Cosas que te hacen pensar que el mundo es de verdad un pañuelo

Esta foto la ‘favoriteé’ en Flickr hace más de un año. Se tomó apenas a un par de manzanas de donde vivo yo ahora.

Podría pensarse que llegué a ella buscando sobre Horsens en Flickr en el mismo momento en el que supe me vendría aquí a pasar un año. Ahí acabaría cualquier tipo de casualidad. Pero suficientemente remarcable es el hecho de que no: sencillamente llegué a ella antes de saberlo, antes de que supiera que viviría justo donde se tomó, sencillamente llegué a ella porque es una buena foto, y eso que hace años que no dedico mucho tiempo a bucear en Flickr. No hay relación alguna directa entre esta foto y yo. Es casualidad pura y dura. Merecidamente ha ganado ahora el primer puesto de un concurso de fotografía que mi universidad de aquí ha convocado este año, con la consiguiente sensación de déjà vu al ver la foto en la pared de mi facultad, que me ha traído de cabeza los dos últimos días (hasta le he tenido que escribir un mail a la autora, preguntándole si era ella de verdad quien había enviado la foto al concurso).

Nada, felicidades desde aquí a la ganadora :)

Berlín: muros, bunkeres y “Ampelmänn” (Autumn Break, episodio III)

(viene de aquí)

Recién acabo de entregar el proyecto semestral (bueno, acabo de enviar mi parte para que me la impriman), puesto que ya estoy de vuelta en España con mi familia, aquí me encuentro dispuesto a disfrutar de tres semanas de vacaciones en las que tengo realmente poco que hacer (excepto trastear un poco con el 3ds Max para la presentación del proyecto: con diferencia la parte que más disfruto). Dicho esto, vamos al ajo, vamos a seguir contando el viaje.

Puerta de Brandeburgo

La última vez estábamos abandonando Oslo, camino del aeropuerto para tomar el avión a Berlín, ¿no?. ¿Pues sabéis qué? Que ese día, el sábado 16, me lo salto. Por ahora. Ea.

Domingo, 17 de Octubre

9 de la mañana. Ahí estoy yo en mi cama, escuchando a mis compañeros levantarse, ducharse, hablar y reírse, mientras para mis adentros pienso que no puede ser verdad lo que está pasando. ¡Están madrugando, después de la que cayó anoche! Que digo la noche anterior, ¡hacía un rato! Yo no solo es que no me lo pudiera creer, es que directamente me estaba cagando en todo y en todos. No hablemos de borrachera o resaca, porque lo mio era no era eso sino lo siguiente (y también lo de los otros, digan lo que digan, jaja). Alguna vez me han dicho que soy de malos despertares, pero aquella mañana la procesión iba por dentro. Me querían llevar de tour, de andar y esas bizarradas, después de haber dormido apenas tres horas, después de todo lo de el día anterior. Y me lo planteé, pensé mientras aún estaba en la cama ‘me quedo, me quedo en la cama, ya me levantaré luego, ya los buscaré, ya si eso voy al siguiente turno del tour guiado…’

Por supuesto, estuve maldiciéndome, todo lo que me quedó de viaje, por haber siquiera llegado a plantearme no levantarme aquel día.

Nada, remoloneé un rato e incluso me quedé solo en el cuarto mientras los otros desayunaban, pero con una ducha rápida (si, el concepto ‘ducha rápida’ y yo podemos coexistir, porque fijo que alguno salta) se solucionó todo, que hasta me dio tiempo de desayunar y quedarme contento y coger una naranjica pa el camino.

La parsimonia

Conversando con Edu, con nuestras naranjicas y con lo que me gusta llamar ‘eficiencia energética’ (otros lo llaman parsimonia, jaja). Fotografía de Dani Durden.

El plan era llegar hasta Pariser Platz, justo frente a la puerta de Brandeburgo, y empezar allí lo que se llama el Free Tour.

