Y la Gran Democracia volvió a funcionar

Bueno, sobre esta noticia necesito escribir. Necesito la terapia de escribir algo, para expulsarlo, purgarlo, para reconciliarme con esta impactante realidad, que, las cosas como son, me ha dejado el cuerpo cortado lo que llevamos de semana.

elecciones-2016

Voy a ilustrarlo con esta imagen. Me niego a poner una imagen de esa rata naranja en mi blog.

Seguramente lo último que queréis es leer a otro bloguero catastrofista pataleando, y aunque no me voy a autocensurar, os voy a intentar conceder brevedad. Al fin y al cabo llevo escribiendo aquí más de diez años, y negarme a mi mismo esto ahora, o pedir disculpas por opinar* ¡sería el puto colmo!

*(amigos del facebook, me da coraje que os quejéis de que la gente se queje, meteos vuestra queja también por el ojete, o bloqueadme, me da igual)

 

Como decía, llevo estos días con el cuerpo cortado. Valga decir que Hillary no era ni mucho menos mi candidata ideal (si, me caía mejor Bernie Sanders, pero cometí el error de pensar que Clinton era un valor más seguro a la hora de contener a Trump, que nunca me pareció tener posibilidades realistas). Sin embargo llegó el miércoles por la mañana, con todas las putas encuestas en contra, y la imagen de Trump de presidente me parece muchas cosas y ninguna agradable. Me parece una estampa de chiste, de comedia mala, de república bananera; una broma de mal gusto. Pero lo que siento es más que incredulidad. Me ha costado reconocer por lo que estoy pasando, llamarlo por su nombre: estoy de luto, de duelo. 

 

(…)

Venga ya, hombre, diréis; ¿estoy sobreactuando? ¿Acaso era Hillary perfecta? ¿U Obama un mesías? ¿Es Estados Unidos la luz moral que guía al mundo? ¿No tiene su Constitución los adecuados mecanismos de contrapeso de poderes? ¿No conocemos ya este movimiento pendular, estos ciclos de acción y reacción entre progresismo y conservadurismo? ¿Es nueva la a veces asquerosa condición humana? Me lo repito a mi mismo: bastantes cosas pasan en el mundo, en España; y ya sobrevivimos a Bush Jr y el mundo siguió girando; esto no puede ser tan malo.

Empezaré por sacar algo bueno, y ahí va: es que la democracia ha funcionado. Si si, ha funcionado, no os engañéis. Limpiamente, con la tal vez injusta ley electoral en la mano, pero sin amaños ni pucherazos (por eso decidiré obviar el detalle de que Clinton ha ganado en número de votos). De todas maneras, decir esto no es decir mucho: también democráticamente elegidos y refrendados han sido Putin, Berlusconi, Orban, Maduro… pero con un detalle: ellos controlaban los medios. Trump ha ganado a pesar de la supuesta mano invisible (nada invisible sino totalmente visible y real), del dictado de los mercados, de los medios, del sistema, de la casta, incluso de su propio partido. Hasta a pesar de si mismo, Trump ha ganado. Eso es de alguna manera un triunfo, como, lo recordaré varias veces, el Brexit.

Tampoco puedo ignorar que su voto recoge muchas inquietudes y frustraciones que reconozco como legítimas, como la creciente desigualdad de poder adquisitivo, la concentración de poder por parte de las élites, una pérdida de soberanía que no sabemos muy bien a dónde conduce, y una globalización que está muy lejos de beneficiar a todos por igual.

¿Me preocupa? Claro que me preocupa, como en general me preocupan movimientos reaccionarios y conservadores, en Estados Unidos o dónde sea. Me preocupa el maltrato que pueden dar a los colectivos débiles y en minoría (latinos, musulmanes, LGBT) y a los servicios públicos (educación y sanidad); me preocupan su manera de obviar la realidad (suscriben el movimiento antivacunas o el creacionismo (WTF!!!)), y especialmente, muy especialmente -pues es la que más directamente nos puede afectar- su visión negacionista sobre el cambio climático.

