¡Entrada Friki al canto! ¿A qué viene esto? Me recuerdan via Twitter que se acaba de estrenar la nueva peli de Tintin, pues al parecer sigue sin convencer a mucha gente el tema de los actores digitales. Ya sabéis de qué hablamos: el Valle Inquietante.
(Para profanos, ‘el valle inquietante’ es una teoría, de mucha importancia tanto en robótica como en el mundo de los efectos especiales para el cine, que relaciona la empatía que despierta en nosotros una creación artificial, a medida que esta parece más o menos humana. El problema es que a medida que dichas creaciones se parecen más a los humanos, estas pasan inesperadamente a crear una fuerte sensación de rechazo, el mencionado valle, que solo se salva cuando la imitación es perfecta o casi perfecta (más información en el enlace))
Personalmente, lo que he visto en los trailers de Tintin me ha sorprendido para bien, pues era más de lo que me esperaba, que no era mucho. De esto ya he hablado parcialmente aquí (entonces hablé de efectos digitales en general, no de personajes de carne y hueso), concluyendo que, aunque puntualmente ya se haya conseguido, sigue quedando mucho camino por recorrer hasta que nos traguemos, 100% y sin fisuras, un personaje de carne y hueso creado digitalmente.
Pero no he venido a hablar de criaturas digitales. Quiero hablar de criaturas ‘reales’: de las de goma y latex que poblaron la fantasía, la ciencia ficción y el terror de los años 80. Y sobre todo, el mal rollo que daban.
Porque ahora, tal vez ver estos efectos nos arranca una sonrisa. Y no hay a quien le falte condenarlos al ostracismo, no ya por cutres, sino por lo meramente anticuados que se ven. Será la edad, pero durante mucho tiempo yo he sido enfervorizado defensor de los efectos digitales, solo para volver a comprender recientemente el valor y la autenticidad que proporcionan unas buenas marionetas físicas. Porque, tal vez es aventurado decirlo, pero su ‘cutrez’ es una característica no implícitamente negativa, sino una cualidad netamente positiva y que en cierta medida facilitaba provocar las sensaciones que en ese momento uno debería sentir como espectador. No olvidemos que por lo general, esos efectos estaban a la vanguardia y el público los compraba, y solo ahora nos parecen obvios…
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Empezaré, por supuesto, por V (1984). No sé si hay alguien nacido y criado en los 80 que no solo que no conozca esta serie, sino que no conozca esta escena: se nos revela por primera vez la verdadera naturaleza de ‘los visitantes’, en un mítico momento en el que Diana se traga un rata sin pestañear. Aquí va vídeo (con la versión de 2009 de regalo):
Es un plano que no dura más que un par de segundos, y sin embargo nos ha quedado a todos los que lo vimos de niños (y no tan niños), grabado en la retina. Solo al verlo recientemente he comprendido plenamente el por qué: no solo era traumático ver a una ¿persona? tragarse una rata; sino que ni siquiera se trata de una persona. Ay, ¡es un puto muñeco! Y como es evidente, ese muñeco está en el fondo del puñetero valle inquietante. La postura fija de la cabeza, el antinatural movimiento y la posición del brazo, la mirada perdida, la piel de goma… Ni siquiera la iluminación ni el encuadre coinciden. Esas cosas, que nos resultan evidentes ahora, cuando eres niño solo se perciben a nivel inconsciente, de una forma vaga y difusa, que solo se traducían en un par de ideas muy sencillas:
Raro, y Mal rollo.
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Sigamos hablando, en este caso de a Terminator
La opera prima de James Cameron no destaca precisamente por sus efectos especiales. Ni para bien, ni para mal; muy encomiable esto último, teniendo en cuenta que se hizo con cuatro duros, con unos efectos de stop-motion conservadores mezclados con algo de maquetas y marionetas a tamaño real. Otra cosa, es sin embargo la escena que veis arriba. Terminator supuso también la consagración del mago Stan Winston (que luego se encargaría de las criaturas de Aliens, Depredador, Parque Jurásico, Ironman…), y aunque la escena de arriba no parezca de una gran dificultad técnica, consigue perturbar de una forma única. Vemos como el personaje de Schwarzenegger se ‘autorrepara’ sin inmutarse, revelándonos la fría realidad que se esconde bajo su piel.. ¿de goma?.