Os cuento que es el Free Tour: es un tour guiado por la ciudad de gratis. Lo de gratis es un decir, al final pagas ‘la voluntad’, pero sale uno tan satisfecho que normalmente pagas más. Y con un rollo bastante desenfadado y jovial, aunque no deja de ser serio e intensivo: el trayecto de apenas cuatro kilómetros nos llevó más de cuatro horas, lo que son más de tres horas hablando/escuchando al guía. La empresa que hace el free tour hace también otros tours guiados por las más importantes ciudades europeas, pero este es el que sirve de reclamo, y es una jugada que seguramente  les está saliendo de puta madre, porque si le ponen la misma pasión que en el Free Tour, la gente repite seguro. Con la misma empresa repetimos luego en Londres, y ambas ciudades hicimos también el ‘Pub Night Crawl’ que nos enseña la marcha nocturna llevándonos por unos cuantos sitios variados. Pero no avancemos tanto.

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Autumn Break 2010, episodio 2: Los trolles noruegos

(Viene de aquí)

Empecemos pues, plantandonos en la mañana del 15 de octubre, 7 de la mañana. Yo empiezo ya criando fama: hago esperar a toda la gente fuera 10 minutos (ya comentaremos este punto), y hasta Edu y Alberto tienen que venir a darme un toque a la puerta cuando por suerte estaba echando ya el cerrojo de mi cuarto. Vamos a patica hasta la estación, viajamos en tren hasta Aarhus mientras ajustamos dineros de las reservas de los hostales, e intercambiamos números de moviles españoles (claro, fuera de Dinamarca no nos sirve nuestro número local). Y es relevante decir en este instante -puesto que tendrá consecuencias- que guardé todos los números… y ningun nombre. Como los ibamos dictando corriendo, y el teclado en pantalla de mi LG apesta, alegría, pensé, ‘ya los guardaré bien luego’. Ja. Pero avancemos, avancemos.

De nuevo, autobús (donde Edu soltaría su primera frase del viaje: “los 24 días del año”) hasta el aeropuerto de Arhus, que esta más lejos de Aarhus del propio Aarhus que Horsens. Y por cierto, vayi mierdi de aeropuerto para ser la segunda ciudad de Dinamarca. Comprobamos por primera vez el peso de nuestras maletas, y atented… las de los tíos pasaban casi todas del límite, 10 kg, mientras las chicas habian tenido mucho más ojo que nosotros. Eso el primer día de viaje, antes de souvernirs, compras, y mudas humedas y sucias. Despues de poner tanto peso como pudimos dentro de los chaquetones (porque por supuesto, en ese instante yo mismo llevaba hasta cinco mangas), pasamos el control, ¡y a volar!

Aarhus Airport

El vuelo es ridículamente corto: despegamos del norte de Jutlandia y aterrizamos a 60 kilómetros al sur de Oslo, lo que es una trayectoria que recta ni llega a 350 km, o traducido, menos de 20 minutos de vuelo nivelado. Aterrizamos (que guay, no hay que esperar maleta!), sacamos dinero, ¿y ahora qué? (aparte de hacer la foto). Pues eso, sacar billete para Oslo, y primera en la frente: Ida y vuelta, 40 € (lo mismo tren que autobús). Todo hay que decirlo, ibamos avisados; pero uno nunca pierde la esperanza de que la información sea erronea.

Bien, ahora es el momento de hacer una pausa y comentar el plan. Como ya sabeis, en Oslo ibamos a estar dos veces, un día ahora, y otro a la vuelta. Los albergues de Londres y Berlín los habíamos conseguido baratos, si mal no recuerdo 15-20 € la noche. Pero lo único que habíamos visto en Oslo era por 35€, así que decidimos lo siguiente: salir la primera noche en Oslo a saco, pillar lo primero que hubiera de vuelta al aeropuerto y dormir allí. A la vuelta sin embargo preveiamos que ibamos a estar reventados, así que si tuvimos la prudencía de pillar albergue. Pero dejemos eso apartado ahí. En el momento la pregunta era ¿que hacer esa noche? Habíamos pillado alcohol en el duty free, pero ¿donde beberlo?

Continuemos, hablemos ya de Oslo. Como también he comentado, yo el viaje no me lo había preparado casi nada. Por suerte algunos ya habían estado y tenían objetivos claros, así que tuvimos una suerte de guías. Lo poco (y mal) que tenía yo escuchado era que al contrario que Estocolom, Oslo no era gran cosa, una ciudad más bien industrial y sin mucha chicha, al estilo de Bilbao o Málaga. Pues no, me ha sorprendido y muy gratamente, es el momento de decirlo. No es la repanocha, pero supongo que es lo que pasa cuando vas con las expectativas bajas. Recién salidos de la estación de tren, tras dejar las maletas en consigna (y encontrarnos al doble de Agu, jejej), tiramos directos hacia la joya de la corona: La Ópera de Oslo.