Todo lo anterior me preocupa. Lo que es asco, me lo provoca pensar que esta rata naranja con peluca va a estar durante al menos cuatro años en nuestros televisores y portadas de periódicos; asco me provoca pensar que voy a estar cuatro años viéndole la jeta a este payaso, machista, oportunista, ególatra, bocazas, bravucón, sobrado y para colmo, tremendamente destemplado e imprevisible.

(…)

Todo lo anterior me preocupa y me asquea. Pero lo que me duele, no es nada de eso. Lo que me duele es lo que ha ganado, y su nombre no es Trump.

Lo que ha ganado han sido el desprecio a la educación, a la intelectualidad y a la inteligencia. Han ganado las agallas, las tripas. Han ganado las ganas de trolear, incluso. Ha ganado la sinrazón. No ha ganado la mejor parte (y esa parte tampoco era Hillary, no), sino que ha ganado el lado oscuro del ser humano.

Ha ganado la rabia, ha ganado el odio.

Ha ganado el miedo.

(…)

 

Y estos sentimientos ni siquiera han ganado en el país de La Gran Democracia cuando peor estaban (pues no ha sucedido en la profundidad de una gran depresión, sino cuando estaban ya bien fuera de ella, precisamente en buena medida gracias a las políticas de Obama; unas políticas que estaban funcionando), sino que han sucedido ahora, cuando parecía que les volvían a ir bien las cosas.

(…)

Se suele decir que la democracia es el menos malo de los sistemas que tenemos; pero a mi me gusta enunciar esa frase de la siguiente forma*, y la pongo así con comillas porque queda chulo:

La democracia es tan buena como el pueblo que la ejerce.

*Admite variaciones, claro, se me ocurren ‘la democracia no es mejor que el pueblo que la ejerce’ o ‘es tan buena como el nivel formativo de quienes la ejercen’.

No juzguemos tampoco a todos los ciudadanos estadounidenses ni les obliguemos a pedir disculpas, o que pase lo contrario a cuando salió Bush y entró Obama (muchos ciudadanos estadounidenses en el extranjero notaron instantáneamente un cambio de actitud sustancial hacia ellos), sería muy injusto. Pero este resultado, (¡incluso aunque Trump hubiera perdido!) es un justo retrato, una fotografía, una lección que debemos estudiar y de la que debemos aprender.

Pero sobre todo debe de ser la ocasión para reaccionar, salir de nuestra apatía, y tal vez la sacudida que necesitamos para sacar lo mejor de nosotros mismos.

(…)


 

Espero que el triunfo de Trump no vaya automáticamente acompañado, como ha pasado con el Brexit, por brotes de violencia, xenofobia y odio de forma espontanea, abusos que la presidencia de un negro, inexplicablemente, no han conseguido reducir.

Por nuestra parte, le debemos a Donald Trump, nos debemos a nosotros mismos, una mente abierta. Pues quién sabe, en su imprevisibilidad, en sus contradicciones, tal vez se desdiga de muchas de sus promesas, y tal vez mantenga otras; tal vez pueda hacer cosas realmente buenas. No ignoro tampoco que ha abrazado las consignas populistas de derechas -las que le han dado la presidencia- solo el los últimos años; y que durante años sus tendencias han oscilado entre la izquierda y la derecha. Tal vez, si sale reelegido dentro de cuatro años, no sea tan mala noticia. Tal vez.

Por lo demás, a lo que dije cuando el Brexit me remito. A los ‘caminantes blancos’ y el peligro de acomodarnos. Volveré, volveremos a hablar de esto, imagino dentro de unos meses, cuando su tendencia se perfile marcadamente, cuando muestre de verdad las cartas, cuando actúe, cuando realmente haya algo que comentar. Por nuestra propia salud mental, concedámosle eso.

Brexit, Trump, coletas, barbas y ‘White Walkers’: algunos humildes comentarios sobre geopolítica (2 de 2).

