Volverá

Ocho veces Mister Olympia. Gobernador de California. Empresario de éxito. Estrella del cine de acción en los 80 y 90 y record de actor mejor pagado en 2003. Protagonista de -al menos- cuatro de mis películas favoritas de la historia, al igual que mis venerables compañeros de aventura.
Un ídolo.
Cuatro admiradores.
Una ciudad: Almería.
48 horas para organizarnos.
3 horas para preparar disfraces.
Un plan que no podía fallar.

 

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“Synecdoche, New York” (Charlie Kaufman, 2008)

Nota: Vaya, tenía este post escrito desde febrero al que solo le faltaba pulsar al botón de publicar. Botón pulsado.


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Synecdoche, New York (2008) es el primer largometraje dirigido por Charlie Kaufman, genial guionista de las absolutamente espléndidas “Como ser John Malkovich“, “Olvidate de mi“, o “El ladron de Orquideas (Adaptation)”. Vamos, venero a este tío. Y me pilló a contrapie averiguar este pasado otoño que el colega dirigió una película hace seis años y no tenía ni idea (fue tristemente un fracaso en taquilla); película que varios renombrados críticos de cine no vacilaban como poner en su lista de diez mejores películas de la década, por delante de las otras antes mencionadas del mismo Kaufman. Ni que decir tiene que la conseguí inmediatamente y me puse a verla.

Y entonces, la película.

(…)

Veamos. Ya sabéis, están esas pelis que te pones para no pensar, evadirte, divertirte, y desechar tan pronto como has acabado de verla. No reniego de ese cine, me encanta de hecho: “Battleship”, “Mission Impossible 4”, “White House Down” son algunas de las que he visto recientemente, y sabiendo lo que voy a ver, cumplen perfectamente su cometido.

 

Insisto en este punto, para dejar claro que “Synecdoque” NO es de ese tipo de cine. Está en la misma categoría que “2001 Odisea en el Espacio” o “Apocalypse Now”Vaya, es lo más puñetero opuesto al cine de ‘evasión’ que se me ocurre. Es de esas películas que te atrapan, de esas películas en las que te sumerges y no vuelves a salir hasta bastante después de haberlas acabado. Es de esas películas viaje, que trascienden en la memoria, que se convierten en tus favoritas automáticamente, en clásicos instantáneos.

Y no porque sea drama, porque sea dura, o triste o porque sea emocionalmente cargante, que va. Es cierto que la primera escena hace temerlo: los primeros minutos, en una mañana de otoño de un matrimonio con hijos, lo que escuchamos es un demoledor discurso -que se las hace pasar de intrascendente- en una radio-despertador que se escucha de fondo. De esto que piensas ‘joder, ¡como sea así la peli entera!’

Es así, y más.

 

Pero es que, como no podíamos esperar de otro modo de Charlie Kaufman, ese más se convierte pronto en absoluta ida de pinza, en el mejor de los sentidos. De hecho, a menudo me reía conforme la veía. Pero una risa de absoluta perplejidad ante semejante genialidad y delirio.

Synecdoche, New York

Y es que la película va creciendo, literalmente (cuando la veáis entenderéis por qué lo digo). Esta cargadas de referencias y simbolismos que se me escapan, sin duda crecerá conmigo, cada vez que la vuelva a ver.

Sin poder contar mucho, la película es un repaso a la vida de un enfermizo dramaturgo -interpretado por el recientemente fallecido Philip Seymour Hoffman– que quiere hacer La-Obra-de-Teatro-Definitiva, pero al que, siendo amables, la cosa se le va de las manos. Y como suele pasar en el cine de Kaufman, realidad y ficción se confunden, hasta el punto de no saber si el mismo Kaufman no se le está yendo también la cosa de las manos: no me extraña que algunos le tacharan de pretencioso.

Pero que va: Kaufman tiene pulso y seguridad (tal vez sabía que era la única película que le iban a dejar hacer, y que iba a ser un fracaso en taquilla), tiene tan claro lo que quiere decir (brutal el discurso de las escenas finales), que es imposible no estremecerse ante el poder y la sencillez de la idea central de la película: vas a morir.

