***Spoilers free***
Y lo hicieron.
Nueve años han pasado desde ‘Antes del Atardecer’ y dieciocho desde ‘Antes del Amanecer’; Linklater, Delpy y Hawke lo han vuelto a hacer.
En esta nueva entrega de la trilogía, ‘Antes del Anochecer’, han revisitado a estos personajes tan queridos, Jesse y Celine, tan creíbles, y sobretodo tan íntimamente cercanos; no jugando a superar el (altísimo) listón marcado en su genero por las dos entregas anteriores, pero si añadiendo la voz de la experiencia, profundizando en los personajes y creciendo con ellos, y finalmente complementando a las otras y redondeando una trilogía perfecta. ¿Alguien pregunta ‘completando’? Pues no lo sé, pero si sé que quiero seguir por muchos años en contacto con estos ya viejos amigos, aunque puedo decir que estoy muy satisfecho con esta última visita que se han marcado.
En fin, ya sabéis (muchas veces he hablado de ellas) que las dos primeras entregas se hayan entre mis películas favoritas de todos los tiempos. Palabras que la gente como yo lo mismo usamos demasiado (sé que choca que en ese saco también entren cosas como esto o esto), pero supongo que no existe ‘demasiado’ cuando es sencillamente verdad. Tienen esa cosa de encantar a casi todo el que las conoce, al tiempo que siguen siendo relativamente minoritarias/semidesconocidas, lo que tal vez haga que a quienes las conocemos bien las guardemos un poco como un tesoro íntimo y tal vez no nos vuelva tan deseosos de que hagan definitivamente mayoritarias.
Pero volviendo a hablar de Antes del Anochecer (y a partir de aquí, asumo que ya habéis visto las anteriores, que si no lo habéis hecho no sé qué coño haceis), tras nueve años esperandola, me ha hecho falta verla dos veces para asimilarla, para ponerle la nota que se merece (si, un diez como una casa).
El doble visionado me ha hecho falta entre otras cosas, aparte de no ser una película tan amable como las anteriores, supongo que también es porque desde un punto de vista objetivo para mi es una película ‘de gente mayor’, cosa que digo en el mejor de los sentidos. Es así del mismo modo que ‘Antes del Atardecer’ lo era cuando la descubrí hace ocho años, y ha ido creciendo en significado con cada revisionado y conforme me acerco a la edad que Celine y Jesse tenían en aquella entrega (entonces ellos 32, yo ahora 29); por la misma razón en la primera entrega, cuando ellos tenían 23 años, me identifiqué plenamente con sus inquietudes desde un primer momento.
*Algo parecido pasa con el díptico ‘Una casa de Locos’/‘Las muñecas rusas’: mientras la primera, por mucho que me guste, no deja de ser un ‘American Pie’ a la europea (siendo por fortuna un retrato mucho más afortunado y atinado de la adolescencia tardía/universitaria), la segunda por comparación roza lo agreste, cuando en realidad no es más que una visión oportuna de cómo cambia/aumenta la magnitud de las preocupaciones y responsabilidades a los que uno se enfrenta conforme pasan los años. Lo que viene siendo madurar, vaya…
Entiendo y disfruto ‘Antes del Anochecer’ del mismo modo que tantas otras ficciones: no porque haya vivido esas experiencias (o las sienta cercanas), sino solo porque he oído de lo que hablan, lo he leído o visto, en otras películas, o en la vida real, en mis propios padres, en familiares o amigos. Y a pesar de ello, no me impide entenderlo como la consecuencia y extrapolación natural de las cosas que ya me preocupan, de experiencias si vividas en primera persona, como una anticipación, tal vez aviso, tal vez respuesta, de lo que puede ocurrir.
Independientemente de esto que he dicho, si entiendo y agradezco mucho que en ‘Antes del Anochecer’, Linklater, junto a Hawke y Delpy (coguionistas los tres), nos hacen una gran favor. Por fortuna comparto con ellos a grandes rasgos cierta visión sobre la vida (una visión práctica, reflexiva y contemplativa; lo último tal vez lo comparto demasiado :P), pero en esta tercera entrega nos hacen el favor de abandonar el sueño y enseñarnos una poderosa lección sobre cómo lidiar con la realidad, con unos personajes que han crecido y madurado con sus mismos creadores.
Es inevitable comparar esta entrega con las dos anteriores. Y es que aquellas, aun dentro de su vocación de realistas, no dejaban de presentarnos un dulce y reconfortante caramelo. Mientras que con el típico pastel lo que solemos pensar es ‘eso a mi no me pasa’, con ‘Antes del Amanecer’ y ‘Antes del Atardecer’ nos quedaba el regusto de ‘podría pasarme’, y desde luego, desear que nos pasara. Probablemente a más de uno que hemos disfrutado estas películas, nos han marcado en experiencias posteriores; de igual modo que experiencias previas pueden marcar la forma de la que percibamos estas películas. En cualquier caso, no es total la fantasía de -al menos- la primera entrega puesto que se basa en una experiencia que el propio Linklater tuvo una noche, como revela este enlace (aviso: historia muy triste, aunque de imprescindible lectura para los amantes de esta trilogía)
A lo que voy: en más de un momento he sugerido que ‘Antes del Amanecer/Atardecer’ suponían al cine romántico como lo que el Batman de Christopher Nolan supuso al cine de superheroes: eran un intento muy bien resulto de ponerle los pies en el suelo a la fantasía desbordada y volverla creíble. Pues bien, siguiendo con la comparación, en el mundo de ‘Antes del Anochecer’ ya no hay superheroes, en la vida real hay héroes a secas: bomberos, médicos, policías. Y es maravilloso que sea así. ‘Antes del Anochecer’, aun poseyendo encanto, ternura y humor, va de la maravillosa pero puta, puta pero maravillosa vida real. Seca a veces, pero tangible: esto es lo que hay. Sin alcanzar ni muchísimo menos las cotas de crudeza que alcanzaba ‘Revolutionary Road’ (que en alguna entrevista Sam Mendes reconocía que era una interpretación de lo que a Jack y Rose les hubiera pasado si hubieran sobrevivido al Titanic), ‘Antes del Anochecer’ va de aprender a aceptarse, a aceptar al otro y aceptar la vida tal y como es, luchando por hacer de ella lo mejor posible, pero sin persistentes ilusiones dañinas ni cuentos de hadas inalcanzables, un mundo donde no hay superheroes ni superpoderes. De aprender a ver y valorar la maravilla en la realidad, con todos sus recovecos, su imprevisibilidad, sus imperfecciones, y por encima de todo, su irrepetibilidad.
Sin duda, ‘Antes del Anochecer’ es una obra que crece, subiéndose a los hombros de las anteriores, al tiempo que las dota de nuevo valor. Una delicia, por cierto, tras ver ‘Antes del Anochecer’ poder revisitar, como si de un hecho real y bien documentado se tratase, esa primera mirada que Celine y Jesse se cruzaron en un tren de Budapest a Viena un verano de 1994. Esto es cine, esto es vida, indistinguible a veces la linea que los separa.
*Y bueno, paso de poner el trailer, no porque destripe mucho, pero como en todo, mientras menos sepáis, pues casi mejor.