White_Walker_2x10En la entrada anterior, hablaba sobre el tema candente: el Brexit, y las consecuencias inmediatas que puede tener. Quiero bucear más en este tema y unos cuantos más que vienen al caso, pero aquella primera parte la cerraba hablando de una responsabilidad: la de hacerse ciertas preguntas cuando alguien quiere irse, incluso cuando no sea la mayoría. ¿Qué he hecho mal? ¿En qué puedo mejorar?

Redactando este texto, enseguida me he empantando durante párrafos a divagar sobre el problema nacionalista/separatista en España. Supongo que esas ideas darán para un buen texto, pero será otra vez. Solo diré que flipo con cómo el circulo de mierda de odio territorial está marcando la agenda política (‘nos queremos ir porque nos odiáis’, ‘os odiamos porque queréis iros’) mientras se dejan de lado problemas mucho más graves e incluso urgentes como el del paro, la corrupción, la educación o los servicios sociales. Flipo con cómo los partidos tradicionales se han sumergido en su propio pozo de mierda incluso cuando les salía nueva competencia a diestra y siniestra, con su incapacidad de tener una altura de miras y de acometer los problemas a largo plazo, juntos, mientras se ensimisman con sus viejas rencillas. En cualquier caso, me alegro de que tengamos más opciones para elegir de las que hemos tenido en cuarenta años, y eso es para mi un motivo de celebración.

hardhome bts white walker jon snow game of thrones helen sloan

Dicho esto, quiero lanzar una pregunta más amplia: Más allá de las ventajas económicas, o del sentimiento de orgullo de pertenencia a una nación ¿hay una necesidad real de estar juntos? Es más ¿Qué es estar juntos? ¿Juntos frente a algo? ¿Juntos en convivencia? ¿No estamos juntos ya, aunque no compartamos soberanía? ¿Es que si no la compartimos, es el fin de todo?

Dado que España, o la misma Europa, de dividirse, pueden convertirse en reinos de taifas (maravilloso ejemplo nos dejó la historia), vulnerables por separado ante la amenaza del norte, ¿Qué peligros corremos? ¿Qué nos espera? ¿Qué adversidades hay? ¿Qué ‘Caminantes Blancos’ nos acechan?

 

Los Caminantes Blancos

8

La historia de Juego de Tronos, como decía, habla muy en su esencia sobre cómo las ‘urgentes’ rencillas internas y las estúpidas guerras en esos reinos de taifas que pueblan el ficticio continente de Poniente, impiden a sus reyes y lideres centrarse en hacer frente, unidos, a la verdadera amenaza que puede acabar con todos: la de unas abominables criaturas que se creía mitológicas, que llevan acechando milenios y han despertado para, ahora si, arrasar la civilización de forma inexorable: los ‘White Walkers’, o Caminantes Blancos.

Históricamente las personas, las tribus, las naciones... parece que en nuestra naturaleza humana solo nos unimos ante la presión de un desafío externo (y uso la palabra desafio, pues creo que a estas alturas la palabra amenaza queda grande)

El nacimiento de la Unión Europea tuvo sentido en un contexto marcado por la reciente guerra mundial, y la necesidad de cerrar heridas, reforzar y reconstruir unidos un continente arrasado por aquella guerra, y que compartía frontera con el oso rojo soviético. Por aquel entonces se crearían otras entidades como la ONU, la OTAN, la Comecon o el Pacto de Varsovia, en un mundo polarizado en dos grandes bloques, el capitalista y el comunista (ambos autodenominados democráticos).