Ahora nos resulta evidente que se trata de un muñeco, si… pero volvemos a lo mismo: como máquina que es el Terminator, el hecho de que el efecto caiga en lo profundo del valle inquietante añade puntos enteros a la escena. Casi es posible justificarlo, pues no solo es una máquina, sino además recubierta de pútrida enfermedad, convirtiendolo en algo que provoca un profundo rechazo. Lo que nos puede parecer una carencia técnica de la película, de repente se convierte en un terrible acierto. Con razón no me dejaron verla hasta que tuve 10 u 11 años, y llegado el momento, aún fue una movida…
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Siguiente parada: nos metemos un poco en la década de los 90 con Desafío Total (Total Recall, 1990). Directamente no sé por donde empezar: No sé si quedarme con el Johnny Taxi, Kuato, la gorda de las ‘dos semanas’ o una descompresión a la marciana. Paul Verhoeven es especialmente proclive a hacer uso de muñecos como dobles de los actores de la película hasta el punto de haber hecho uso de esta técnica, de un modo u otro, en toda su filmografía.
Nota: disculpad que no haya podido incrustar los videos, aunque cada texto enlaza a su correspondiente clip
Del Johnny Taxi hay poco que comentar que no se haya hecho ya. Facil y barato, sigue al pie de la letra el manual para conseguir una marioneta que asusta, en dos sencillos pasos: piel de goma y ojos locos, y automáticamente conseguimos una apariencia muy, muy inquietante.
La gorda de las ‘dos semanas’ es una escena más bien graciosa y trepidante, pero no deja de hacer que nos preguntemos algunas cosas. La primera, ¿donde hay espacio en la cabeza de Quaid/Arnold para esa cosa que le sale de la oreja?. Y segundo ¿en qué día se le ocurrió a Verhoeven dar luz verde para el efecto de la cabeza que se abre y se vuelve a unir? El efecto está muy currado, pues es animatrónica pura y dura y en tiempo real (me dí cuenta al ver como cae de forma natural el pañuelo que lleva al cuello), y por lo tanto sin fallos de composición. Pero la cabeza de goma de Chuache es es vergonzosa, de traca, más aún habiendo visto que lo pueden hacer mucho mejor, incluso en otras escenas de esta misma película (como cuando se saca el rastreador de su cabeza), destrozando aquí miserablemente el efecto.
Las escenas de descompresión son realmente brutales. Mi infancia entera estuvo marcada por la consolidada creencia de que esto sería exactamente lo que pasaría de someternos a una atmósfera cero (la realidad es que sencillamente nos desmayaríamos en unos segundos, para luego morir, si no por asfixia, por una embolia, pero nada de congelación inmediata, y menos de explosiones). Por lo demás, nada que reprochar, las marionetas de los actores están muy bien conseguidas, y las dosis de sangre y vísceras son las justas para destrozar la inocencia del más pintado.
Pero por supuesto dejo a Kuato para el final. Es el Uncanny Valley personificado. Como ya mencioné en esta entrada, a mi hermana y a mi Kuato nos traumatizó la infancia. A pesar de bondadosa, no solo es una criatura enfermiza y fragil, sino que no puedo imaginar en que modo lo perturbadora que resulta su presencia se podría beneficiar de unos efectos digitales modernos. La goma y los mecanismos sientan de maravilla a Kuato. Paul Verhoeven no solo no se corta en hacer primeros planos a la criatura, primerísimos, sumergiendonos en sus ojos, sino que no nos priva de presenciar su asesinato y posteriormente mostrarnos su cadaver. Es más, conforme escribo estas lineas, me han venido a la mente las imágenes de Gadafi… Fuerte, muy fuerte lo de Kuato y la fijación de Verhoeven con la violencia.
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Como creo que he dejado claro mi punto, para no deambular eternamente voy ir acabando con otro clásico de los 80, en este caso The Thing (John Carpenter, 1982). Absolutamente nada que reprochar. Es una brillantísima película de terror, de ambientación y atmósfera perfectas, probablemente la mayor obra del maestro Carpenter. Su sombra, de hecho, se alarga hasta dar lugar a otra verdadera obra maestra en la historia de los videojuegos como es la saga de Half Life.
Solo quiero mencionar una característica técnica, que aparte de otras limitaciones inevitables de la época, es la misma que ha marcado todo este repaso: el uso de goma para recrear la piel humana. No soy capaz de poner una fecha en la cual se empezó a usar silicona en el cine para el maquillaje y las criaturas (si me tuviera que mojar diría que en Men in Black, 1997), pero entended un sutil a la vez que importantísimo matiz: la silicona, al igual que la piel humana, es translúcida. La goma no. Esta es la lacra que arrastran las dianas, los terminators, los kuatos y la madre que los parió.