(…)

Y esa es la idea. Mientras antes acepteis lo transitorio de todo, y me refiero a aceptarlo a un nivel profundo, lo transitorio de la vida, de lo que os rodea, del confort, de la alegría y también del dolor, más en paz y mejor viviréis, con el mundo, y con vosotros mismos. ¿Sencillo, verdad? Arturo Perez-Reverte por supuesto lo explica mejor que yo, entre el minuto 18:50, y el 21:00

.

Valga este post también como mi particular homenaje a Philip Seymour Hoffman, pues en esta película tuvo otro de sus grandes papeles. Descanse en paz. Dice Aaron Sorkin “Hoffman no murió de una sobredosis de heroína. Murió a causa de la heroína. Deberíamos dejar de sugerir que si solo se hubiera inyectado la cantidad adecuada todo habría ido bien”. Frasaca.

En qué orden ver Star Wars: “El Orden Machete” (Guía libre de spoilers).

Nota: el llamado ‘orden machete’ no es idea mía, sino una idea bastante bien desarrollada de Rod Hilton, que tumbó su blog y su servidor poco después de su publicación al volverse viral: prueba definitiva de su éxito. Si queréis una explicación completa con spoilers, os invito a leer su página, o esta traducción al español de su texto. Mi única aportación aquí consiste en intentar explicar todo esto sin spoilers.




Parece ser que el próximo Episodio VII de Star Wars (El Despertar de la Fuerza), que dirige J.J. Abrams, está despertando en mi más interés del que honestamente esperaba. Aparte de que todo este tinglado de Disney con la nueva trilogía y los spin-off a lo Marvel, es transparentemente en su vocación -estrujar la gallina de los huevos de oro- el asunto es, ya sabéis, que no hay retorno posible cuando es uno mismo el que ha cambiado, y por lo tanto me pregunto si para cualquier adulto-joven es posible aún disfrutar del mismo modo de cualquier nueva entrega, por buena que fuese, de nuestra amada saga.

De momento, creo que se está dando una buena mezcla de talento, buen hacer y especialmente (lo más importante de todo) rescepto y cariño por la saga. Eso, y que ya sabemos que el listón con la última trilogía no quedó extraordinariamente alto. Dicho esto, he de recordar que siempre he roto una lanza a favor de las precuelas: ni son tan malas (el Episodio III es muy decente, y al Episodio I sencillamente le tengo un cariño acojonante), ni la trilogía original era impoluta (oh, ewoks…). Y tanto es así, que de seis películas, solo La Guerra de Las Galaxias y el Imperio Contraataca merecen para mi un verdadero diez (las otras, solo un nueve…).

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El descubrimiento y sobrecogimiento: ‘Eso no es una luna…’

Pero basta de prolegómenos. Con la expectación que va poco a poco generando el Episodio VII, vuelve a aparecer la pregunta que todo fan-de-star-wars (es increible que no tengamos nombre de guerra) se ha tenido que hacer alguna vez: ¿En qué orden enseñárselas a alguien que aún no las ha visto? (pareja, compañeros de piso, hijos…).

 

Con la aparición de las precuelas, apareció un problema de difícil resolución. Y me planteo su resolución con una complejidad añadida dado que me he propuesto explicarlo sin spoilers, con la esperanza de que algún alma cándida aun sea ajena al spoiler más de dominio público de la historia del cine; pero lo intentaré.

Para aclararnos, y según fecha de estreno, las seis películas que de momento existen son estas:

  1. Episodio IV: La Guerra de las Galaxias – Una Nueva Esperanza* (1977)
  2. Episodio V: El Imperio Contraataca (1980)
  3. Episodio VI: El Retorno del Jedi (1983)
  4. Episodio I: La Amenaza Fantasma (1999)
  5. Episodio II: El Ataque de los Clones (2002)
  6. Episodio III: La Venganza de los Sith (2005)

*La primera película que apareció en 1977 se estrenó sencillamente como ‘La Guerra de las Galaxias’ (Star Wars en inglés), nombre que luego pasó a ser el nombre de toda la saga. Para diferenciarla de las otras, retroactivamente se la rebautizó como ‘Episodio IV: Una Nueva Esperanza’ (Episode IV: A New Hope). Como no hay mucho consenso sobre cómo referirse a ella, personalmente, suelo usar ‘La Guerra de las Galaxias’ para referirme al Episodio IV, y ‘Star Wars’ para toda la saga; a falta de una solución más elegante.