The_Wall_from_the_south

Sin embargo, cuando en 1989 cae el Telón de Acero y la Unión Sovietica colapsa, apareció el concepto de ‘fin de la Historia’: la democracia liberal triunfaba definitivamente, imponiendo su visión en el mundo, y en pocas décadas se podría hablar del fin de las guerras. Pero claro, en un Occidente sin grandes amenazas externas y con una ideología hegemónica ¿qué nos obliga a mantenernos “unidos”?¿No es nuestra mera convivencia suficientemente sólida? Europa no es tan fuerte como Estados Unidos, pero ¿es necesario medirse con ellos? ¿No son nuestros amigos?
Sigue leyendo

Brexit, Trump, coletas, barbas y ‘White Walkers’: algunos humildes comentarios sobre geopolítica (1 de 2).

maxresdefaultVarias veces he intentado convencer a mi padre de que vea Juego de Tronos. Quitando lo de que pasa de tecnologías y de que como no le de yo personalmente al ‘play’ no ve nada, cuando le cuento de qué va la serie y por qué debe verla, me suele replicar con una respuesta bastante sensata: para ver una serie de fantasía (y eso que él disfrutó con El Señor de los Anillos), prefiere ver alguna que se base en hechos reales, como Isabel, Hispania, Los Borgia o Los Tudor. Al fin y al cabo, dice, esas se basan en hechos reales, y mientras todas estas series -incluyendo JdT- tratan siempre sobre lo mismo (luchas de poder y la miseria de la naturaleza humana), al menos, ya de camino, aprendes algo de historia.

Razón no le falta, pero la fantasía de Juego de Tronos, aunque no nos enseña nada histórico, nos hace un retrato de esa misma miseria de la naturaleza humana contándonos algo más, de una forma que la misma realidad histórica no nos permitiría si nos queremos ceñir a ella, sino con un relato hecho a medida. Y en el caso de G.R.R. Martin, como bien acierta este artículo, la gran historia que cuenta Juego de Tronos es la del cortoplacismo, la estupidez, la de la falta de miras; una historia de patadas hacia delante, de cuando lo urgente desplace a lo importante; una historia de procrastinación.

El ‘Brexit’

Yo, como imagino que muchos de vosotros, tenéis a alguien que vive/trabaja ahora en el Reino Unido. Yo mismo estuve allí trabajando un año. Y mi hermana, sin ir más lejos, lleva allí desde 2012 y no tiene intención de volver. El resultado del referendum del jueves levanta preguntas inmediatas ¿Podrá seguir viviendo y trabajando allí? ¿Necesitará visados? ¿Qué pasará con lo que ha cotizado hasta el momento?

Como con todo, depende de dónde se me pregunte, pero me considero totalmente ‘europeo’. Además del año que pasé en Birmingham, estuve otro en Dinamarca como Erasmus, y entre otras cosas, acabas con la sensación de que, estés viajando a Noruega o Hungría, sigues en el mismo patio, sigues en ‘casa’.


El que ha triunfado este jueves en Reino Unido ha sido el voto de la estupidez, de la ignorancia; el voto desde las agallas, de las emociones. El voto de la desinformación. Un voto basado en un rancio sentido nacional e imperial, mezclado con una amalgama de rechazo a la inmigración (cuando la mayoría de inmigrantes que provocan rechazo son de fuera de la UE, por no hablar de los directamente nativos del viejo imperio: indios y especialmente, paquistaníes), y un profundo desconocimiento de economía.

Estrenando objetivo Tamron 18-270

Parto de la base de que UK y la misma UE están, estamos mejor juntos. Pero los independentistas de UK, con ese englishman de excelente dicción llamado Nigel Farage a la cabeza, hablan de la clase política europea como una clase arrogante, elitista, alejada de las verdaderas inquietudes y necesidades de la gente. Esgrimen la falta de soberanía, nunca han tragado del todo a Europa, y frente a ese sentimiento visceral y que no atiende a razones, poco se puede hacer a corto plazo. Por estúpidos y rancios, ni siquiera son capaces de prever que su viejo imperio más que probablemente se vea desmembrado: Escocia ya pide un nuevo referéndum de independencia, y no es descabellado pensar que el Ulster se pueda integrar dentro de Irlanda. Por no hablar de Gibraltar.

¿Supone estar en Europa una falta de soberanía? Sin duda, al entrar en el club elevamos muchas de nuestras decisiones a Bruselas y el BCE. Pero como bien acaban de demostrar los ingleses, y también se les ha señalado insistentemente a los griegos, lo cierto es que la puerta de salida está ahí para quien la quiera. Tal vez no podamos cambiar las reglas del juego, pero podemos elegir si jugamos o no.

