionabilidad, falta de conocimiento o sencillo afán de protagonismo. O una mezcla de todos. Todo ello, sinceramente, más probable que pensar que unos extraterrestres tipíficados viajan millones de años luz a follarse a un paleto de pueblo, con todos los respetos a los gañanes. Que curiosamente, fíjense, raramente se tiran a alguien con estudios superiores.

¿Como distinguir la señal del ruido? ¿Se trata entonces de desconfiar siempre de lo que te digan?
No se trata de desconfiar, se trata de ser siempre cauteloso, escéptico, crítico, de estar siempre alerta. De aplicar el susodicho método científico. Que si alguna vez te dicen que lo que siempre has creido es falso, lo único que tienes que hacer es consultarlo con más fuentes. Tal vez te mientan o tal vez digan la verdad, pero tienes en tu mano la posibilidad de averiguarlo.

Siempre habrá alguien que sepa más que tú, que te puede enseñar y que del mismo modo, te puede engañar. Conocer y saber coloca siempre en una posición ventajosa. La información es una forma de poder. Un trapicheo tan cotidiano como son los cotilleos son una forma vulgar y sencilla de trafico de información: saber que tu vecino le pone los cuernos a su pareja te otorga poder, por ejemplo, para eventualmente chantajearle. La información y el conocimiento se pueden usar para el beneficio de la comunidad o para el propio. Asentarse en un escalón desde el cual ayudar a más gente a subir y tener la misma vista que tu. O bien tirar piedras a los de abajo al tiempo que les pisoteas asegurándote que nadie te quite tu situación privilegiada. Tocándose los huevos, a ser posible.

¿Solución? Ser curiosos, aprender, observar, asimilar y procesar cuanta información esté a vuestro alcance. Mirando el mundo que nos rodea. Sin tragar lo que se nos diga con papas, aunque tampoco se trata de ser un desconfiado por naturaleza. Sin acomodarse. Leyendo, todo lo que pase delante vuestra. Que no sea Caballo de Troya y Ángeles y Demonios y ya. Si, leedlos (aunque no los recomendaría como primera opción), pero no os quedéis solo en eso, a ser posible algún libro de historia o ciencia seria. O mejor, varios. Por suerte, disponemos de variedad de puntos de vista. Contrastando, mientras más fuentes mejor. Que trinquéis el canal Oddisey, Discovery Channel o National Geographic y os traguéis documentales a punta pala. Y películas. Buenas y malas. No hay cosa tan mala que no se pueda sacar nada de ella. Que tengáis abiertas siempre 20 pestañas abiertas de la Wikipedia en el Firefox (y aún asi, con cautela. que la Wikipedia no deja de ser una sola fuente). Que parece que siempre que se dice de ‘leer’ parece que refiere a ‘novela narrativa’, cuando por leer, yo al menos entiendo cualquier se refiere a leer cosa que cae en tus manos (de hecho apenas leo novela, eso ya va por gustos). Desde los ingredientes del champú hasta el folleto sobre acupuntura que me ofrece la china en el paso de cebra. Pasando por un libro sobre aleaciones de titanio. O el Corán y la Biblia, aunque no seas religioso.

Que si la razón para aprender, esa que dice ‘por el simple gusto de saber más’ no te vale (que por cierto, es un placer enorme), ahí va una que tal vez lo haga: que no se trata de poder callar al otro, ni de demostrar que sabes más. Se trata, como mínimo, de que no lo hagan contigo. De que no te engañen. De que no te manipulen.
De ser libres, cojones.