 




Allá vamos.

  • La Trilogía Clásica (Episodios IV, V y VI, estrenados entre 1977 y 1983) se nos cuenta el viaje iniciático de Luke Skywalker (protagonista indiscutible de esta trilogía), donde conoce a una serie de personajes que le tutelan y/o acompañan, mientras se enfrentan al malvado Imperio Galáctico. Además de unos efectos especiales acojonantes todavía y un modo revolucionario de hacer cine, es la épica historia del héroe, el mesías, un humilde plebeyo en cuyas manos cae el destino de su universo; un patrón que también vemos en El Señor de los Anillos o Matrix, por poner dos conocidos ejemplos. El enemigo principal en esta trilogía es Darth Vader.

 

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Luke Skywalker, protagonista de la Trilogía Clásica.

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Darth Vader, calificado a menudo como el mejor villano de la historia del cine.

 

  • La Trilogía de las Precuelas (Episodios I, II y III, estrenados entre 1999 y 2005) nos remontan 30 años atrás en el tiempo, y nos cuentan la historia de Anakin Skywalker, el padre de Luke; y su mentor, Obi Wan Kenobi, en tiempos previos a la aparición del Imperio. Seguiremos el crecimiento de Anakin a lo largo de los años, los enemigos son varios, y los protagonistas también son varios. Es dependiente de la Trilogía Clásica (para muchos no tiene la misma fuerza), pero definitivamente las complementa y hace mucho mejores a las películas originales.
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Junto a un tercer personaje que obviaré mencionar por no spoilear más la cosa, las precuelas se centran en la relación entre Obi Wan Kenobi (izquierda), maestro, mentor y amigo de Anakin Skywalker (derecha).

 

Y las alternativas son estas:

  • Verlas en orden de estreno (Trilogía Clásica y entonces Precuelas).O bien,
  • Verlas en orden cronológico, como se supone que George Lucas, el creador de todo esto, quiere que las veamos (Precuelas y a continuación Trilogía Clásica, es decir, Episodios del I al VI)

 

Ambas alternativas presentan problemas.

 

Verlas en orden de estreno conserva el poder y la experiencia de disfrutar la trilogía clásica por primera vez ‘virgenes’, que es como hemos vivido muchos años los fans de toda la vida. Tanto es así que muchos consideran verla, prescindiendo de las precuelas, una experiencia legítimamente completa: es importante señalarlo.
De elegir ver después las precuelas, y por entretenidas que sean (y lo son), verlas en este orden torna la trilogía de las precuelas en películas un tanto llanas, lineales y predecibles (ya sabremos todo lo que pasa en ellas, falta saber cómo). Además, debido a que Lucas no ha parado de juguetear con las Trilogía Clásica, en los últimos años ha insertado cambios que hacen referencia directa a las precuelas, y que viendo primero la Trilogía Original, carecen de sentido.

Verlas en orden cronológico, por el contrario, ‘estropea’ el impacto que produce la Trilogía Clásica, porque irónicamente se dan por sabida, o se revelan giros sin conseguir mismo impacto. Tampoco podemos hacernos los inocentes, y debemos tener en cuenta que a los niños les puede chocar pasar de los efectos digitales de la trilogía moderna a los efectos ópticos y marionetas de la trilogía clásica. Y no olvidemos, insisto, que las precuelas son el trasfondo de la Trilogía Clásica: Lucas sabía bien por qué tenía que estrenar el Episodio IV antes, pues si llega a hacer el Episodio I primero, no le dejan acabar la saga; mientras que el Episodio IV, como comprobareis, funciona muy bien por si sola.
A su favor,
según me han contado, no saber a priori si ciertos personajes van a vivir o morir puede tener su punto.