Estrenando objetivo Tamron 18-270
Sigue leyendo

La puñetera moda de los spoilers

Bueno, me toca hablar de Juego de Tronos. No voy a contar spoilers ni voy a hacer ni chistes, pues precisamente vengo a hablar de eso: se nos está yendo de las manos.

4dcf3bee-f95f-46f5-bea7-1fa842e932091

Cero pistas. Pinchando en la imagen veréis el meme completo, aunque algunos ya sabréis a qué se refiere esta imagen de total actualidad. Por los mismos motivos, he pixelado las siguientes imágenes con que ilustro este artículo: pinchándolas las veréis limpiamente.

Creo que es la primera serie que, digamos, TODOS vemos y que llevamos al día (al menos, permitidme la vaguedad, todo típico joven-con estudios-presente en las redes). En ese sentido es un fenómeno inédito. Vamos por la sexta temporada, la serie finalmente ha adelantado a los libros, y esto entre otras cosas ha propiciado que incluso aquellos que se los habían leído y no veían la serie por eso, ahora se hayan subido al tren.

Alguna vez, tirando a pocas, he hablado aquí de series. No soy seriefilo, pero quiero creer que por una sencilla razón: porque me gustan demasiado las series. Porque no sé dosificar; porque, cuando empiezo a ver una, aunque empiece lento, acabo devorándola de una sentada, con el consiguiente descuadre de horarios, normativas, ritmos circadianos y todo lo que se presente. A eso, añado, que prefiero esperar a la temporada completa y tenerla de una sentada que ir siguiendo semana a semana (cosa que, como veremos con Juego de Tronos, es imposible). Y antes, cuando “estudiaba”, me lo podía medio permitir; ahora no me imagino tragándome cinco episodios de una sentada de, digamos, Peaky Blinders (por decir una), e intentando madrugar al día siguiente para ir al trabajo. A lo que me pasa con los videojuegos me remito.

bwAeNPR1

Este es de los mejores memes que he visto (pincha para verlo). Y si, reconozco que es triste verlo pixelado, pero vamos a ser coherentes.

De Juego de Tronos ya hablé, muy escuetamente, una vez: sobre lo que me costó empezarla, y sobre como a partir de la mitad de la primera temporada… todo se incendia. Me pasó como me seguiría pasando en sucesivas temporadas: empezando lento y metiendome el atracón final por culpa, de que, inocente, pobre de mi, acabé estámpandome con el spoiler más grande de la primera temporada, como algunos de los más sabrosos de las segundas, terceras, cuartas, quintas temporadas…
Sigue leyendo

El *horror* de la ciencia en este país

De unas semanas a esta parte vengo viendo dos cosas en mi Facebook.

Una, como con grata sorpresa bastantes de mis contactos comparten las colosales, descomunales, hermosísimas, alucinantes, sensacionales, imponentes… extraordinariamente bellas y sobrecogedoras imágenes que la New Horizons está enviando de Plutón y su hermano pequeño Caronte.

Es decir, lo que técnicamente se conoce como

PUTO

PASÓN.

(…)

Recobremos el aliento: doy por hecho que las habéis visto, pero dado que cada semana la New Horizons me (nos) regala una nueva foto que entra directa en la selecta galería de imágenes astronómicas favoritas-ever, debía y debo compartirlas (cada una enlaza a algún artículo explicativo, donde podéis verlas en alta resolución)

Dibujo20150725-pluto-haze-new-horizons-nasa-gov

nh-spherical-mosaic-9-10-15

Recorte800px

crop_p_color2_enhanced_release_small

nh-charon-neutral-bright-releaseSD

nh-Figure1B

 

(..)