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Qué pena que talento creativo y capacidad técnica no se den la mano más a menudo… (1 de 4): The Third & the Seventh

Nota: como podéis sospechar, este artículo se me ha ido de las manos. Empezó con la idea del mismo título, que se convirtieron en unos cuantos párrafos en el núcleo de un artículo que no sabía como comenzar. Así, abandonado durante meses, hasta que encontré el vídeo que estáis inmediatamente por ver. Al final he estructurado el tocho convenientemente para que cada parte se pueda (más o menos) leer sin necesidad de las otras. En fin, os invito a acompañarme en otro de mis ladrillos, que cuando empiezo a escribir muchas veces no sé donde van a terminar  :)

(…)

Inspirador. Esa es la principal palabra que me viene al ver esta poesía en forma de vídeo que os señalo. De una belleza plástica abrumadora, desborda armonía y paz, con sus oníricas al tiempo que tangibles imágenes… una de las más esplendidas obras audiovisuales que he visto. Un verdadero homenaje a la arquitectura y a la fotografía por parte de Alex Roman, el seudónimo tras el cual se esconde un muchacho alicantino que responde al nombre de Jorge Seva y que ha dedicado un año a completar este proyecto.

Pero una palabra que no cesa de venirme a la cabeza es esa: es inspirador. Por supuesto eso merece una explicación, pero no adelantemos acontecimientos. De hecho, vamos a hacer una cosa: os dejo el vídeo, lo veis —a ser posible en HD— y lo disfrutáis con la mente relajada. Y luego os lanzo una pregunta, que inmediatamente tendrá su respuesta.

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Tutorial: como crear fuego en Photoshop


Ea, aqui va un tutorial, que hacia tiempo que no hacia ninguno. Hoy va de hacer fuego en PS y controlarlo ;)

Empezamos creando una imagen nueva  (Ctrl+N) del tamaño que nos apetezca, aunque teniendo en cuenta que el tamaño de las “llamas” que vamos a crear será siempre el mismo, y por lo tanto, a más grande la imagen, más pequeñas aparecerán las nubes relativamente a ella. Teniendo escogidos como colores base el blanco y el negro, renderizamos unas nubes de diferencia (Filters > Render >Difference Clouds)

Renderizamos entonces en esa misma capa nubes de diferencia (Filters > Render >Difference Clouds). Reiteramos el efecto, (Ctrl+F) cuantas mas veces mejor (4, 7, 20…), hasta que nos guste el efecto. Daos cuenta como cada iteración suma su efecto al de las anteriores, creando patrones cada vez más complejos.


Creamos una capa nueva encima de la anterior (Layer > New > New Layer, o Ctrl + Shift + N). Creamos un degradado lineal, esto diferenciará la base de las llamas. Atentos a esta capa, porque más adelante nos dará la clave para modificar la forma de la llama a nuestro antojo.

Ponemos esta capa de degradado en modo de fusión Overlay. Esto lo dejo a vuestro gusto, probad el resto de modos (Soft Light,Hard Light, etc), si os gusta, y jugad también con la opacidad de las capas
(La captura de la izquierda corresponde a una capa Overlay al 100% de opacidad, y se ve que en la parte inferior de la llama hay un bloque blanco, quemado -nunca mejor dicho- y sin detalle. El resto del tutorial se ha hecho bajando esta capa a un 80% de opacidad, solucionando problemas de este tipo)



Creamos encima de todo una nueva capa de ajuste (Layer > New Adjustment Layer > Gradient Map), y creamos un gradiente con colores similares a los que veis en la imagen, a vuestro gusto. Jugad con los colores y sus posiciones y hasta que veáis que os gusta el resultado. Esencialmente son: negro > rojo > amarillo > blanco, pero si creásemos estos colores puros el efecto quedaría en exceso saturado, con lo que prefiero aconsejar unos colores algo menos vivos. Insisto, a vuestro gusto.
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Y aquí acaba la primera parte del tutorial, ¡Tenemos nuestro fuego! Sencillo, ¿verdad?

Ahora explicaré como ‘controlar’ el fuego. Sigue leyendo