Aquí aparece una solución: intercalarlas, viendolas en este orden: IV, V, I, II, II, y VI.
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Gravity

*Dedicado a Draxus, que me preguntó inquieto hace unos días cómo estaba tardando tanto en escribir esto :D

Bueno, al fin vi anteayer Gravity (Alfonso Cuarón, 2013). Desde que salió el trailer hace ya demasiados meses, y casi otros dos desde su estreno en España (uno en UK), he podido al fin saldar cuentas con esta película que no solo ha tardado cuatro años en hacerse, sino, y cito a James Cameron, ‘es la película que he estado ansioso por ver una horriblemente larga cantidad de tiempo’. 

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Y es que, en este 2013, que empezó bastante cargado de buenas promesas de ciencia ficción (Oblivion, Elysium, Star Trek Into Darkness, El Juego de Ender…), Gravity no es solo la única promesa potente sobradamente cumplida, sino que nos hallamos ante un verdadero clásico instantaneo y una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia (porque esto es ciencia ficción, ¿no?).

Pero antes de meterme al trapo de comentar la peli, no puedo menos que mencionar mi sorpresa con la que percibo ha sido una especialmente virulenta crítica hacia su, por momentos, falta de realismo físico/científico. Quien quiera verlo así, es cierto que el hecho de que la película se haya vendido como precisa en estos aspectos hasta la extenuación pueda haber jugado en su contra (y reconozco que yo mismo, en otro tiempo, probablemente hubiera disfrutado mucho de ese juego), pero al final nos tenemos que acordar de una cosa: esto es cine, y si se tuviese que haber sido preciso al 100%, nos quedamos sin película. Punto. Uno accede a la sala entendiendo que hay un pacto tácito entre el ilusionista, que en este caso es Cuarón, y tú como espectador; lo que se llama suspensión de la incredulidad, y que a excepción de casos hirientes (como que la película sea tan mala que la única forma de disfrutar de ella sea riéndose), creo que es conveniente seguir el juego. Supongo que todo esto nos conduce a una pregunta, ¿es ‘sano’ (desde el punto de vista de tu propia experiencia como espectador) autodestruirse el viaje emocional que puedes vivir con una película legítimamente bien hecha?…

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Flotando solitarios por el espacio, mientras se plantean preguntas existenciales… La idea para la película estaba ahí, lista para el primero que tuviera huevos a cogerla.

Esta peli es un puto hallazgo, una maravilla de soberbia belleza, una verdadera obra de arte, y fascinantemente, la viva demostración de que en el cine, un arte con más de un siglo a sus espaldas, realmente tiene en lo visual aún nuevos y vastos territorios que explorar. Y es que esta realmente sencillísima película estaba literalmente esperando el momento de poder ser hecha. Los efectos visuales (la completa y detalladísima reconstrucción de TODO) son realmente ‘state of the art’, y Cuarón encuentra en este nuevo espacio (¿¿lo pillais?? :DDD)* la horma de su zapato con sus legendarios planos-secuencia. De hecho, con esta película Cuarón se coloca fácilmente a la altura de otros genios visionarios, a los que tengo en muy alta estima, como son James Cameron y David Fincher (ambos reconocidos en los agradecimientos).

*Normal que dejeis de leerme.

Y bueno, respecto al planteamiento, ¿qué puedo decir? No puedo dejar de volver a la idea de que esta película tan solo esperaba el momento de poder hacerse (y gracias, que haya caído en las santas manos de Cuarón); pues una pesadilla muy común de mucha gente es la de quedar para siempre vagando por el espacio. Ni siquiera la idea me es ajena. La historia, como ya me olía desde el primer trailer, no es más que la del ya familiar viaje iniciático, la aventura y exploración interior en ese desesperado y traumático intento por volver a casa. Y menudo es ese retorno del que hablamos: es el maldito regreso definitivo.

