¡Que pedazo de post me dio ayer mi padre! Estábamos anoche cenando como siempre, viendo las noticias y viendo algo sobre las diez películas más descargadas del año. Él, que entiende tirando a nada de internec y ordenadores, se puso a opinar en la cena ¡no me lo podía creer, una discusión sobre el problema de la piratería musical y el cine español cenando en familia! A pesar de la persona inteligentísima que es, no tardó en ponerse en evidencia ante su ingenuidad sobre los temas digitales, y ¡para una vez! que le podía responder bien sobre algo, no tarde en saltar sobre él para aclararle unas cuantas cosas.
Pues con todo, al final tenía algo de razón en su idea. Pero eso lo voy a dejar para el final
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Que no falte decir que claro que me toca los huevos las maneras de la Sinde y de la SGAE, y que estoy a favor del Manifiesto por las Libertades de Internet, y todas estas cosas de EDans, Microsiervos, Escolar y compañía (tampoco puedo hablar mucho porque precisamente estas semanas tampoco he estado muy conectado). Incluso recibo con gran simpatía que por una vez blogueros e internautas seamos capaces de salir a la calle y hacernos oír en vez de hacer la clásica: montar un jaleo en nuestros blogs, que solo leemos nosotros.
Y que está claro que no se le pueden poner puertas al campo, y que un paso en sentido contrario nos acercaría a paises como China, Irán o Birmania en el sentido de libertad de expresión, algo muy pero que muy chungo. Pero en fin, son lugares comunes sobre los que todos pensamos igual, asi que poco que aportar.
Hablemos primero de la industria y de lo que nos gusta decir a nosotros, internautas que nos beneficiamos de la cultura libre: sobre los puestos de trabajo, pues oye, es volver a decir una obviedad al tiempo que una dolorosa verdad, pero el mundo es una cosa que cambia y las reconversiones industriales son cosas que han pasado siempre. Que una cosa es proteger una industria y otra, pero bien distinta, mantener artificialmente algo que no funciona. Para eso están las subvenciones, planteadas como un apoyo a una industria necesitada precisamente para ayudarla a eso, a su reconversión, y siempre planteadas como algo temporal. Y no como un sueldo vitalicio destinado a proteger y blindar lo que casi alcanza la categoría de estamento privilegiado. Si no vendes, no vendes, y no me vengas con milongas. Pero vaya, al final la muy cieta desgracia es que quien se queda en la calle ni son ellos ni el presi de la multinacional, sino como siempre, los trabajadores corrientes y molientes, la clase media que es la que de verdad mueve el país…
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Pero vaya, a donde voy, y dandole la vuelta a la tortilla, al final parece que lo que nosotros defendemos es que la libertad del usuario para compartir archivos, incluidos los protegidos por derechos de autor, es absoluta, netamente superior a la del artista, en plan 1-0. Vaya, que tenemos la total y verdadera legitimidad para descargar lo que nos da la gana, cuanto y cuando nos dé la gana… hombre y eso, al 100%, pues tampoco.
Es que suele ser muy facil adherirse a un movimiento radicalmente polarizado. Los movimientos “en contra de”, en contra del talado de los bosques, en contra de los delfines que quedan atrapados en redes de pesca, en contra de la globalización salvaje, adquieren muy rápido activistas, gente de ideología afín que se acoplan facilmente. Pero cuando se trata de sentarse a buscar soluciones con “el enemigo”, negociar, y encontrar un acuerdo que sea capaz de beneficiar a ambas partes, ahí ya casi nadie quiere saber nada. Como si fuera tan fácil decirle a esos leñadores o pescadores ‘pues os jodeis y os quedais en el paro’. Como dice Sisor, lo que la gente busca no es justicia, sino una injusticia que le beneficie.