En fin, cualquiera de las escenas con criaturas de ‘The Thing’ podría valer, pero me quedo con estas dos (ese ‘You gotta be fuckin’ kidding’ es magnífico):
Vuelvo a decir lo mismo, aunque entiendo que la nueva versión (que no he visto pero contra la que no tengo ningun prejuicio antipático), se beneficiará de los efectos digitales, no poseerá el valor añadido de las criaturas físicas de esta película. Pero para gustos, colores.
Y me despido no sin hacer una breve mencion a las ‘cagadas’ en la historia de los efectos digitales, que como es natural las ha habido. Para ello, escojo esta escena de ‘The Mummy Returns’ (2001)
Fijaos, que esta era la primera vez que se consiguió, o mejor dicho, se atrevieron a crear el doble digital de un actor conocido (en este caso Dwayne Johnson), con primeros planos incluidos. Precisamente ‘El Retorno de la Momia’ contiene numerosos hitos a nivel de CGI, un muestrario de los nuevos efectos digitales que había disponibles ese verano: efectos avanzados de niebla y tormentas, avalanchas de agua, batallas con millones de soldados… Pero seamos sinceros, la película, excesiva de por si, peca de excesos también a nivel de efectos: La Momia, que tan impresionante nos pareció en 2001, es terriblemente cantosa ahora diez años más tarde.
Pero lo peor se lo lleva la escena de arriba. Fijaos como, unos 30 segundos empezado el clip, el director se atreve con un primer plano absolutamente nítido del Rey Escorpión. Recuerdo lo impresionante que fue en su momento, pero no deja de ser una sobrada, en plan ‘ya lo tenemos, ya lo hemos hecho, fijaos a donde hemos llegado’, que resulta terriblemente risible ahora, diez años más tarde. No me extrañaría que por la misma razón, quien fuese niño entonces quedase marcado no solo por el miedo que supuestamente debe crear el monstruo, sino por otra razón sutilmente más inquietante.
Y es que, la historia, sencillamente, se repite…
No hace falta añadir nada a este último video, ¿verdad?
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Por cierto, ¿os habéis dado cuenta que los niños se dan cuenta inmediatamente de que el Yoda de El Imperio Contraataca es un muñeco, y no una criatura digital como en las precuelas?¿Quién se lo ha dicho?
Actualización: Si, si había que añadir al video de la sopa: que además, es un plagio, y no precisamente de un peliculón: La Máscara 2 (Si, hicieron una segunda parte…)
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Otra entrada que me trae recuerdos, fuiste tú el que me enseñó aquello del Valle Inquietante, y me ha encantado la recopilación.
Fíjate que en la escena original de Diana tragándose una cobaya, cuando la vi de niño no me resultó nada cantosa, sino al revés, horrible y muy verídica. Los recuerdos juegan malas pasadas porque, en efecto, canta a muñeco a kilómeros. Aún no había visto la versión moderna de esta escena, y la verdad es que es un homenaje en toda regla.
Según iba leyendo la entrada no paraba de acordarme del espantoso anuncio de la sopa. De hecho en cuanto vi al niño horrible y la grimica que da me vino a la mente lo del valle inquietante. Así que desde mi punto de vista has clavado el final, y efectivamente, ¡no aprendemos!
Claro, de niño compras perfectamente la escena con Diana, la cuestión que tal vez cabe preguntarse es que hasta qué punto la compraban nuestros padres, cuando ese efecto era lo mejor que había y no existía conocimiento de efectos digitales… Y lo del niño, ha sido casi el origen de este post, qué puedo añadir ;)
Realmente, de todos los clips, el más espantoso me parece el del anuncio de la sopa… :D
Es que con este anuncio estamos estupefactos. Que gran cagada del departamento comercial, nos vamos a acordar durante años de esto…
Por cierto, el bonus en el que no había caído, es que la canción que canta el niño es la de Jesulín de Ubrique…
Pingback: El ‘Valle Inquietante’ en el cine de los 80: ¡Muñecos de goma!
Yo creo que el anuncio de la sopa cumple perfectamente su función. Capta nuestra atención (por horrible) y no nos olvidamos de él. ;)
Si lo que es acordarnos nos acordamos, pero no sé yo por donde les estará saliendo el tiro…
Donde esté un buen animatronic que se quiten los gráficos por ordenador.
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