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En fin, todo lo demás es darle vueltas a lo mismo, no solo porque a dos meses de su estreno ya todo se habrá dicho, sino porque ni siquiera yo mismo dudaba de que la peli me iba a flipar (no sé si mi lenguaje lo transmite bien: si, esta peli me flipa) por mucho que escuchase comentarios del tipo “Es que el pelo de la tía no se qué…” (ñjjjjeeee). Que en fin, que si alguno dudábais de que me ha parecido un total y absoluto peliculón, espero haber disipado vuestras dudas ;)

Y os dejo con este video, porque si, porque la realidad siempre supera a la ficción. Esta es nuestra casa.

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Nota: he visto la peli en 3D y proyección digital en una encantadora sala ubicada en el centro de Birmingham: The Electric Cinema. Sé que no tengo muchos lectores en la ciudad, pero si alguna vez tenéis la curiosidad de disfrutar de una buena peli degustando un buen vino, ya sabeis donde asistir ;)

Cuando la admiración se convierte en nerdosidad

Una de las razones de ser de este blog probablemente era la de saciar la necesidad de reclamar y reafirmarme en mi frikismo. Es una fase que superé hace tiempo, convivo con ello y ya está; entre otras cosas, es lo que hace que el blog esté más silencioso. Pero mi frikidad más enfermiza, propia de un paciente de TOC, sigue existiendo en el secreto de mi cuarto, y de vez en cuando aun la necesito ventear al público, como es esta la ocasión.

La vida que estoy llevando ahora en UK (el siguiente post lo dedico a eso) me está dejando bastantes ratos muertos. Una de las cosas a las que le estoy dando mucha caña es al tema de ponerme al día con el tremendo follón de películas que tenía pendiente. No diría que voy al ritmo de una peli diaria, pero si una cada dos días (podéis seguir las que he ido viendo/reviendo en mi cuenta en Filmaffinity). Lo que me lleva a ese otro punto: las que reveo. Periodicamente, y esto no ha cambiado, vuelvo a tener recaidas con ciertas películas, que ya sabéis cuales son. Estuve incluso años sin ver Matrix hasta que volví a redescubrirla en HD, igual que me pasó con Blade Runner, Terminator, Apolo 13, la saga completa de Star Trek… Las de siempre, ya me conocéis, nada nuevo. Probablemente pasa eso: las reengancho, las reviso y analizo un par de veces (más). Y digo verlas, no ponerlas de fondo para dormirme. Mientras, no paro de escuchar por unos días la BSO de turno y rebuscar y releer los mismos artículos y videos/making-off/escenas-eliminadas que ya leí/ví probablemente en la última recaida.
Y si, llega un punto en el que parece que ‘nada nuevo’ pueden ofrecerme estas películas que he revisado una cantidad realmente enferma de veces, pero que por famosas que sean, no cuentan con un universo expandido tan inagotable como Star Wars o El Señor de los Anillos (universos expandidos que de por si, no me suelen llamar mucho la atención: novelas, comics, videojuegos…)

Pues bien, la peli de turno es Aliens (James Cameron, 1986), probablemente la mejor secuela no-prevista de todos los tiempos. No requiere de mucha presentación, ¿verdad?

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El sonidillo del rastreador de movimiento de los Marines Coloniales, mítico

Funciona simple: llega un día y digo ‘hace tiempo que no la veo’. La excusa en este caso: una nueva copia en Bluray de la Director’s Cut con un nuevo color timing, nuevo transfer, y poco más (es que mi otra copia estaba solo a 720p y era de la versión cinematográfica). La vuelvo a ver, y me vuelvo a dar cuenta que es UN PELICULÓN COMO LA COPA DE UN PINO, donde Cameron y Horner, con sus tremendos agobios, estuvieron sembraos (one more time). No puedo más que insistir again en mi absoluta reverencia a estos dos hombres, que con sus explosiones nucleares y sus parabará, me parecen absolutos genios. Pero ya está. ¿Algo nuevo en Aliens para mi?

Permitidme recuperar la compostura, solo para volver a perderla inmediatamente.

En ese momento me planteo un reto: a ver si puedo recordar los nombres de los QUINCE tripulantes de la Sulaco. Sigue leyendo