Al mismo tiempo, y previos a la reciente y “enésima” confirmación de que hay agua en Marte, muchos comparten esta o imágenes similares a esta:

11058529_1073775899305037_8909525113033609235_n

Y cuando se la veo compartida a ese colega-de-un-colega que coincidimos un par de veces, y ni sé porque lo sigo teniendo en el facebook, pues más bien paso.

Pero cuando la comparte un buen amigo, un familiar, alguien que me importa, es cuando se me cae el alma al suelo. Amablemente le respondo, al tiempo con la suficiente brevedad para asegurarme de que puede leerlo (y es un dificil compromiso, el ser breve, preciso, conciso y al mismo tiempo, no parecer que convoco Balrogs en la Lengua Negra de Mordor, pues la idea es sonar amable…).

Ar_grRb4CFY0gzm8hvUT59th9uK1KfDkez81_Pwtm5h4-360x640

Esta es la respuesta, por ejemplo, que le dejé a una amiga.

Qué creeis que voy a decir nuevo, que no hayamos dicho ya, que no nos hayamos lamentado ya. Nada. Me apetece desarrollar la idea, tal vez solo por el gusto de desarrollarla, como todo lo que es esto, un ejercicio de retórica y una vez más, por patalear y lloriquear por el estado general de la ciencia en este país en el que nos ha tocado nacer. Espero al menos que si no los conocíais, podéis añadir algunos de estos argumentos a vuestro arsenal. Os copio y pego una entrada, que tenía sentido que pusiera primero en Facebook (allí la leyó, lee y leerá la gente a la que a priori va dirigida), y que ahora os copio aquí:

 

“Estos días la sonda New Horizons retoma su actividad de enviar de vuelta la tromba de imágenes que tomó durante su sobrevuelo sobre Plutón el pasado julio, datos que tardarán más de un año en ser enviados de vuelta.
La noticia aparece en los medios y periódicos de Internet bajo titulares similares a ‘Las dunas de Plutón desconciertan a los astrofísicos’, y para mi desmayo, y para el de todos los que amamos la ciencia, con la noticia aparecen también una tromba de comentarios bastante habituales, unos más explícitos (‘qué desperdicio de dinero’), otros más pasivo-agresivos (‘a mi me desconcierta el hambre en África’), cuestionando al final abiertamente la ‘utilidad’ de estas misiones.

Aunque entre la gran mayoría de los que me leéis y me tenéis como amigo en Facebook no habrá muchos que despreciéis del mismo modo este tipo de grandes labor científica (supongo que no dice mucho a mi favor sobre el sesgo con el que escojo a aquellos con quién ‘me junto’), sigo queriendo hacer desde aquí una puesta en valor y una defensa de este tipo de aventuras de exploración.
Reconozco que desde niño he sido un apasionado de la astronomía y ello me impulsa a escribir esto, pero también se debe a que he visto unas cuantas veces en varios de vuestros muros la tramposa imagen de un niño, normalmente africano, bebiendo agua de un sucio charco, y un subtítulo que hace una afirmación parecida a esta “La humanidad busca agua en Marte mientras niños mueren de sed en la Tierra. La pregunta es ¿hay inteligencia en esta?”

Aunque entiendo el contraste que se quiere denunciar, y que sin duda es dramática la situación de tantos millones de personas en tantos lugares de este planeta, creo que usar precisamente a la investigación espacial, la investigación científica, la investigación a secas, como blanco de estás críticas y como ejemplo total del derroche absurdo, es una gran e incluso grave equivocación.

En primer lugar, y siguiendo el hilo de esa imagen que seguro que conocéis y mencionaba antes, el hecho concreto de que dediquemos recursos a buscar agua en Marte, sirve para que sepamos mejor como buscarla en la Tierra. Si queréis aplicaciones directas, ahí tenéis una.

Hablando más en general, el dinero destinado a investigación, comparado con otros gastos, es poco y pobre. En el mundo del periodismo existe implantada la idea de que el coste de lo que cuesta una misión de exploración es un dato relevante (ciertamente, cifras que se mueven en torno a los cientos de millones de euros), mientras no detecto la misma insistencia en resaltar ese dato cada vez que se envían unos cuantos portaaviones o cazabombarderos al frente de una guerra lejana, en operaciones cuyo coste supera en pocos días lo que durante años cuesta una misión científica. Me pregunto también por qué no se suelen cuestionar otros gastos más numerosos (obras públicas, por ponerlo en contexto), más irrelevantes (fútbol, moda), o éticamente sin duda mucho más cuestionables (Defensa). Por poner unos pocos ejemplos.

Son además gastos no ‘tirados’: la mayor parte de lo que cuesta una misión espacial son sueldos de ingenieros, científicos, administradores, operarios, mano de obra muy cualificada y valiosa (y para la que de hecho, hay muy pocos puestos de empleo), cuyo trabajo y por supuesto cuyos sueldos no son ‘vertidos’ como basura al espacio, sino cuyo trabajo revierte en beneficios tangibles.

Esos beneficios de la investigación, aunque se trate de investigación básica, son a largo plazo, generan mucha más riqueza que otras industrias éticamente mucho más cuestionables y sin duda mucho, muchísimo más caras (de nuevo, defensa, sin ir más lejos).

Poniendo ejemplos concretos, los paneles solares que hoy conocemos dieron sus primeros pasos abasteciendo electricidad a satélites de comunicaciones hace ya 50 años. GPS, alimentos liofilizados, velcro, pañales desechables, detectores de humo, avances en propulsión y aerodinámica para el transporte… avances todos ellos que salvan vidas.

Y finalmente, poner en tela de juicio y dudar de la que es, a mi parecer, una de las cualidades más bellas del ser humano, me parece profundamente equivocado. Esa cualidad es la de la curiosidad. La de querer saber más. La de querer explorar, salir de la isla o valle en que vivimos y saber que hay en el siguiente lugar. Escalar esas montañas solo porque ‘están ahí’. Esa cualidad, la de querer saber, conocer mejor cómo es el mundo y el Universo en el que vivimos, que es la esencia de la investigación y de la ciencia, es no solo algo que se pueda hacer al mismo tiempo que otras necesidades más inmediatas, sino totalmente necesario para saber cómo abastecernos mejor de recursos que hoy nos son esenciales a todos.

Saludos.”

 

https://www.facebook.com/rufino.herrera.garcia/posts/10205979964771649

 

Este discurso, imagino, quiero creer, necesito creer, que de algo sirve. Seguramente, no. Si por el contrario, creeis que el tono didáctico y paternalista puede ser contraproducente porque parece que solo va dirigido a gente sin formación científica, os equivocais. Pues, hamijos…

Roy Batty: "He visto cosas que vosotros no creeríais"...

He visto a Telecos hablar de lo nocivas que son las antenas de radiofonía. Arquitectos asegurando que ‘esa estructura aguantará’. Químicos hablando del peligro de los ‘chemtrails’. Geólogos hablando de formación rápida de nódulos de manganeso. Físicos hablando de hormigas corriendo en círculo alrededor de una antena Wifi. Médicos alabando los poderosos beneficios de la homeopatía. Ingenieros debatir si pesas un kilo más o no después de beberte un litro de agua. Oh, y por supuesto, “ecologistas” que niegan el origen humano del calientamiento global, cuando no negándolo directamente. 

En fin, esto demuestra que no hace falta no tener ni puta idea para no tener ni puta idea, sino que incluso gente con estudios puede elevar a los altares de la verborrea una elocuente y admirable colección de bocanadas, pulmonías, cánceres de sida y herpes de ébola por doquier.

En fin. Ahora en serio. Vivimos en un país donde la mayoría de la gente tuerce el gesto al hablarle de inversión, investigación, ciencia, conocimiento. Cómo, me pregunto, cómo podemos esperar honestamente que algún grupo político que tenga intenciones serias de elevar el gasto en I+D (y ya de camino, por qué no, en educación), salga alguna vez elegido en unas elecciones, en este país.

En fin, aquí seguimos, aguantando…